El relevo en la presidencia de la Fundación Ramón Areces permitirá a Marta Álvarez visibilizar su ejercicio de poder al frente de todo el imperio empresarial de El Corte Inglés. Como ocurriera en los tiempos de Isidoro Álvarez, la presidencia del gigante de los grandes almacenes, así como la de la institución que es su máximo accionista, será ostentada por la misma persona. En contrapartida, el cese del hasta ahora presidente de la Fundación, Florencio Lasaga, puede interpretarse como el final de una etapa histórica en la vida de la empresa que desde los años 40 del pasado siglo ha sido uno de los grandes elementos vertebradores de la economía española.
Florencio Lasaga es el ‘último mohicano’ del equipo ejecutivo que encabezó el mítico don Ramón al frente de El Corte Inglés. El penúltimo era Carlos Martínez Echevarría, que abandonó el consejo de administración del grupo el pasado mes de noviembre. Ambos constituían la llamada ‘vieja guardia’ que garantizó la continuidad del modelo de gestión dentro de la empresa durante toda la etapa de Isidoro Álvarez y cuyo papel fue decisivo también tanto en la transición de la compañía bajo la presidencia de Dimas Gimeno, así como en la irrupción de las hermanas Álvarez tras el fallecimiento de su padre en 2014.
Tras la incorporación de Marta Álvarez a la presidencia de El Corte Inglés tanto Lasaga como Martínez Echevarría fueron rebajando su capacidad decisoria en la empresa hasta abandonar hace un par de años todas las funciones ejecutivas que habían atesorado a lo largo de las últimas décadas como genuinos representantes del legado de Ramón Areces. Uno y otro se mantuvieron entonces como miembros del consejo de administración de la empresa y patronos de la Fundación, asumiendo Florencio Lasaga el cargo de presidente de esta última institución.
Una de las opciones que se habían barajado hasta hace poco consistía en que las hermanas Álvarez se repartieran los dos cargos institucionales más importantes del grupo. Teniendo en cuenta que Marta asumió en julio de 2019 la presidencia de El Corte Inglés, todo hacía presagiar que sería Cristina Álvarez quien sustituyese a Florencio Lasaga al frente de la Fundación Ramón Areces. La solución acordada finalmente ha puesto de relieve la exquisita relación de las dos hermanas hasta el punto de que ha sido Cristina la que formalmente y en su calidad de vicepresidenta de la Fundación, ha propuesto el ascenso de Marta como presidenta.
La solución acordada pone de relieve la exquisita relación de las dos hermanas ya que ha sido Cristina la que ha propuesto el ascenso de Marta como presidenta
Lasaga continuará como patrono de la Fundación al igual que Martínez Echevarría. De momento también seguirá formando parte del consejo de administración de El Corte Inglés. Desde la cadena de grandes almacenes apuntan a dos cuestiones clave sobre el reciente nombramiento de Marta Álvarez, en conversaciones con La Información. La empresa asegura que el relevo mira por la estabilidad accionarial de todo el grupo, así como por la solidez de los proyectos de futuro en la hoja de ruta de la histórica compañía.
Asimismo, la sociedad incide en que la designación fue aprobada en la mañana de este pasado martes por unanimidad -incluidos los 'síes' del tío de Marta Álvarez, César Álvarez-, a propuesta de Cristina Álvarez en calidad de vicepresidenta de la Fundación Ramón Areces. El cambio en la cúpula de la entidad -principal accionista del grupo de grandes almacenes con un 37,39% del capital- pretende mandar un mensaje claro a todos los 'stakeholders' (el conjunto de los agentes relacionados con las actividades y decisiones de una empresa), "desde nuestros clientes hasta nuestros proveedores", incide la compañía.
En paralelo, Dimas Gimeno abandona su cargo como patrono de la Fundación, con lo que se cierra una etapa cuyo final empezó a escribirse con la venta de sus acciones en IASA (segundo mayor accionista de El Corte Inglés) por parte del expresidente de la compañía de distribución y de su madre, María Antonia Álvarez. La operación, que tuvo lugar el pasado febrero, implicó un desembolso por parte de la compañía de 145 millones por el 5% del capital en manos del sobrino de Isidoro y su madre, una participación que desde entonces pasó a ser autocartera.
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