Dimisión de su consejero delegado

Ingresos falsos, espionaje... La historia del escándalo de la 'fintech' Wirecard

Nacida a mediados de la década de los 2000 vive su situación más delicada, con un agujero contable de 1.900 millones detectado por KPMG.

Markus Braun, consejero delegado de Wirecard.
Markus Braun, consejero delegado de Wirecard, dimitió este viernes por el escándalo.
L. I. / Archivo

Es uno de los nombres más prominentes del ecosistema tecnológico alemán. Su ascenso fue meteórico, llegando a 'echar' al Commerzbank en la élite bursátil germana del Dax. También lo ha sido su descenso a los infiernos. Casi dos décadas después de sus primeros pasos en un internet aún en pañales, la fintech Wirecard, que llegó a valer más de 20.000 millones de euros en bolsa por su negocio de pagos online, ha sido salpicada por un escándalo contable que ha sacudido el mercado en aquel país. La auditora EY no es capaz de encontrar 1.900 millones de euros de dinero en efectivo de su balance. Esta es su historia.

Todo surgió a finales de los años 90. Justo antes del estallido de la burbuja puntocom. Wirecard vio la luz para ofrecer servicios financieros a empresas de juegos de azar en línea y de sitios webs para adultos. El 'crash' bursátil golpeó a la compañía. Tres años más tarde,  en 2002, el informático austríaco Markus Braun, hasta este viernes consejero delegado, aterrizó en el primer puesto ejecutivo. Dijo que llegó a invertir en esa primera etapa hasta 75 millones de sus propios fondos, procedentes de algunas inversiones que había llevado a cabo en el pasado, cuando trabajaba para varias consultoras, entre ellas KPMG, en Alemania. En 2005 llegó un movimiento clave: una fusión inversa con una cotizada llamada InfoGenie, especializada en el segmento de 'call center' y en problemas económicos, gracias a la cual pudo convertirse en una empresa listada en el índice alemán TecDAX.

El ascenso tras esa operación fue muy rápido. Braun impuso un fuerte ritmo de expansión internacional. En 2007 abrió una filial en Singapur, con el objetivo de crecer en territorio asiático. Unos años más tarde también se extendió a otros mercados como Australia, Nueva Zelanda o Turquía y expandió sus servicios -que hasta ese momento se centraban en el desarrollo de software para el pago online, las tarjetas de crédito de prepago virtuales y la prevención de fraude- con la compra del segmento de tarjetas prepago de Citigroup. Este último movimiento se produjo en 2016. Para ese ejercicio, sus ingresos ya superaron la barrera de los 1.000 millones de euros y unos beneficios netos de más de 266 millones, con las comisiones cobradas a los comercios y grandes cadenas de distribución por el procesamiento de las transacciones y hacer de intermediario entre comprador, vendedor y los bancos Entre clientes estrella se encontraban los gigantes del supermercado como Aldi o Lidl.

Pero para aquel año 2016 ya se había cernido, en varias ocasiones, la sombra de la duda sobre la compañía. Sucedió también en 2008, 2015 y ese mismo 2016, con una especial incidencia en Asia. En este último ejercicio se enfrentó a acusaciones de vendedores a corto relacionadas con el lavado de dinero. Su respuesta se repitió una y otra vez: negarlo y acusar a quienes esgrimían esos argumentos de manipular la acción a la baja. Incluso, con el tiempo, fue más allá. Según apuntó en su momento el diario económico Financial Times, que ha sido quien ha destapado el escándalo con sus publicaciones, un ex jefe de inteligencia libio construyó una operación de vigilancia en Londres que se dirigió a una serie de inversores que apostaron contra la 'fintech', entre los que se encontraba el hedge fund Crispin Odey. Este último ha reportado jugosas ganancias por esas posiciones bajistas.

