Cisma en la industria vasca

El Grupo Mondragón afronta un agujero de 1.700 millones si salen Orona y Ulma

Los socios y trabajadores de ambas cooperativas, el 15% de MCC, votan el viernes 16 de diciembre si salen del Grupo y le abocan una crisis similar a la de 2008 cuando salieron del grupo Irízar y Ampo. 

Orona 2, Mondragón
El gigante vasco Mondragón afronta una 'fuga' de casi 1.700 millones al año. 
L.I.

La decisión es de tal trascendencia que los 800 socios de la cooperativa de ascensores Orona de fuera del País Vasco tendrán a su disposición seis vuelos chárter desde Madrid, Barcelona, Sevilla, Alicante, Málaga y Valencia para poder acudir a votar. En unos pocos días, este viernes 16 de diciembre, los 4.550 socios cooperativistas de Orona y Ulma, dos de las principales industrias del grupo, deciden si se van de Mondragón Corporación Cooperativa (MCC). “Para recuperar nuestra soberanía”, seguran desde la cúpula de las dos citadas empresas. “Un golpe en la línea de flotación del Grupo”, asegura el presidente de MCC, Iñigo Ucín. Lo cierto es que si al final los socios de Orona y Ulma deciden despedirse de MCC, el gigante cooperativo vasco se puede ver abocado a una crisis similar a la que se produjo en 2008 con la salida de Irízar y Ampo en 2013 con la quiebra de Fagor Electrodomésticos.

El cisma puede ser, sin duda, de graves consecuencias para MCC, ya que las dos firmas guipuzcoanas suponen el 15% del total del grupo y el 25% de su división industrial. Entre las dos, más de 1.700 millones de facturación anual en 2021 -832 Orona y 900 Ulma- y una plantilla entre ambas de 10.700 trabajadores. "En el caso de que los socios de las dos cooperativas decidieran salir del grupo, y con datos de 2021, se reducirían las ventas un 15%, los empleos un 13% y los resultados un 28%", ha reconocido Ucín.

La “preocupación” por el “principal grupo industrial que tiene Euskadi”, como lo ha definido la consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, ha llegado incluso hasta el propio Gobierno vasco que preside Íñigo Urkullu. Y es que MCC siempre se ha considerado para los políticos vascos, sobre todo para los nacionalistas, un “orgullo” y un “símbolo”, uno de los grandes motores de la economía vasca y un ejemplo del movimiento cooperativo a nivel mundial. No en vano, MCC -más de 80.000 trabajadores y 12.000 millones de ingresos anuales- impregna todos los ámbitos de la sociedad, ya que cuenta con un banco (Laboral Kutxa), una universidad (Mondragón Unibertsitatea), una compañía de seguros (Lagun Aro) o firmas emblemáticas como la cadena de supermercados Eroski. Mondragón es el primer grupo industrial vasco y el décimo de España. El 43,9% de sus trabajadores está en Euskadi, el 37,8% en el resto de España y un 18,3% en más de 150 países repartidos por todo el mundo.

Mondragón es el primer grupo industrial vasco y el décimo de España

En el fondo, Orona -quinto fabricante europeo de ascensores- y la constructora Ulma pretenden con su salida imitar el modelo de Irízar y Ampo. La firma de autobuses dejó MCC en 2008 y hoy en día es una de las principales compañías de construcción de autocares de Europa y Ampo es líder global en componentes de fundición de acero inoxidable y alta aleación y en válvulas de alto valor tecnológico para el gas y el petróleo. En el fondo, las firmas díscolas pretenden dejar de participar en los dos fundamentos en los que se ha basado el movimiento cooperativo desde su creación en 1956, la intercooperación y la solidaridad. Preceptos, por ejemplo, que posibilitan la reubicación de trabajadores en las distintas compañías del grupo y que obligan a todas las cooperativas asociadas a aportar un mínimo del 10% de sus beneficios al fondo de solidaridad, que se destina a ayudar a cooperativas en pérdidas.

Lo cierto es que el divorcio entre las dos empresas y MCC es ya un hecho y los consejos rectores de Orona y Ulma hace meses que no participan en los órganos de gestión, al congreso del gigante cooperativo celebrado el pasado 15 de noviembre no asistió ningún representante de Orona ni de Ulma, ni mantienen ninguna relación con el mismo más allá de comunicados cruzados y acusaciones de “falta de solidaridad”y de “tunear la realidad”, salidos desde las entrañas de MCC hacia las dos compañías y la respuesta de Ulma diciendo que asistimos a una "agresiva campaña de comunicación encaminada a condicionar la voluntad de todos los socios", de la empresa. Y es que también desde Ulma y Orona se insiste en que ellos no socaban, sino todo lo contrario, la esencia del cooperativismo: la libre adhesión y el precepto de “un hombre, un voto” y por ello dejan la decisión en manos de los socios.

También deslizan desde MCC que ninguna empresa en pérdidas se ha querido ir del grupo porque cuando “vienen mal dadas se está muy bien bajo el paraguas de MCC y los mecanismos de solidaridad funcionan a la perfección”. Incluso recuerdan como Orona, cuando estaba al borde de la quiebra en los años 80 del siglo pasado, pudo sobrevivir gracias a los mecanismos de solidaridad de Mondragón. Pero curiosamente, también explican desde el Grupo, Orona fue una de las cooperativas que más se opuso a seguir inyectando liquidez a Fagor Electrodomésticos, a la que finalmente se dejó caer en 2013 para que no arrastrara a toda la corporación. Desde Ulma se asegura que la "única consecuencia económica" de su baja sería que los 1,85 millones de euros que destina, de media anual, a los fondos administrados por la corporación pasarían a ser gestionados, "para los mismos fines", por su propia fundación. Pero en general, desde Orona y Ulma se da la callada por respuesta y se repite el mantra de “ganar autonomía y capacidad de decisión”, además de dar la voz a los socios trabajadores de las mismas.

La opinión de los trabajadores 

Y ¿qué dicen los trabajadores? En estas últimas semanas los consejos rectores de ambas compañías han intensificado la información a los socios, que no se ha parado incluso en esta semana ‘festiva’ y prácticamente inhábil laboralmente. La Información ha podido conversar con un trabajador y socio de Orona que, con el compromiso de anonimato, reconoce “las presiones que estamos recibiendo por parte de todo el mundo. De los rectores de la empresa, del Grupo Mondragón... Yo, la verdad”, explica, “no sé lo que voy a votar. Aquí nos dicen que solos andaríamos mejor, desde MCC se nos dice que estar dentro del grupo nos da más seguridad si vienen mal dadas... Estoy confuso”, reconoce.

Algunas fuentes conocedoras del proceso dicen que “todo el pescado está vendido y los cooperativistas de Orona y Ulma votarán por la salida de MCC”, hace falta la mitad más uno de votos favorables de los socios de cada compañía, mientras que otras fuentes aseguran que “el resultado es más incierto de lo que parece”. Lo cierto es que, sea como fuere, algo parece haberse resquebrajado en la joya de la corona de la industria vasca. Si con esta situación se pone en cuestión todo un modelo cooperativo que lleva funcionando casi setenta años solo el tiempo lo dirá. De momento, el presidente de MCC asegura que si las dos cooperativas deciden irse, “Mondragón será más pequeño, pero no será peor y resurgiremos con más fuerza”, pero seguro que nada será igual a partir del 16 de diciembre en el gigante cooperativo.

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