El 'efecto Masterchef': Pepe Rodríguez cuadruplica el beneficio de El Bohío

  • El chef toledano se hace de oro gracias a la televisión. Su restaurante arrasa, la plantilla crece y él factura más que nunca. 
El toledano Pepe Rodríguez, jurado de Masterchef: "La cocina de la región puede estar a la altura de las grandes"
El toledano Pepe Rodríguez, jurado de Masterchef: "La cocina de la región puede estar a la altura de las grandes"

José Rodríguez Rey, conocido como Pepe Rodríguez, es un cocinero español, chef del restaurante El Bohío, con una estrella Michelin. Sin embargo, su popularidad se debe a que forma parte del jurado de la edición española de MasterChef, el programa al que lleva entregado desde 2013. El popular presentador lleva seis años trabajando para que su marca personal televisiva nunca se desligue de su restaurante, un mesón de buen comer a orilla de la antigua carretera de Toledo, a su paso por la localidad de Illescas. 

No en vano, la cuenta oficial de Twitter que utiliza para su perfil como miembro del jurado del programa es @Pepe_elBohio y tiene 165.000 seguidores que han interiorizado el nombre del restaurante -hace referencia al pasado cubano de su familia, porque sus abuelos y su madre nacieron en la isla-. Esta campaña de marketing se está traduciendo en pingües beneficios: la sociedad que gestiona el restaurante que lleva con su hermano Diego presenta en el ejercicio actual mejores resultados que nunca. Los datos hablan por sí solos: en 2017 tenía un tímido positivo en resultado de balance de casi 60.000 euros.

Este ejercicio, El Bohío ha conseguido facturar 246.898,81 euros, multiplicando por cuatro los datos del año pasado. El Bohío tenía ya una estrella Michelin cuando Pepe Rodríguez entró a formar parte del 'talent show' culinario. Reconocido con tres soles de la Guía Repsol 2014, Rodríguez recibió la mencionada estrella en 1999 y la preserva desde entonces. Once años más tarde, en 2010, fue galardonado con el Premio Nacional de Gastronomía. Pero el empujón definitivo se lo ha dado la tele. 

Su cifra de negocio también ha recibido un fuerte empujón y es que en El Bohío se necesitan meses para conseguir una mesa. Han pasado de tener un millón de euros a 1,6 en este ejercicio. Curiosamente, los costes de personal se han disparado (de 340.000 a 512.000 euros), pese a que sigue teniendo casi el mismo número de trabajadores: 19 fijos y 80 eventuales. Sin embargo, el restaurante y su faceta televisiva no son las únicas vías de ingresos de este cocinero, que se ha lanzado a los brazos de la publicidad y es además asesor de Sodexo Prestige.

El toledano, discípulo de Martín Berasategui, colabora desde 2014 con esta división empresarial dedicada a ofrecer servicios de alta restauración en eventos, desde la gestión de restaurantes y celebraciones corporativas, hasta la organización de grandes acontecimientos deportivos y culturales. Hay quien asegura que al personaje de Pepe no se le ha sacado todavía todo el rédito publicitario que tiene. Y eso que ya le hemos visto dando las campanadas de fin de año junto a Jordi Cruz y Anne Igartiburu.

Hoy, el televisivo chef tiene además una sociedad dedicada al asesoramiento integral en cocina, que tuvo un balance de ventas en 2017 de 237.150 euros. La tiene domiciliada en una de sus propiedades, un chalet del vecino complejo Señorío de Illescas, lindando con las instalaciones que Airbus tiene en esta ciudad. Pepe sigue dedicando todo el tiempo a la cocina, "casi como un deportista de élite", como a él le gusta decir. Está orgulloso de su aterrizaje forzoso en los fogones familiares cuando tenía 22 años , pero sabe que no se puede quedar dormido. 

En 2010, junto a su hermano Diego, Iván Cerdeño y Rodrigo Delgado, fundó el restaurante La casa de Carmen (en Olías del Rey, Toledo), que en noviembre de 2013 también consiguió una estrella Michelin. Aunque desde 2017 ya no figuran ni él ni su hermano en el accionariado de la sociedad que gestionaba el restaurante de Cerdeño. De momento, El Bohío sigue parapetado en Illescas y no se plantea su salto a Madrid...  aunque la idea siempre está en el tintero. 

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