La demanda eléctrica de la industria sufre el mayor desplome de la última década

  • Entre los 20 mayores sectores por consumo de electricidad sólo media docena registran datos positivos en los últimos 12 meses.
Gráfico consumo industria.
Gráfico consumo industria.

El consumo eléctrico de la industria se desploma. No se había visto nada igual desde que comenzó el registro de los datos, allá por el año 2010. Lo dice el gestor del sistema eléctrico Red Eléctrica de España (REE). La empresa elabora un índice que está teñido de rojo en prácticamente todos los sectores de actividad industrial. La palma se la lleva la metalurgia. En el mes de mayo registró una caída de la demanda del 17,6%, un desplome que en el año roza el 8%. Sólo la industria textil, la alimentaria o los productos electrónicos e informáticos se salvan del hundimiento.

El chivato que se ha encedido es el IRE (Índice de Red Eléctrica). Recoge la evolución sectorial de la demanda de electricidad en grandes consumidores y en mayo registró "el mayor retroceso interanual desde que se viene elaborando esta serie, el año 2010", según la descripción del gestor. Que la industria muestre una caída tan alarmante en el consumo de energía puede responder a tres razones: una fuerte mejora en la eficiencia del consumo, un profundo cambio en la estructura de producción de las empresas o lo que es más probable, una caída de pedidos y de producción.

El dato preocupa. Las grandes compañías tiene previsto utilizarlo en una próxima reunión con el Ministerio de Industria que dirige Reyes Maroto. La Asociación de Empresas con Gran Consumo Eléctrico (AEGE) lo expresa de forma contundente: "La industria electrointensiva está en alerta máxima; o se apoya y fortalece a la industria en este periodo de transición energética o el país puede perder uno de los principales motores tractores de su economía".

Demasiados sectores en problemas

Lo cierto es que de los 20 sectores que recoge el IRE de Red Eléctrica, sólo media docena han consumido más energía en el último año. Son los de fabricación de productos minerales no metálicos; alimentación; logística; comercio al por mayor; suministro eléctrico y otras industrias extractivas. En el resto, el panorama es preocupante. La demanda eléctrica en la metalurgia cae un 7,7% interanual; un punto más, hasta el 8,7% cae en la industria química; un 7,4% en la industria del automóvil y hasta un 12,6% en las refinerías.

El dato correspondiente a la fabricación de vehículos de motor se ajusta como un guante a los números de la patronal de fabricantes Anfac. España está registrando un descenso de producción más que significativo en una industria, la del automóvil, que representa en torno al 9% del PIB según datos de la CEOE , supone el 19% de las exportaciones y emplea de forma directa a 300.000 personas -hasta 2 millones de forma indirecta-.

En mayo, mes en el que la industria automovilística redujo su consumo eléctrico un 12,8%, se produjeron 294.146 vehículos. Una buena cifra, pero un 6% inferior a la registrada en el mismo mes de 2018. Lo preocupante, subrayan los fabricantes, es que el de mayo es el séptimo mes consecutivo de caídas. Y en los seis primeros meses, el descenso acumulado es del 5,6%. La mezcla de exigencias mediaombientales, dudas entre los consumidores a la hora de elegir diésel o gasolina y un mercado europeo debilitado explica los descensos.

Sombras en la recuperación

Las sombras para la industria se mantienen pese a la recuperación. El posible bajón en la actividad que se desprende de los datos de consumo de energía caen sobre un terreno que aún no se ha recuperado de la crisis. En lo peor de la recesión, entre los años 2009 y 2014, se destruyeron más de 800.000 puestos de trabajo en la industria, según las estadísticas del Ministerio de Trabajo. Pese a que el PIB ha crecido en los últimos años a buen ritmo, la industria sólo ha creado 361.000 empleos.

Las dificultades están saliendo a la luz con los conflictos, expedientes de regulación y amenazas de cierre en empresas como Arcelor, Alcoa, Ferroatlántica o Celsa. Pero más allá de la preocupación y los parches, no parece haber más soluciones. El objetivo que impulsa la UE desde el año 2014 intenta que en 2020, el  peso de la industria en el PIB de los países miembros sea de al menos el 20%. España ronda el 16%, según la contabilidad nacional.

Las perspectivas no son demasiado halagüeñas. Una de las grandes palancas para lograr los objetivos industriales es la inversión en I+D+i. España ha incrementado significativamente la inversión en innovación en los últimos años. En 2018, un 6% más que en 2017. Son 14.052 millones, según la Fundación Cotec, pero en términos de PIB se ha pasado del 1,19% al 1,20%. Lejos, muy lejos del objetivo del 2% en 2020 y también muy lejos de la media europea que se sitúa en el 2,7% del PIB. La industria lo tiene complicado y España se consolida como un país de servicios.

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