Navantia envía 'observadores' a Noruega para no cargar con el fiasco de la fragata

  • La fragata KNM 'Helge Instad' (F-313) se estrelló el pasado 8 de noviembre contra un petrolero en la costa oeste del país.
Así quedó la fragata noruega KNM Helge Ingstad tras colisionar con el petrolero Sola TS en aguas de Oygarden, en la costa oeste de Noruega./ EFE
Así quedó la fragata noruega KNM Helge Ingstad tras colisionar con el petrolero Sola TS en aguas de Oygarden, en la costa oeste de Noruega./ EFE
Así quedó la fragata noruega KNM Helge Ingstad tras colisionar con el petrolero Sola TS en aguas de Oygarden, en la costa oeste de Noruega./ EFE
Así quedó la fragata noruega KNM Helge Ingstad tras colisionar con el petrolero Sola TS en aguas de Oygarden, en la costa oeste de Noruega./ EFE

La empresa española Navantia ha enviado a un equipo de 'observadores' a Noruega para estar al día de las labores de rescate de la fragata KNM 'Helge Instad' (F-313), que el pasado 8 de noviembre se estrelló contra un petrolero en la costa oeste del país. El buque, una de las cinco fragatas de la clase Fridtjof Nansen construidas en Ferrol por los astilleros españoles, regresaba a puerto después de las maniobras 'Trident Juncture' de la OTAN cuando colisionó con el Sola TS de bandera maltesa, un hecho inexplicable para un barco de guerra con toda clase de sistemas de radar y vigilancia de trayectoria.

Desde el primer día los noruegos han tratado de culpar a la empresa participada de la SEPI de los daños que sufrió el buque, y que a la postre acabaron con su hundimiento, después de que los equipos de rescate no lograran mantener la fragata a flote, después que hubiera sido evacuada a todas luces de forma precipitada, dejando escotillas y pontones abiertos, por los que se introdujo el agua hasta el desastre final. Desde Navantia confirman a este diario que tienen un equipo en la zona en la que estos días tratan de reflotar la embarcación, para valorar los daños y la posibilidad de su arreglo. 

La 'Helge Instad', de casi 5.300 toneladas y 123,25 metros de eslora, dotada con el sistema Aegis SPY-1F, fue la cuarta que se realizó en Ferrol y la que más tardó en completarse, en concreto tres años y cinco meses. Su botadura tuvo lugar el 23 de noviembre de 2007 y la entrega a la Marina de Noruega se demoró dos años, hasta el 29 de septiembre de 2009.

Su coste para las arcas noruegas fue de 420 millones de dólares, y la compañía española teme que ahora le quieran hacer repercutir el agujero que supondrá la pérdida -total o temporal- de la misma. Hay que tener en cuenta que el Parlamento otorgó 490 millones de dólares a la Armada para todo el ejercicio de 2018. 

La prensa local recoge estos días que se se aceleran los trabajos para tratar de reflotar el buque, una operación que está complicando el mal tiempo y varios errores en la colocación de las 16 cadenas de las que deben tirar las grúas para sacarla del fondo del agua. A la espera de "una ventana de clima", como señalan los diarios noruegos, desde Navantia se confía plenamente en el informe de la Armada española que dejó claro que el accidente de la fragata fue un lamentable error humano.

Desde la empresa naval se afirma a La Información  que "nada parece atribuible a Navantia", que tenía en vigor únicamente un contrato de mantenimiento para garantizar el ciclo de vida de los cinco barcos fabricados para los nórdicos. Eso suponía la actualización de sistemas, mejoras, etc. Pero no la garantía, que hace años había expirado y que, por lo tanto, no se puede reclamar ya a estas alturas.

Por otra parte, el contrato de mantenimiento último se cerró en abril de 2017, por un período de cinco años, y en esta ocasión además de abarcar los servicios de asistencia técnica mantenimiento, reparación, estudio de ingeniería y suministro de repuestos, se añadía un servicio continuo de apoyo al mantenimiento del Sistema integrado de Control de plataforma de las cinco fragatas. Eso es lo que está en vigor en estos momentos.

Por lo tanto, en la firma participada de la SEPI están tranquilos, toda vez que la empresa española se ha volcado en atender al cliente, y desde junio de 2016 cuenta incluso con una oficina comercial en Bergen, junto a la Base Naval que sirve de resguardo a los buques. Ahora toca esperar a que los 'observadores' de Navantia, un grupo de especialistas que van y vienen a Noruega en distintos turnos, determinen si es posible salvar de la quema a la F-313, o hay que darle salida como pura chatarra.

Mostrar comentarios