Guerra del taxi, año III: el sector se divide y Uber y Cabify se 'cuelan' en su negocio

  • Los colectivos más beligerantes acaban enfrentados, mientras las grandes plataformas abren sus puertas a taxistas tras años de intentos infructuosos.
Protesta Taxi Madrid
Protesta Taxi Madrid
José González

El año 2019 arrancaba con una de las mayores batallas de la guerra del taxi. El sector convocaba huelgas indefinidas en Madrid y Barcelona para presionar a sendos gobiernos regionales. El objetivo: que limitaran al máximo la regulación de las VTC para arrinconar a Uber y Cabify. En el caso de la Generalitat se logró. En la Comunidad de Madrid, el Ejecutivo no cedió. El año acaba ahora con un conflicto a medio gas, con el sector enfrentado y con las grandes plataformas 'pescando' en el negocio del que hasta ahora era su enemigo.

Aunque el enfrentamiento entre Uber y Cabify y el taxi se remonta a la llegada de la primera a España, en el año 2014, con su servicio entre particulares, la realidad es que la guerra del taxi en toda su crudeza arrancó en el año 2017. Las autorizaciones de VTC empiezan a dispararse tras las sentencias favorables del Tribunal Supremo por el 'agujero' que hubo en la ley hasta 2015. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) 'calienta' aún más el sector tras recurrir el decreto del Gobierno de Rajoy con el que resucitó el límite de una licencia de VTC por cada 30 de taxis. En ese año el enfrentamiento se endureció.

Ahora, la presión ha aflojado. Y uno de los factores que ha tenido que ver ha sido la división de parte del sector del taxi. Después de las huelgas de principios de este año 2019, con resultado dispar para Madrid y Barcelona, ha habido enfrentamientos entre las diferentes asociaciones. Cerca de 2.000 taxistas se conjuraron bajo la llamada Plataforma Integral del Taxi (PIT) para tratar de presionar contra Uber y Cabify y acudir a los tribunales de la mano del exjuez Elpidio Silva. Esto acabó en cruce de acusaciones por el dinero que debía cobrar el antiguo magistrado por esa representación legal. A esto hay que sumar el enfrentamiento vivido en Élite Taxi, la asociación que más ha crecido en los últimos tiempos, tras la demanda presentada por un colectivo 'independiente' contra su líder 'Tito' Álvarez por estafa y blanqueo de capitales.

Esta no es la única sacudida vivida en el sector del taxi en los últimos meses. En la Asociación Gremial del Taxi en Madrid, que es una de las mayoritarias en la comunidad, se ha vivido otro enfrentamiento interno a raíz de las elecciones vividas para elegir junta directiva celebradas en el pasado mes de octubre y que acarrearon la salida de los anteriores dirigentes, encabezados por Miguel Ángel Leal. Se han producido impugnaciones y recursos que hoy siguen dirimiéndose en los tribunales.

Pese a la situación actual, 'Tito' Álvarez ha puesto en marcha una nueva plataforma: Taxi Project 2.0. Y han puesto en marcha varias medidas. Una fue la presentación de un informe elaborado por varios informáticos en el que se revelan supuestos trucos de Uber y Cabify para subir precios en un viaje o acceder a los datos del móvil. La otra tuvo lugar hace tan sólo unos días: esta asociación, junto con otros colectivos y sindicatos minoritarios, han denunciado a las dos compañías tecnológicas ante la Inspección de Trabajo por no pagar los pluses de disponibilidad a sus conductores y por supuestamente exigirles trabajar 20 horas semanales más de lo que les corresponde. Prometen más acciones.

Las grandes plataformas

Mientras esto sucede, las grandes plataformas siguen avanzando de manera mucho más sigilosa. Cabify cambió su modelo en Barcelona con una triquiñuela legal con la que hoy sigue operando, pese a las restricciones. Para ello decidió sacar la chequera y comprar una de las compañías más grandes del grupo Auro, del extaxista, José Antonio Parrondo, y todo el grupo creado por Rosauro Varo (unas 2.000 licencias). Un movimiento que ha despertado ciertos recelos entre algunos de los conductores autónomos, al haberse convertido en una plataforma que también cuenta con autorizaciones y conductores propios. En estos meses, la compañía española ha mantenido negociaciones para cerrar una ronda de financiación que le dé oxígeno antes de la salida a bolsa que tienen prevista para 2020.

Tanto la española como Uber han dado el paso con el que han especulado durante varios años y que erarechazado en rotundo por el sector del taxi en bloque: abrir su aplicación al taxi 'tradicional'. Ambas compañías lanzaron durante este año su propio servicio de taxis, echando mano de profesionales de este sector que hoy también cuentan con licencias VTC y con los que han mantenido algún tipo de relación. Es decir, se 'colaron' en su negocio y tratan de pescar en él. 

Con todo, la situación regulatoria no ha cambiado prácticamente nada desde esos primeros meses del año. España está dividida en dos: Madrid y Andalucía siguen siendo 'oasis' normativos para Uber y Cabify, mientras que Valencia, Barcelona y Euskadi levantaron sus murallas. En las dos primeras no se han aprobado precontrataciones ni restricciones importantes. En las otras tres, sí. Ante esta situación, los empresarios de la VTC, dueños de las licencias, siguen trabajando en sus demandas contra el decreto del Gobierno de Pedro Sánchez de octubre de 2018 que abrió la puerta a estas limitaciones regionales. Han presentado un aluvión de recursos judiciales ante el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Madrid. Queda por ver cómo evolucionan.

Mientras tanto, la concesión de licencias activas hoy en España se ha frenado de manera importante durante este año, pues el grueso de las sentencias favorables ya han tenido lugar. A finales de 2017 había algo más de 6.000. Un año después, eran más del doble: 13.000. Este 2019, según los datos actualizados del Ministerio de Fomento, se va a cerrar con algo más de 16.000. Es decir, prácticamente todo el aluvión se ha producido. En el Tribunal Supremo apenas quedan recursos que dilucidar. La guerra del taxi continúa. Pero su tercer año acaba en calma tensa.

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