Otro millonario atraído por Telepizza: el brasileño Safra atesora 17.000 millones

  • Junto a Juan Abelló y a la familia March, el inversor de origen sirio respalda a la firma KKR en su oferta para excluir la compañía de bolsa.
El inversor brasileño Joseph Safra.
El inversor brasileño Joseph Safra.
Heraldo

Telepizza es una 'rara avis' en el club de las cotizadas. Entra y sale de bolsa con sólo unos años de diferencia y, también, es un imán para grandes fortunas que, pese a no tener siempre vinculación directa con los sectores de la alimentación y la restauración, ven en la cadena de comida rápida una opción para engrosar sus fortunas.

El último movimiento llega de dos de las grandes apellidos españoles: la familia March y Juan Abelló. A través de dos de sus brazos de inversión, Artá Capital y Torreal, respectivamente, se han convertido en escuderos del gigante de la inversión KKR en su intento de comprar (y excluir de bolsa) Telepizza. Pero hay un tercero. Se trata de J. Safra Group, la sociedad con la que opera uno de los grandes millonarios brasileños.

Un apellido, dos bancos

Se trata de Joseph Safra, al que la revista Forbes atribuye una fortuna valorada en 19.600 millones de dólares (el equivalente a cerca de 17.000 millones de euros). A sus 79 años, Safra no sólo extiende sus 'tentáculos' empresariales al sector financiero, también al de la alimentación, porque es propietario del 50% de Chiquita Brands International, el mayor productor de bananas del mundo.

Pero son las finanzas su principal foco de negocio. En su país, su apellido da nombre al octavo mayor banco local. También cuenta con un holding empresarial y un banco en Suiza, aunque en este caso no va solo, sino que su entidad, J. Safra Sarasin, constituida en 2013, es producto de una fusión con otro apellido de abolengo financiero. En el último ejercicio completo, 2017, esta última entidad gestionó activos por valor de 150.524 millones de euros y su beneficio rozó los 2.790 millones.

Al explicar sus orígenes, el grupo señala que se trata de una familia hecha a sí misma. Comenzó su negocio centrándose en la actividad comercial, en la ciudad de Aleppo, aprovechando las rutas entre Europa y Asia. Fue después de la Segunda Guerra Mundial cuando la familia dio el salto a Brasil, desde donde ha ido armando el grupo empresarial.

En España, el grupo Safra es prácticamente un desconocido, aunque ya ha intentado dar el salto. A través de su rama suiza, el banco J. Safra Sarasin, sonó como uno de los candidatos a hacerse con el control de la sede de la constructora FCC en el madrileño barrio de Las Tablas. Una operación que, finalmente, no llegó a materializarse.

Hasta el momento, la gran inversión inmobiliaria del brasileño la ha hecho en Londres. En 2014, compró uno de los iconos de la capital británica, el edificio Gherkin, diseñado por Norman Foster. Pagó por él 726 millones de libras (806 millones de euros).

El pasado

Junto a los March y Abelló, Safra pujará ahora por Telepizza y tomará el relevo de otros nombres de relieve del mundo empresarial local. El último en salir de la cadena de comida a domicilio fue Pedro Ballvé. El también exdueño de Campofrío salió de la empresa hace poco más de un año después de vender el 11% del capital que gestionaba junto a la firma de capital riesgo Permira.

Ballvé dejó Telepizza una década después de protagonizar una de las grandes batallas empresariales del inicio del siglo, porque por Telepizza también pujaron en 2006 el grupo Zena (Foster's Hollywood), junto a la firma de inversión CVC y, también, Ibersol.

Ballvé se llevó entonces la compañía, en la que había comenzado a invertir años antes junto a José Carlos Olcese. Los dos compraron acciones al fundador de Telepizza, Leopoldo Fernández Pujals, el nombre que sigue ligado a la empresa porque grabó a fuego su eslogan: el 'secreto está en la masa'. El empresario hispano-estadounidense trajo a España a finales de los 80 el concepto de franquicia de pizzerías con reparto a domicilio y marcó el paso a la competencia.

Y, una década después, la sacó a bolsa. Fue uno de los grandes pelotazos de la 'burbuja'. En 10 meses multiplicó por mil su valoración y llegó a rozar los 3.000 millones de euros. Un éxito que KKR está lejos de repetir. A los 6 euros por acción que quiere pagar, Telepizza puede volver a dejar el parqué valorada en 604 millones de euros. Cuando la excluyeron Ballvé y Permira en 2007 superó los 850 millones.

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