Personajes de agosto

Melinda Gates, la súper rica que dirige la organización caritativa más poderosa

La sexta mujer más poderosa del mundo se reivindica también como la feminista más influyente y con más dinero para destinar a ayudas sociales al tercer mundo. También obliga a su marido Bill a lavar los platos.

Melinda Gates, la súper rica que dirige la organización caritativa más poderosa.
Melinda Gates, la súper rica que dirige la organización caritativa más poderosa.
EP

En el verano de 1987, Melinda French estaba a punto de empezar a trabajar en IBM. Tenía su título recién estrenado de Ciencias de la Computación y Economía por la Universidad de Duke. Mientras conversaba con el responsable del departamento de Recursos Humanos de IBM que le entrevistaba, Melinda comentó que le habían ofrecido un puesto de trabajo en Microsoft. "Si recibes una oferta de trabajo de ellos, acéptala, porque la posibilidad de ascender allí es excelente", le dijo la persona de IBM. Melinda le hizo caso y entró a trabajar en el departamento de desarrollo de productos de Microsoft, donde desarrollaría una rápida carrera hasta los puestos más altos.

El interés de Melinda por la tecnología le nació desde que era pequeña. Había nacido en Dallas (Texas, 1964) y era hija de una ama de casa y un ingeniero del proyecto Apolo, la aventura espacial que puso a un hombre en la Luna. Uno de sus mayores momentos de revelación lo tuvo el día en que vio despegar un cohete Apolo, con los poderosos propulsores del gigante emitiendo un poderoso lanzallamas, para elevar aquella masa de varias toneladas y dirigirla al espacio. Para ella fue un "momento de elevación" (moment of lift), lo cual con el tiempo daría pie a un libro crucial para las mujeres escrito por ella. 

Su pasión por la tecnología no cesó de crecer. En los años 70, cuando era tenía 14 años, y estudiaba en la Escuela Católica de Santa Mónica, su padre compró un ordenador Apple II que le permitió a Melinda conocer el lenguaje de programación Basic y los videojuegos. Melinda ya era la mejor alumna de clase y, en sus tiempos libres, ayudaba a los niños más pequeños a aprender matemáticas y programación. Cuando terminó el bachillerato, Melinda hizo un curso de preparación universitario en la Academia Ursulina, donde por razón de su rendimiento, tuvo el honor de dar el discurso de graduación de su promoción ("valedictorian"). Luego, entró a estudiar Ciencias de la Computación en la Universidad de Duke y, tras graduarse, trabajar en Microsoft en 1987. Ese mismo año conoció a Bill Gates en una feria de informática, cenaron juntos, y ella le ganó en un juego matemático. Desde entonces empezaron a salir.

Melinda fue responsable del desarrollo de productos como Encarta, Microsoft Bob, Money, Cinemania, Publisher Works (Macintosh), Word (el famoso editor de documentos), y Expedia, que llegó a ser el mayor portal de viajes de EEUU. Fue nombrada directora general de Productos de Información a principios de los noventa. En 1994 se casó con Bill Gates y pasó a ser Melinda Gates. En 1996, cuando tuvo a su primer hijo, decidió tomar una decisión sorprendente: retirarse de la compañía y dedicarse a su familia. 

Pero lo que previsiblemente se iba a convertir de una vida de ama de casa vinculada a un apellido como Bill Gates tomó entonces otro rumbo. Un día, cuando la pareja viajaba por África, descubrió la pobreza. Cientos de familias viviendo en condiciones penosas. Y los Gates se preguntaron: "¿Tiene que ser así?". Cuatro años después de salir de Microsoft, Melinda y Bill lanzaron la Fundación Bill y Melinda Gates que es actualmente la actividad que les lleva más tiempo. 

Al principio, era una fundación como muchas que hay en Estados Unidos, donde las donaciones privadas a proyectos de interés social son actos casi obligatorios de las familias ricas, gracias a los cuales pueden deducirse impuestos. Según la página web de la fundación, los Gates han donado personalmente 36.000 millones de dólares desde 1994, y han obtenido unas deducciones fiscales de 11% de esa cantidad. 

Con el tiempo, la Fundación Bill y Melinda Gates se ha convertido en la mayor fundación privada del mundo, pero la Fundación, al ser una organización caritativa, no paga impuestos. Tiene unos activos de 50.000 millones de dólares, (auditados por KPMG), procedentes de donaciones de las fortunas de los Gates, pero también de otros como Warren Buffett. La fundación, que cuenta con cerca de 1.500 empleados e invierte unos 5.000 millones de dólares al año: para ayudas contra la pobreza, para el desarrollo de medios sanitarios a escala mundial, y también ayudas para el desarrollo educativo de niños en EEUU. 

Su objetivo es reducir las desigualdades en el mundo siguiendo el lema que muestra la página web: "Todas las vidas tienen el mismo valor". Entre los proyectos más curiosos de la fundación ha estado el desarrollo de una taza de wáter autónoma, que no usa apenas agua, y que transforma las heces en fertilizante. Según los Gates, más de 2.500 millones de personas en el mundo no tienen acceso a sanitarios básicos como wáteres. 

La vida de Melinda Gates consistía en gestionar los fondos y salir en las fotos cuando hacían donaciones o visita colegios. Pero en 2019 las cosas cambiaron bastante: publicó un libro titulado 'Moment of Lift' ('Momento de elevación', que en España se llama 'No hay vuelta atrás'), basado en aquellos maravillosos recuerdos que tuvo de pequeña al ver elevarse un cohete. Cuando se publicó el libro, unos la adoraron aún más. Otros la odiaron. 

