La mayor operación en dos décadas

París se movilizó para cerrar la fusión Orange-Másmóvil y proteger España

Da un golpe en una oferta donde cede el CEO y en el formato de fusión al 50%. El temor en Francia  a perder el millonario negocio mayorista aceleró una operación en la que el jefe español fue más reticente.

Stephane Richard, CEO Orange
Stephane Richard, CEO Orange
EFE

Orange y Francia se jugaban mucho en el baile de fusiones. Quedarse fuera y permitir que Vodafone se uniera con Másmóvil le relegaba a un peligroso tercer puesto en un territorio español que resulta ser el segundo por volumen en su cuenta de resultados a nivel global tras el francés. Si no hubiera tomado la iniciativa se arriesgaba a la pérdida de buena parte de los 900 millones de ingresos al año -y una rentabilidad alta- por el alquiler de sus redes que hoy provienen de su contrato con el cuarto operador. Esto despertó los miedos en París, que aceleró todos los contactos para cerrar un acuerdo con los tres fondos accionistas (KKR, Cinven y Providence) lo más rápido posible antes incluso de la salida de Stéphane Richards del primer puesto ejecutivo de los franceses.

Ese ha sido el principal acelerador de una fusión valorada en casi 20.000 millones de euros que creará el campeón por número de clientes en móvil y banda ancha por encima de Telefónica. Una operación que además de generar ahorros de 450 millones anuales a partir de 2024 podría acarrear subidas de precios a medio plazo en el sector -lo que se conoce como ‘market repair’ en el argot empresarial-. También implicaría salidas relevantes en las plantillas de ambos -los sindicatos ya han alertado ante los potenciales recortes- y que pondrá a prueba la firmeza de las autoridades regulatorias respecto a la consolidación del sector. Los galos han mejorado cualquier oferta planteada en una suerte de ‘subasta’ por convertirse en la pareja de baile de Másmóvil, con una valoración y un formato de operación (repartiendo al 50% el peso) bastante generosos.

En concreto, se ha fijado un valor total de Másmóvil de 11.600 millones de euros. Supone un ratio de casi 10 veces el Ebitda, frente a las 7,5 veces a las que se ha fijado la de Orange. Este múltiplo es prácticamente idéntico a las 10,4 veces que se fijó en el año 2020 para cerrar la opa sobre el cuarto operador lanzada por KKR, Cinven y Providence. Todo esto con una cierta ralentización de su negocio en medio de una mayor consolidación y una menor capacidad para crecer el ritmo de los años anteriores. Este 'precio' y la configuración de la fusión al 50% ha obligado, al igual que en la operación de Telefónica y Virgin Media en Reino Unido, a compensar más a los franceses. Se hará a través de endeudamiento de la matriz resultante que repartirá dividendos a ambas partes, más generosos en el caso de los galos (se estima que en torno a los 1.500 millones de euros), según explican fuentes conocedoras de la transacción. 

El otro frente en el que Francia ha cedido claramente para llegar a este primer pacto y 'llevarse el gato al agua' en la particular subasta ha sido el del poder. Habitualmente en este tipo de transacciones es uno de los aspectos más peliagudos. Finalmente será Meinrad Spenger, si no hay ningún cambio de última hora, el consejero delegado de la fusionada, apuntan las mismas fuentes. Dirigirá el día a día acompañado por un presidente y un responsable financiero nombrados por Orange. Pese a que existe un equilibrio de fuerzas en el consejo de administración, ese sillón de CEO es un bien muy preciado en las negociaciones. 

Hay que tener en cuenta que tanto la valoración como el reparto de poder son dos de los grandes escollos que llevaron a la negociación de Másmóvil con Vodafone al fracaso hace justo un año. Vodafone volvió a poner recientemente el cartel de ‘Disponible para fusiones’ en la puerta de sus oficinas londinenses. Se encargó de hacerlo el propio consejero delegado del grupo, Nick Read, y el español, en última instancia en una columna de opinión en el diario Expansión. Querían ser parte activa en el 'juego de las sillas'. Pero algo se había roto en la relación entre los británicos y los tres fondos de Másmóvil. Las fallidas conversaciones de hace un año, en las que el equipo de Read se levantó de la mesa por diferencias de varios cientos de millones de euros en la valoración, habrían dejado ciertas heridas.