La investigación del FT, clave

Pero el golpe definitivo llegó a principios 2019. Las acusaciones no llegaron desde fuera, a través de 'hedge funds' y otros bajistas. Tal y como destapó el FT, hubo una reunión clave un año antes antes. En enero de 2018, el director de las operaciones de contabilidad y finanzas para Asia de la compañía, Edo Kurniawan, reunió a su equipo en Singapur y dibujó en una pizarra la forma para 'cocinar' los libros contables y engordar las cifras de negocio para convencer a los reguladores de Hong Kong y así conseguir la licencia con la que repartir tarjetas prepago en China. En ese encuentro se planteó el esquema que podría estar detrás del importante agujero en las cuentas que acaba de ser confirmado por la auditora. Y de esa reunión salió uno de los empleados que alertó de las prácticas.

El esquema que señaló aquel directivo es conocido en inglés como 'round tripping'. Básicamente se trataba de una organización circular en la que los ingresos eran ficticios pues el dinero salía de un banco de Wirecard en Alemania, afloraba en el balance de una filial inactiva en Hong Kong y aterrizaba en los libros de un 'cliente' externo para luego viajar de vuelta a la propia Wirecard en India, donde los auditores de allí lo calificaban como unos ingresos comerciales legítimos. 

El crecimiento teórico en Asia, con las compras de varios negocios desconocidos, levantó las sospechas de algunos analistas. "No tengo claro cómo están creciendo tan rápido; especialmente cuando la compañía es tan grande y sigue creciendo al 25% al año", afirmaban desde Macquaire. En Citi hablaban de la opacidad del informe anual, que impedía determinar de dónde procedían esas fuentes de mejora. Hasta ese momento, el inversor no quería ni oír hablar de problemas, ni de posibles fraudes contables. La cotización se multiplicó por 5 en los dos últimos años hasta tocar techo en 2018. Fue ahí cuando muchos 'brokers' arquearon sus cejas: superó en cotización a Deutsche Bank y además logró sustituir en la élite bursátil del Dax a Commerzbank, el segundo banco comercial privado del país germano.

En 2019 llegaron las primeras revelaciones en el Financial Times que desembocaron en una primera investigación de la policía de Singapur. A partir de ahí ha sido un tira y afloja hasta que la auditora KPMG asestó un primer y duro golpe el pasado mes de abril. Dijo que se habían enfrentado a numerosas trabas para acceder a toda la información con el objetivo de comprobar si todo el negocio declarado era real. Pero también reveló que los gerentes no registraron actas de los comités ejecutivos y señaló posibles problemas en cómo Wirecard calculó las reservas de efectivo y cómo reservó los ingresos generados por terceros socios comerciales.

Al borde del abismo

Desde Wirecard trataron de correr un velo sobre todo esto. Pero la situación se convirtió en insostenible después de posponer hasta en tres ocasiones la publicación de sus cuentas de 2019 en los primeros meses de este año. ¿La razón? Serias discrepancias con su auditor EY. El pasado jueves anunció el cuarto retraso de la presentación de los números y EY alertó que no habían sido capaces de comprobar la existencia real de 1.900 millones de euros en efectivo de su balance. El consejero delegado y su cara visible desde hace casi dos décadas, Markus Braun, se vio obligado a presentar su dimisión.

El futuro de una de las grandes promesas del sector tecnológico alemán está más en entredicho que nunca. Pero este escándalo contable también ha dejado en una situación delicada a los supervisores y reguladores germanos. Hay quien señala a la CNMV alemana (Bafin), que llegó a presentar una demanda contra los periodistas del Financial Times al comprobar que las informaciones publicadas por el diario habían desatado una oleada de operaciones de bajistas que hundieron las acciones. También prohibió las ventas en corto a mediados del año pasado. Sin embargo, tras las evidencias encontradas, tiene varias investigaciones abiertas.

Acorralada por los diferentes frentes abiertos, entre los que se encuentra el abierto por la Fiscalía de Munich, Wirecard se enfrenta a una situación muy delicada en lo financiero. Las acciones se han hundieron casi un 50% este viernes. Y su liquidez se va a ver seriamente afectada. El 'niño mimado' de la bolsa alemana se encuentra ante sus días más negros.

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