En primer lugar, no es un libro de ocurrencias sino un manifiesto sobre el poder de las mujeres en el mundo que podía haber sido escrito por una feminista con argumentos imbatibles. "Durante años, cuando los economistas evaluaban la productividad de una granja familiar, medían las horas de quienes trabajaban en la granja, pero no contaban las horas de las mujeres en la cocina, en la limpieza y en el cuidado que permitió que los trabajadores agrícolas fueran productivos". 

En el libro destaca el trabajo de la economista neozelandesa Marilyn Waring durante los ochenta, que estuvo viajando por el mundo para comprobar cómo se remuneraba el trabajo de la mujer y escribió el libro 'If women counted' (Si las mujeres fueran tomadas en cuenta). Waring descubrió que el trabajo femenino de casa sencillamente no se remuneraba. "Pagamos por el cuidado de niños. Pagamos por el gas para hacer funcionar una estufa. Pagamos a una fábrica para hacer comida a partir de granos. Pagamos por el agua cuando llega a través de un grifo. Pagamos por una comida que se sirve en un restaurante. Pagamos por la ropa lavada en una lavandería. Pero si una mujer lo hace todo sola: cuidar a los niños, cortar leña, moler granos, ir a buscar agua, cocinar y lavar la ropa, nadie se lo paga. Nadie la toma en cuenta, porque es ‘trabajo doméstico’ y es ‘gratis". 

Por supuesto que al tratarse de una de las mujeres más ricas del mundo y blanca, sufrió toda clase de críticas. "Usted no sabe lo que es levantarse antes de que salga el sol", decían algunos. Melinda respondió en una entrevista a 'The Cut'. "Soy una persona mañanera. Me gusta levantarme alrededor de las 6:30 a.m., y paso esa primera hora en 'tiempo de silencio'. Hago meditación, algunos estiramientos, yoga y siempre hago algún tipo de lectura espiritual, como 'El libro del despertar' de Mark Nepo”. Luego desayuna con su familia y acude al trabajo de la Fundación, donde está promoviendo la idea de que los millonarios del mundo pongan sus fortunas en la Fundación (el proyecto 'The giving pledge') para invertir en obras sociales por el mundo. 

En realidad, el libro de Melinda Gates es un relato de su evolución desde ama de casa hasta convertirse en una feminista a lo largo de los años, una mujer que ahora comparte al 50% las decisiones domésticas y de la Fundación con su esposo Bill. Pocos saben que obligó a Bill Gates a lavar los platos, a llevar a los niños al cole en coche, y a ocuparse del perro, cosa que en el mundo desarrollado suelen hacer las mujeres. Y que trata de corregir los estereotipos de las familias americanas. Por ejemplo, en un ensayo publicado en la revista 'Time', declaró que su familia también era víctima de estereotipos. Los Gates tienen un hijo y dos hijas. Melinda Gates se preguntaba por qué en las familias americanas, los varones tienen que sacar la basura, y las hembras tienen que mantener limpias sus habitaciones. 

También en el libro reflexiona sobre la cultura erosiva que se encontró cuando entró en Microsoft. Como mujer, estaba rodeada de hombres, todos los jefes eran hombres y el ambiente era áspero. Cuando una revista le pidió un consejo para los jóvenes, recordó su la experiencia de Microsoft y dijo: "Yo tenía que jugar a ese juego, pero no me gustaba. Ojalá alguien me hubiera dicho a tiempo que no tenía por qué hacerlo. Al final, descubrí por mi cuenta que podía dejar de tratar de ser como todos los demás y concentrarme en ser la mejor versión de mí misma". Por eso, su recomendación era: "Tendrás éxito por lo que eres, no a pesar de ello"

Sus enemigas le critican por renunciar a su profesión en Microsoft para dedicarse a la familia, y tener la temeridad de escribir esta frase: "Ser feminista significa creer que todas las mujeres deberían poder usar su voz y perseguir su potencial, y que las mujeres y los hombres deberían trabajar juntos para eliminar las barreras y poner fin a los prejuicios que aún retienen a las mujeres". Para algunas feministas, Melinda Gates no es una de ellas porque la esposa de Gates, como católica, no está dispuesta a apoyar el aborto, ni en el Tercer Mundo ni en el Primer Mundo. A lo sumo cree en la planificación familiar para aliviar la carga de las mujeres plagadas de hijos que no pueden mantener en los países en vías de desarrollo.

De hecho, muchas de las iniciativas de la Fundación consisten en ayudar en proyectos a las mujeres de los países en vías de desarrollo por la sencilla razón de que son ellas las que sufren las mayores cargas de trabajo: en casa y en el campo. En la web de la Fundación hablan abiertamente de dar poder a los pobres "especialmente a las mujeres y a las chicas para que transformen sus vidas", y la mayoría de las fotografías muestran a mujeres. Ese es el sello de Melinda Gates. Pero otros critican a la misma Fundación por ser la filantropía de los súper ricos: la Fundación no paga impuestos, y el mundo tiene que querer a los ricos por sus obras caritativas

Pero eso no arregla los problemas del mundo, informaba un teletipo de AP que recogía las críticas, añadiendo también: "A la gente le preocupa que la riqueza del mundo pertenezca cada vez más a los súper ricos". Cuando Melinda Gates escucha esas críticas, suele responder: "No critican la filantropía, sino la riqueza".

Considerada por Forbes la sexta mujer más poderosa del mundo, su feminismo particular, y el inmenso fondo que maneja, la convierten sin duda en la feminista más poderosa del mundo. Para muchas mujeres, Melinda representa el feminismo que ellas apoyan: igualdad en la casa y en la empresa, y ayuda a todas las mujeres del mundo para que tengan las mismas condiciones. Para otras, su sesgada filantropía, su riqueza inimaginable y su conservadurismo moral, no las representa.

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