Vodafone se queda sin mucha opción más allá de una consolidación europea con algún fondo u operador extranjero o la compra de la rumana Digi

Entre París y Madrid

Ese era uno de los activos que Másmóvil y Orange han querido mantener intacto. La relación de ambos grupos ha ido estrechándose desde que en el año 2016 la francesa vendiera el millón de hogares pasados con fibra como parte de las obligaciones exigidas por el regulador para la compra de Jazztel. Ese mismo año ambos firmaron algo clave: el acuerdo mayorista por el que Yoigo y el resto de operadores del grupo Másmóvil pasaban de la red de Movistar a la de Orange. En este caso, la negociación ha sido pilotada por el equipo de Richards. El Estado francés es el dueño del 23% de las acciones de la compañía. Y la apuesta por no perder pie en el mercado español ha sido determinante.

Mientras tanto, la filial española de los galos liderada por Jean François Fallacher (que quedará relegado cuando se consuma la unión) tuvo más reticencias y quedó patente en la última comparecencia de resultados hace algo más de dos semanas. Y de ahí el mensaje clarísimo en el comunicado oficial de su ‘jefe’: “Cuento con Fallacher y con el compromiso del equipo para convertir esta oportunidad en un éxito para ambas compañías”. En esa jornada de resultados, Stéphane Richard fue muy claro: "No somos pasivos y no estamos esperando a que las cosas pasen". Los antecedentes para decir eso son evidentes: no contestaron con una 'contraopa' la oferta de los fondos por Másmóvil, ni compraron Euskaltel ni tampoco hicieron lo propio hace justo un año, cuando Vodafone tomó la iniciativa.

Fallacher, que precisamente sonó como el sustituto para el puesto de primer ejecutivo, aseguró estar centrado en la recuperación del crecimiento en ingresos y rentabilidad. Preguntado por las palabras del CEO global que hablaba de un "trabajo activo" para cerrar una operación, él aseguró con cierto desdén: "Pregúntenselo a él". Esto le obligó a tener que aclarar en esa misma comparecencia que no había discrepancias con París. Lo cierto es que el directivo aterrizó en el cargo después del verano de 2020 con el difícil reto de darle la vuelta a una tendencia muy a la baja en el negocio de Orange en España. En varias ocasiones ha hecho referencia "a los tres grandes operadores que invierten" en España, excluyendo a Másmóvil -que pagaba por el alquiler de su propia red-.

Un mercado de tres (y 1/4)

Esta firma de un primer acuerdo y el arranque de las negociaciones exclusivas también llega con un Másmóvil necesitado de cerrarlo lo más pronto posible. Los fondos no querían esperar más después de haber dado el primer golpe de efecto con la compra de Euskaltel y el mantenimiento de las diez marcas para presionar más al mercado. Y el tiempo corría en su contra. No sólo por la incertidumbre que podría generar a corto y medio plazo la guerra de Ucrania tanto en la financiación como en las potenciales valoraciones. También por el inminente cambio en el puesto de consejero delegado, que será ocupado de manera interina por Christel Heydemann desde el próximo mes de abril. Este cambio implicaría un periodo más complicado para pactar una transacción así.

Si finalmente estas conversaciones exclusivas, que continuarán tras ese cambio de CEO, llegan a buen puerto, la entidad fusionada será la más relevante con diferencia en el mercado móvil y también en banda ancha fija. En concreto, controlarían algo más del 40% de cuota de mercado de líneas de banda ancha fija. La proporción será mayor incluso en los móviles. Controlarán un total de 13 marcas -una decena por el lado de Másmóvil y tres por Orange- y se consolidarán como el segundo grupo por ingresos con algo más del 28% del total. 

Se quedarían aún muy lejos de Telefónica, con más del 41%, según los últimos datos disponibles de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Esta diferencia se debe a que el ingreso medio por cada línea es muy superior en el antiguo monopolio y a que su dominio en el segmento de empresas y administraciones sigue siendo muy significativo. Vodafone se situaría mucho más rezagada en el reparto del pastel y sin mucho más opción que confiar en una consolidación europea en la que tomen partido los activos españoles de su grupo con una venta a un fondo de inversión -que sería más difícil de rentabilizar-. Se beneficiará de la mayor reducción de la competencia -y una más que previsible subida de los precios- pero no de los ahorros de costes y de una mayor escala en plena pelea con varios inversores activistas que exigen racionalización de su grupo. El golpe de efecto ha sido rápido por parte de Orange. Arrancan semanas frenéticas para cerrar todos los flecos.

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