Orcel deberá permanecer en el dique seco varios meses antes de llegar al Santander

  • El flamante fichaje de Ana Botín está condicionado por la denominada cláusula 'gardening leave' que protege a los bancos anglosajones 
Ana Botín, José Antonio Álvarez y Andrea Orcel
Ana Botín, José Antonio Álvarez y Andrea Orcel
SANTANDER

Andrea Orcel deberá permanecer todavía algunos meses en el dique seco antes de hacer efectivo su desembarco junto a Ana Botín en lo más alto del Banco Santander. En los mentideros del sector financiero español y, especialmente en los entornos de la gran banca de inversión, se ha corrido como la pólvora la noticia que supone la introducción en España de una práctica heredada del mercado anglosajón y que impide a los primeros espadas de las grandes corporaciones saltar de una entidad a otra de manera automática. La denominada cláusula ‘gardening leave’, que podría traducirse literalmente como salvaguarda de salida, es un derecho que UBS ha decidido ejercer con todas las consecuencias.

Las consecuencias que ha provocado esta singular contingencia tiene diversas implicaciones tanto para el Banco Santander como para el propio afectado. De momento la fecha de incorporación de Orcel está ahora en el aire y podría dilatarse hasta bien entrado el próximo ejercicio. El banco cántabro ha venido manejando el plan de acogida con un horizonte límite a finales de enero pero todo va a depender de la capacidad de Orcel para resolver las cuestiones pendientes con su antigua casa y, en este sentido, los responsables del banco suizo no se lo están poniendo nada fácil al futuro consejero delegado del Banco Santander.

Orcel tiene aún pendiente el cobro de bonus diferidos en UBS por importes que no son nada despreciables. Según publicó el diario 'Expansión' hace varias semanas, un 50% de estos derechos económicos se percibe en acciones del propio banco suizo con un aplazamiento de tres a cinco años. El banquero italiano tiene opción a un total de 1,3 millones de títulos con un valor de mercado de 21 millones de francos (18,5 millones de euros).

Bajo estos términos, el fichaje estelar de Orcel va a exigir al Banco Santander una jugosa prima de fichaje, al estilo de la que tienen que abonar los más renombrados clubs de fútbol cuando tratan da arrasar con la contratación de algún crack en el mercado. Ana Botín está dispuesta a pasar por taquilla pero pero su próximo ‘numero dos’ tendrá que poner también algo de su parte y demostrar el valor de su apuesta por jugar en el líder bancario español renunciando a buena parte de los bonus que hubiera obtenido de continuar en UBS.

El periodo de hibernación que tienen que padecer los banqueros cuando desean cambiar de aires actúa como un mecanismo de protección de las instituciones o marcas teóricamente perjudicadas por la pérdida de sus directivos. Cuanto más célebre es el ejecutivo en expectativa de destino más estrictos suelen mostrarse las entidades a la hora de metabolizar el duelo por la pérdida. Lógicamente todo se puede arreglar con dinero, pero en este supuesto el que debe pagar la factura es el propio Orcel que ahora está negociando a cara de perro con el banco suizo.

El ‘gardening leave’ ha derivado como una esas normas blandas habituales en el buen gobierno corporativo del que hacen gala los países anglosajones. La prohibición de prestar servicios durante un largo periodo podría asemejarse a las célebres cláusulas de ‘no competencia’ mas propias del ordenamiento legal en España. Sin embargo el pago por impedir que un ejecutivo se marcha a una empresa de la competencia es un plus que tiene que pagar la entidad de origen mientras que la salvaguarda de salida actúa en sentido contrario y es el propio directivo, como va a ocurrir en el caso de Orcel, el que deberá sufragar su traspaso.

La justificación de esta práctica se explica en el afán de las grandes corporaciones por evitar que la marcha de un alto cargo provoque la pérdida directa de los clientes y también de los colaboradores que han formado parte de los equipos de gestión encabezados por el directivo saliente. Desde el momento en que éste ha de permanecer inactivo durante un largo periodo de tiempo las posibilidades de que se produzca una diáspora en toda regla es mucho más complicada. Esto es precisamente lo que trata de evitar UBS y la razón por la que Ana Botín deberá cargarse de paciencia mientras su ‘Ronaldo ocasional’ salda cuentas con su antiguos jefes de la City.

Orcel desembarcará en todo caso dentro de una entidad con los deberes hechos. Según los últimos test de estrés hechos públicos por la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés), la entidad presidida por Ana Botín lograría un beneficio de 1.208 millones de euros entre 2018 y 2020 en el peor escenario de crisis económica, y sería la tercera entidad europea que mejor resultado obtendría de las 48 analizadas. Dicho de otro modo, Orcel, una figura de alcurnia en el mundo de la banca de inversión, tendrá que adaptarse a una estructura tradicional de banca ‘retail’ que ya funciona las mil maravillas. El ejecutivo afronta el reto de cambiar el paradigma de la casa e imponer el estilo de la banca de inversión -más ágil, exigente y caracterizado por una notable rotación- a un modelo y una operativa clásicos. El tiempo dirá.

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