El negocio inmobiliario de los campos de golf se hunde por el coste de mantenerlos

  • Mantener un campo de golf cuesta de 400.000 hasta 2 millones de euros anuales, dependiendo del tamaño.
Tres ofertas optan a la concesión de la cafetería del golf de Mataleñas
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EUROPA PRESS

Encuentre un chalet a precio de ganga junto a un campo de golf... pero cuidado con el mantenimiento. Eran el 'caramelo' inmobiliario en los años previos a la crisis. Tener una casa cerca de un campo de golf cotizaba al alza y podía aumentar su precio hasta un 35%. Sin embargo, tras el estallido de la burbuja y la quiebra del ladrillo, pasaron a convertirse en una verdadera pesadilla urbanística: nadie quería invertir en ellos, eran demasiado caros de mantener y, en consecuencia, se transformaron en un lastre, tanto para propietarios como para promotores, que vieron atónitos, como los precios caían más de un 50% durante estos años. 

Uno de los motivos principales para que estos activos perdieran tanto valor es, sin duda, el alto coste que implica su mantenimiento. Según Ecologistas en Acción, el consumo medio de agua de un campo de golf de 18 hoyos y 60 hectáreas es de 10.000 metros cúbicos de agua por hectárea, es decir 18 hectómetros cúbicos cada año. Como referencia, esta cantidad equivaldría al consumo anual de agua para una población de 200.000 habitantes. No solo eso. Al derroche de agua, cada vez a un precio más elevado, habría que sumarle los gastos de personal. Las cifras hablan por sí solas: mantener un campo de golf cuesta de 400.000 hasta 2 millones de euros anuales, dependiendo del tamaño.

Según Aguirre Newman, casi el 60% de los aproximadamente 400 campos de golf existentes en España se construyeron al amparo de desarrollos inmobiliarios. Es decir, en la mayoría de los casos estaban vinculados a urbanizaciones y chalets, lo que provocaba que fueran los propios vecinos quienes debían asumir, a través de la cuota de la comunidad, los gastos de mantenimiento, que no bajaban de los 300 euros mensuales. Pronto, estos fueron inasumibles y muchos decidieron deshacerse de estos activos y continuar su afición como socios externos de un club.

Mejor ser socio a propietario

Las cuentas salen. Tal y como explica Making Golf, el coste anual para un socio de un campo de golf ronda los 1.500 euros, frente a los 3.600 que cuesta solo la comunidad de vecinos en una urbanización con campo, y eso sin tener el cuenta el precio derivado del mantenimiento de la vivienda que, en muchas ocasiones, era una segunda residencia a la que solo se sacaba partido menos de dos meses al año. Uno de los casos más paradigmático fue el de Polaris Word, en Murcia, donde la crisis ha provocado que casas unifamiliares que rondaban los 250.000 euros, ahora apenas lleguen a los 50.000, amén de que la compañía fue obligada este año a indemnizar más de 200 propietarios por no construir las instalaciones prometidas en dicha urbanización.

Sin embargo, el número de socios dedicados a este deporte ha ido cayendo también en picado. Según la Federación Española de Golf, en 2010 había 338.588 federados en España que se han ido reduciendo hasta los 273.527 en 2017. Tampoco son más halagüeños los datos referidos al turismo golfista: de 198 millones antes de la crisis a los 53 millones de euros el año pasado, la mayoría procedentes de Alemania, Reino Unido y países nórdicos, según datos de Aymerich Golf Management, empresa líder en planificación, desarrollo y gestión profesional de campos de golf en España.

La esperanza se concentra ahora en los campos asociados a las viviendas de super lujo. Pocos de los que sobreviven a los embates de este sector se concentran en la zona de Sotogrande. Concretamente, La Zagaleta, una urbanización de alto standing cuyos precios oscilan entre los 12 y los 14 millones de euros y que está desarrollando un segundo complejo, similar al primero, pero orientado a los 'millenials', y para lo que se adquirió, a finales del año pasado, el campo de golf de Real Club Valderrama por 28 millones de euros.

Los fondos de inversión, en el horizonte

Además, los grandes fondos de inversión están volviendo a mirar tímidamente a los resorts vinculados al golf sobre todo en el Algarve portugués y la Costa Brava y la Costa Blanca en España, según la consultora CBRE. Lone Star, Orion o Cerberus ya han empezado a invertir en este producto pues esperan que, con el nuevo resurgir del ladrillo, los campos de golf vuelvan a ser ese reclamo que abría el apetito del comprador en la Península. 

Según fuentes de la consultora, este sector podría volver a crecer poco a poco a medida que la recuperación del ladrillo se consolide y se aleje la sombra de una nueva burbuja. Los buenos datos de empleo, por otra parte, revertirán lentamente, consideran, la tendencia a la baja de las licencias para este deporte y los aficionados volverán al 'green'. No obstante, desde la consultora sostienen que es poco probable que los campos de golf vuelvan a construirse masivamente como reclamo para urbanizaciones medias, sino que se centrará en aquellos segmentos destinados al lujo, especialmente en la Costa del Sol y Baleares.

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