Del 'Claro que sí, guapi' a la venta a Vinted: los últimos tres años de Chicfy

  • La empresa vivió una carrera marcada por la durísima competencia que desemboca en su cierre como firma independiente tras la venta a su rival.
Chicfy acabará cerrando tras la venta
Chicfy acabará cerrando tras la venta

Septiembre de 2016. Una por entonces desconocida startup española lanzaba una controvertida campaña publicitaria para promocionar su plataforma de compraventa de ropa de segunda mano de mujer. Se convirtió en viral y con ella la expresión 'Claro que sí, guapi'. Justo tres años después, Chicfy ha culminado su particular periplo con la venta de la compañía a su rival, Vinted. Una carrera donde ha habido tensiones económicas, movimientos en la cúpula, una fusión... y una batalla contra su competencia.

Tres años antes, en 2013, Nono Ruiz y Laura Muñoz, empezaban su andadura. Después de un negocio infructuoso que generó una importante deuda, decidieron resetear. Acudieron al programa 'Atrapa un Millón', de Carlos Sobera, y con el premio lograron saldar ese agujero. ¿Por qué no empezar un negocio nuevo? Ambos son apasionados de la moda. Decidieron poner en marcha una plataforma para vaciar el armario de ropa que ella no usaba. Era el germen de Chicfy. Su primer paso: participar (y ganar) en el campus de una de las aceleradoras más destacadas de España, Seedrocket. Aparte del premio, se aseguró el respaldo de inversores destacados del ecosistema tecnológico en Barcelona. En 2014 logró una inyección de 360.000 euros de dos fondos (Cabiedes & Partners y Civeta) y de 'business angels' como Jesús Monleón (Offerum), David Giménez (Trovit) o Javier Lorente.

Poco a poco hicieron crecer la plataforma con una 'economía de guerrilla', con presupuestos muy ajustados. Un año más tarde, en 2016, volvió a recibir otra inyección de 600.000 euros. Fue el ejercicio en el que puso en marcha la archiconocida -y también criticada- campaña de televisión del 'Claro que sí, guapi'. Sus ingresos ya alcanzaban una cota muy respetable: 3,7 millones de euros. Este negocio no sólo procedía del cobro del 20% de comisión a la vendedora de la ropa, sino también del envío a través de Correos y de la publicidad en su 'app'.

Todo iba viento en popa. Y había que subir el siguiente escalón. Tras años de enorme disciplina económica, se abría a negociar una ronda importante de hasta 4 millones de euros, con el objetivo de volver a pisar el acelerador en la inversión de marketing y en la captación de más usuarias. Tras meses de negociación, con un tira y afloja con el fondo liderado por la primera empleada de Facebook en España, Laura González-Estéfani, deciden posponer la operación. El retraso en el cierre -no llegaban a tiempo de hacerla en septiembre de ese 2017, mes clave para su negocio- llevó a los fundadores a suspenderla. Y hubo una consecuencia: congelaron todos los gastos de promoción. Volvía así la 'economía de guerra' al seno de la startup. Y se notó en las cifras de negocio: los ingresos se estancaron en los 3,9 millones de euros.

Pasan los meses y la ronda de otros socios, incluido el fondo de González-Estéfani, no llega. La tensión en la tesorería se vuelve complicada de gestionar y los socios actuales deciden acudir con 1,2 millones de euros para dar oxígeno. ¿El destino? Pagar parte de las deudas con proveedores, entre ellos Correos, y recomprar parte de las acciones a los fundadores. La consecuencia era la salida de estos últimos de la gestión del día, aunque seguían ostentando la mayoría de las acciones, y su sustitución por Jesús Monleón, también accionista, como CEO interino. La relación con sus socios era especial: desde hacía años no había consejo de administración y entre ambos dos controlaban el 60% del capital y del poder de decisión.

Cambios en la cúpula y fusión

Esta operación, cerrada en verano de 2018,  era la antesala de otro movimiento que sacudiría los cimientos de la startup malagueña. Trendier, su 'homólogo' en México que fue respaldado en su momento por inversores españoles como  Bonsai Ventures (Wallapop, Glovo) o Antai Ventures (Wallapop), se convertía en accionista. Todo apuntaba a lo que iba a suceder meses después: Chicfy y Trendier se fusionaban y mantenían ambas marcas. Había un intercambio accionarial -ningún dinero en efectivo- que valoraba a ambas con un 'precio' similar. Era un movimiento defensivo, ante la llegada de una de sus grandes amenazas.

Esa amenaza tenía un nombre: Vinted. La startup, fundada en Lituania, tenía un producto prácticamente idéntico y operaba en algunas de las principales plazas europeas y en Estados Unidos. Con inversores tan destacados como los reconocidos Accel Partners o Insight Venture Partners (ambos accionistas de algunos de los grandes unicornios tecnológicos de Silicon Valley), irrumpió a principios de este año en España. Y lo hizo no sólo con un modelo que rompía el mercado (eliminaba la comisión a la vendedora y sólo imponía un 7% a la compradora). Exhibía una potencia de fuego en forma de campañas de promoción en televisión difícil de igualar. Según diferentes fuentes del mercado, la empresa ha llegado a invertir en España entre 5 y 10 millones de euros en sus diferentes apariciones en los grandes grupos televisivos españoles.

Negociación... y venta

Con una caja mucho menos potente -Vinted levantó sólo el año pasado 50 millones de euros de sus diferentes accionistas- había muy pocas opciones. Batallar de tú a tú con su rival iba a ser complicado. O había una nueva ronda de financiación potente para la española o había que buscar una salida antes de caer. El equipo gestor decidió centrarse en la segunda alternativa. Y mantuvo conversaciones no sólo con la propia Vinted, sino también con Wallapop. Desde mediados del verano se intensifican los contactos hasta que finalmente esta semana se estampa la firma definitiva de la venta de Chicfy (los activos en España) a la lituana. No hay cifras oficiales pero fuentes conocedoras colocan el precio final por debajo de los 10 millones de euros.

El acuerdo permite al grupo Chicfy-Trendier huir de una guerra de marketing -millones de euros invertidos en captar usuarios para cada 'app'- que ya se vivió en el pasado en el sector de la segunda mano (con las españolas Wallapop y Letgo en Estados Unidos) o en el de la comida a domicilio (La Nevera Roja y Just Eat) que, a la postre, acabaron en fusión o venta. El equipo gestor se centrará en México y en Colombia, donde aún no cuentan con la competencia de Vinted. Esta última tiene ahora el reto de mantener a la comunidad de varios millones de usuarias registradas de Chicfy dentro de su plataforma.

Ahora empieza la cuenta atrás para que Chicfy cierre las puertas de su plataforma. Los empleados de la compañía -que sumaban casi una veintena- se reubicarán en Trendier o saldrán. Este es el final a tres años intensos de la startup española.

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