Viaje al corazón de las becas de Amancio Ortega: de Reinosa a estudiar en Alabama

  • En las ocho ediciones en marcha, la Fundación Amancio Ortega ha becado a 2.300 estudiantes de 1º de Bachillerato. Entre un 70% y un 75%, chicas.
Así se preparan los becarios de la Fundación Amancio Ortega
Así se preparan los becarios de la Fundación Amancio Ortega
José González

"Nos preguntan de todo: si van a hacer amigos, cómo es estar con las familias, cuáles son los horarios, si se parece a 'High School Musical", enumeran Natalia y Daniel, monitores de más de de 200 de los 500 estudiantes que se preparan para estudiar becados, en Canadá o Estados Unidos, por la Fundación Amancio Ortega. Saben de lo que hablan. Los dos dieron el salto hace dos años para vivir allí el equivalente a primero de Bachillerato. Daniel fue a Kansas; Natalia, a Alabama.

"Siento que he vivido una doble vida: la de allí y la de aquí", explica Daniel Durán. "Lo mejor es integrarte en una sociedad diferente, que conoces por las películas. Y desmontar mitos, como que creemos que los americanos son muy modernos. Hay gente que te mira por encima del hombro pero como en todas partes". Ahora, de vuelta en Madrid, estudia Administración y Dirección de Empresas e Informática en la Universidad Complutense.

"Para mí, estudiar allí, ha sido como escribir mi propia historia", apunta Natalia Manzano. Su aterrizaje no fue sencillo. "Al principio tuve que cambiar de familia, porque no encajamos". Luego, sin problemas. “Ahora hablo todos los días con mis amigos americanos por Snapchat", añade. "Fue mucho más difícil la vuelta porque, cuando te vas, sabes que vas a volver a España pero no sabía si volvería a Alabama. Las dos últimas noches allí no podía dejar de llorar". Natalia, de Reinosa (Cantabria), vive hoy en Madrid, donde estudia Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos.

Los nervios

"Estamos nerviosos. No sabemos dónde vamos a a ir, qué familias nos van a tocar. A mí me gustaría alguna de las dos costas", afirma Lucía Wolff, de San Sebastián, una de las estudiantes que se prepara para dar el salto el próximo curso a Estados Unidos.

No sabe adónde irá porque ésa es una de las condiciones del programa. Los estudiantes no eligen, sino que se presentan a las pruebas sabiendo que será un destino aleatorio. La única certeza que tienen: irán a Estados Unidos o a Canadá. No a grandes núcleos urbanos, como Nueva York, sino a localidades pequeñas donde la convivencia y su integración es más fácil. "Yo me presenté porque mi madre se enteró de las becas, me preguntó y aquí estoy. Tengo un amigo que está en lista de espera pero no lo tiene fácil", asegura el sevillano Amador Sánchez.

Imagen de Lucía Wolff y Amador Sánchez, estudiantes becados por la Fundación Amancio Ortega.
Amador Sánchez y Lucía Wolff, estudiantes becados por la Fundación Amancio Ortega. / José González.

Durante el pasado fin de semana, más de 100 estudiantes de toda España se han preparado en Madrid para asimilar una experiencia que les cambiará y hará madurar. "Muchas veces no saben lo preparados que están. El idioma lo manejan bien pero es cierto que están solos", reconoce Belén Ocampo, coordinadora de programas educativos de la Fundación Amancio Ortega. "Los preparamos [con charlas, talleres, formaciones, donde es obligatorio estar sin teléfono móvil durante dos días] para lo que van a vivir allí y para la vuelta. Les ayudamos a fortalecer sus habilidades sociales, a gestionar las emociones y a ser empáticos, para que sepan ponerse en el lugar del otro. Se trata de darles una mochila de herramientas".

El proyecto

El programa de becas de Amancio Ortega nació en el año 2010. Primero, para estudiantes de Bachillerato gallegos. Luego, para el conjunto de España. En las ocho ediciones que lleva en marcha han pasado 2.300 estudiantes. La mayoría chicas. "Se nota desde las pruebas, pasa todos los años, entre el 70% o el 75% son chicas", indica Ocampo.

"El programa nació porque la fundación quería hacer una acción que fuese transversal, que llegará al mayor número de personas, y en España hay un problema, que somos un país deficitario en inglés. De ahí surgieron las becas, aunque son algo más porque, al final, son una experiencia de desarrollo personal", argumenta la responsable de la organización creada por el fundador de Inditex (Zara, Bershka, Pull & Bear…), que destina a estas becas 12 millones de euros anuales.

Hasta llegar hasta aquí, los 500 estudiantes becados han tenido que pasar por un proceso de selección al que se presentan más de 10.000 candidatos, que incluye un examen de inglés y una entrevista personal. Además, deben contar con un expediente académico con una nota media de siete en Tercero de la ESO; y de ocho en inglés. "Sus notas, en realidad, son bastante más altas. La gran mayoría estudia en colegios públicos y son brillantes", matiza Ocampo. Más allá del expediente, en la elección de los becarios pesa, en un 60%, la renta media de sus familias.

El seguimiento de los adolescentes se prolonga a lo largo de 18 meses. También a su regreso. "A veces, es más 'shock' que la ida. Hay que prepararlos", asume Belén Ocampo. Así le pasó a Daniel Durán. "Volver a clase en España no fue fácil. Allí es una enseñanza mucho más práctica. Eligen lo que estudian. Es diferente".

"Cuando vuelven, siempre nos dicen lo mismo, que han vivido una vida entera en sólo un año. Son más maduros, tolerantes y más abiertos de miras", resume la responsable de la fundación. Y no sólo hay que preparar a los chavales, también a sus padres. "Claro que hay que darles formación. Tienen que asumir que su hijo está a 10.000 kilómetros y que su papel es distinto. Por ejemplo, tienen que saber no pueden llamarlos cinco veces al día".

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