Repunte de precios

La guerra embiste a la banca en los mercados: su financiación se encarece

Las entidades empiezan a tener problemas a la hora de apelar nuevos fondos. Se tropiezan ya con un alza de los costes derivado de una inflación desbordante, de las primas de riesgo y del fin de estímulos del BCE. 

El presidente de Rusia, Vladimir Putin
El presidente de Rusia, Vladimir Putin
EFE

El sector bancario empieza a divisar un nuevo riesgo. La invasión armada de Rusia a Ucrania, la primera gran agresión de este tipo en Europa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945, está afectando ya a los costes de financiación de las entidades financieras en el mercado de capitales. El sector detectó las tensiones de forma clara el pasado mes de febrero y ya observa cómo comienza a materializarse un encarecimiento de sus costes para la solicitud de fondos que tiene tintes de agudizarse, según varias fuentes de mercado consultadas por La Información. 

Las nuevas tablas del mercado están acaparando las conversaciones de los equipos de la industria de private equity. Las entidades disponen habitualmente de 'cortafuegos' para sus emisiones de deuda, por ejemplo evitando ciertas geografías expuestas a un alto grado de inseguridad e incertidumbre, pero la guerra está teniendo un efecto alrededor de todo el globo. La inflación está disparada en su tasa más alta desde 1986 y las rentabilidades de los bonos soberanos de los países de la eurozona, sobre todo los periféricos como España, han entrado en una tendencia alcista.

Los grandes fondos de inversión son los actores que menos problemas enfrentan por este escenario debido a que sus solicitudes de financiación no suelen responder a necesidades de capital. De hecho, la mayoría presume de contar con un músculo financiero bien desarrollado, de modo que en un contexto de tensión en los mercados como el actual optan por apelar solamente para mejorar las tasas internas de retorno (TIR), que se ve favorecida mediante el apalancamiento o uso del endeudamiento en lugar de los fondos propios. En cualquier caso, para solventar esta situación que podría volverse sofocante, los asesores están recomendando financiar importes menores. 

Esto se produce a pesar de que la exposición a Rusia de las entidades europeas es relativamente pequeña, particularmente en el caso español. En España hay en juego unos 716 millones de euros, que compara con los 22.000 millones de la banca francesa o italiana, según los datos del Banco de Pagos Internacional (BIS, por sus siglas en inglés). Las entidades nacionales más expuestas serían Banco Santander y BBVA por su ADN internacional. El primero no comparte a cuánto asciende su posición y se limita a indicar que es "insignificante", aunque avisa a los inversores de este riesgo en un folleto remitido a la SEC. El grupo presidido por Carlos Torres ha hecho un acto de transparencia incluyendo el dato en su último informe de relevancia prudencial: 58 millones de euros

En cualquier caso, los mercados se han ido volviendo tirantes. Los estragos del conflicto acuciado por Vladímir Putin se extienden así por todo el universo financiero ante la extrema volatilidad. El denominado índice del miedo, el VIX, se ha mantenido por encima de la referencia de 30 durante las últimas semanas. Para muchos inversores, este nivel limita la capacidad de reinvertir la liquidez. A esto se le suma el nerviosismo derivado de las contramedidas lanzadas por Occidente para aislar a Rusia, que inevitablemente están teniendo un efecto rebote sobre la economía europea y del resto del mundo. 

La prima de riesgo española ha rebasado el nivel de los 100 puntos básicos, con subidas de una intensidad que no se veía desde que estalló la pandemia. Mientras, la estanflación se ha convertido en un término que eclipsa parte del discurso de analistas y expertos y que hace referencia a una situación tradicionalmente incompatible en la que el crecimiento se estanca pero la inflación no cede y entra en una espiral alcista. La capacidad adquisitiva de los españoles no para de mermar, la factura de la luz prosigue su ascenso meteórico y los carburantes para vehículos han entrado en la misma senda.

Para tratar de contener este escenario, la única herramienta que tienen los bancos centrales es la de subir tipos de interés. No obstante, el Banco Central Europeo (BCE) se encuentra en una encrucijada, pues esta medida da lugar a un enfriamiento de la economía en un momento poco oportuno y alienta aún más el aumento de los costes de financiación. Además, la retirada de las compras de activos ya programada por parte del organismo presidido por Christine Lagarde es otro factor que, unido a la guerra, está impactando en el sistema provocando un repunte de precios. Se teme que este encarecimiento en el mercado de capitales se acabe trasladando a los clientes bancarios, con un endurecimiento del acceso al crédito. 

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