La crisis política deja 'tocada de muerte' la joint venture naval francoitaliana

  • El eje franco-alemán bien puede servir para dejar a Italia fuera del acceso a las partidas del recién creado Fondo Europeo de Defensa.
Emmanuel Macron en Bruselas
Emmanuel Macron en Bruselas
EFE

La llegada al Gobierno italiano de los ultraderechistas de la Liga Nord y los populistas del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) ha convertido en un terreno pantanoso las, hasta entonces, plácidas relaciones entre el país transalpino y sus vecinos franceses.

Tras constantes choques en política de inmigración, con la bandera del cierre de fronteras y de puertos enarbolada por Matteo Salvini, el último episodio de la creciente tensión ha sido la llamada a consultas de su embajador en Italia por parte de París, debido a lo que califican de "injerencias inaceptables" en la política gala, después de que el vicepresidente de Italia y líder del M5S, Luigi di Maio, se reuniera con representantes del movimiento de los 'chalecos amarillos', que tiene en jaque en estos momentos al Ejecutivo de Macron.

Vista así las cosas, las nuevas aventuras económicas puestas en marcha entre ambos países corren el riesgo de irse al traste, y de forma destacada la alianza industrial firmada entre ambos países en octubre del pasado año, con la constitución de una Joint Venture (JV) al 50% entre la italiana Fincantieri y la gala Naval Group.

Fincantieri, es la mayor compañía naval de Europa, y el grueso de su capital está en manos de 'Cassa depositi e prestiti', entidad que a su vez controla de forma mayoritaria el Estado italiano. Naval Group (antigua DCNS) es el constructor naval semipúblico de Francia. En concreto, un 64% de la misma pertenece al Estado francés y un 35% a la firma gala Thales, quedando el 1% restante en manos de diversos actores.

En el citado acuerdo, que se trabajó durante la 34ª cumbre franco-italiana celebrada en Lyon el 27 de septiembre de 2018, se decidió que la firma naciente se dedicaría a la preparación de ofertas ganadoras en programas de exportación de buques, además de unificar los esfuerzos de investigación y desarrollo de nuevos productos.

Pero algo ha debido de cambiar en estos últimos meses para que la relación entre ambos gobiernos se haya enfriado. Muestra de ello es la petición por parte de Francia y Alemania a la Comisión Europea (CE) de revisar la compra por Fincantieri de Chantiers de L'atlantique, los astilleros galos con base en Saint- Nazaire, dedicados principalmente a la construcción de barcos de pasajeros. La CE informó el pasado 8 de enero que había aceptado la solicitud al considerar que había motivos para considerar la compra como lesiva para la competencia a escala europea y global, sin que ello prejuzgue su decisión final.

El movimiento del Ejecutivo francés, que hizo saltar las alarmas en el Gobierno italiano, parece obedecer a un giro en su política exterior, más cercana a Alemania en los últimos meses, y sellada en el ámbito de la cooperación para la industria militar con el acuerdo firmado hace unos días entre los titulares de Defensa de ambos países para otorgar a Airbus y Dassault la puesta en marcha del ambicioso proyecto del Future Combat Air System, el relevo natural del Eurofighter, que pretende ser un caza de sexta generación. A este proyecto ha solicitado unirse España oficialmente.

El desencuentro patente entre Roma y París puede, sin duda, dar al traste con los proyectos de la JV cerrada en octubre, tal y como señalaba Jean Pierre Davis, investigador del 'think tank' IAI a la publicación especializada Defensenews.com. En esta misma publicación se recogía la opinión de otro especialista del citado centro de análisis, que el estrechamiento de lazos entre franceses y alemanes bien puede servir para dejar a Italia fuera del acceso a las partidas del recién creado Fondo Europeo de Defensa.

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