España baja cuatro puestos en tres años 

Un país honesto suele ser rico, pero no todos los países ricos son más honestos

La tasa de Percepción de la Corrupción mundial recoge que el nivel de renta per cápita va ligado a valores determinados. Prueba de ello es que los 20 países más honestos coinciden con economías estables y ricas.

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Un país honesto suele ser rico, pero no todos los países ricos son más honestos. 
Nerea de Bilbao (Infografía) 

¿Qué vino primero: la honestidad o la riqueza? Mucha gente se hace esa pregunta cuando se publica el Índice de la Percepción de la Corrupción mundial que elabora la organización Transparencia Internacional y que salió hace una semana. Es un índice en el que aparecen 180 países, ordenados en una escala de 0 a 100 en función de su corrupción. Está claro: los menos corruptos son países ricos. Pero la pregunta es: ¿Son ricos porque en algún momento decidieron ser honestos? ¿O son honestos una vez que fueron ricos?

Transparencia Internacional no llega a tanto. Se conforma con decir que ha basado su índice en 13 fuentes de datos, desde económicas, como el Banco Mundial, hasta políticas, como Freedom House. Añade que las encuestas son muy serias, pues se realizan a asociaciones de empresarios o a analistas de prestigio. La lista, en verdad, no ha cambiado mucho en los últimos años. España ha perdido cuatro puestos desde 2019, pues ha pasado del 30 al 34. Sube y baja.

Lo primero que se deduce de ese índice es que la honestidad va asociada a la riqueza. Los 20 países más honestos según Transparencia Internacional, coinciden casi al 100% con economías estables y ricas. Basta cruzar el índice de corrupción con cualquier base de datos sobre 'renta per cápita' de los países del mundo. Por ejemplo, Legatum, que es un instituto de investigación, elabora el Índice de Prosperidad Mundial, que abarca a 110 países, y toma en cuenta la riqueza, el crecimiento económico, el bienestar personal y la calidad de vida. Esos países son Dinamarca, Finlandia, Nueva Zelanda, Singapur, Suecia, Suiza, Países Bajos, Alemania, Canadá, Japón, Australia, Noruega, Austria, Luxemburgo, Reino Unido, Francia, Islandia, Bélgica e Irlanda. Son casi los mismos que el índice de Transparencia Internacional. De modo que los países con los funcionarios más honestos son aquellos que cuentan con un elevado nivel de vida, aunque nadie se atreve a decir si son ricos porque son gente honesta, o al revés.

Pero se puede avanzar algo con un poco de lógica. Que un país sea rico no significa que sea honesto: hay países con una elevada 'renta per cápita' como Emiratos, Kuwait o Arabia Saudí que no están entre los más honestos: según el índice de Transparencia Internacional, son más o menos corruptos. Si su riqueza no viene de la honestidad, ¿es que la honestidad no garantiza la riqueza? Bueno, si se rasca un poco no es así.

Un ejemplo claro de qué vino primero si la riqueza o la honestidad es Guinea Ecuatorial: el hallazgo de bolsas del petróleo en los años 90 lo han convertido en un país rico de la noche a la mañana, con el mejor nivel de renta de África central: casi 30.000 dólares. Pero es una riqueza que no está repartida entre el pueblo. El clan de la familia que gobierna el país se ha apropiado de esa riqueza, de modo que el país sigue siendo pobre y está considerado uno de los más corruptos del mundo.

Los países con los funcionarios más honestos son aquellos que cuentan con un elevado nivel de vida, aunque nadie se atreve a decir si son ricos porque son gente honesta, o al revés.

Noruega es el caso contrario. Encontró petróleo en los años 60 del siglo pasado. Pero lo usó para reforzar sus sistemas de salud, su educación y el nivel de vida en general. Repartió la riqueza. Por esa honestidad de sus gobernantes, también es uno de los más ricos. Lo que sí existe es una relación muy estrecha entre la corrupción y la pobreza. Los países más corruptos del mundo, según Transparencia Internacional, están en la triste lista de los menos prósperos, según Legatum: Haití, Nicaragua, Sudán, Burundi, República Democrática del Congo, Turkmenistán, Angola, Guinea Ecuatorial, Afganistán, Corea del Norte, Yemen, Venezuela, Somalia, Eritrea, Siria y Sudán del Sur. Corruptos y pobres.

Una de las conclusiones a las que se llega con estas bases de datos es que hay países prósperos como Dinamarca o Suecia que no tienen grandes recursos naturales, pero tienen unos ingresos per cápita elevados y son estables. Eso quiere decir que la riqueza se la han fabricado ellos mismos, con sus códigos éticos. Lo mismo pasa con Japón, uno de los países más ricos del mundo y con menos recursos, donde la honestidad ciudadana es tradicional. En cambio, hay países con grandes recursos e ingresos elevados como Kuwait, Emiratos, Arabia o Catar que no son los más honestos. Su riqueza ha llegado con la explotación de sus recursos naturales, pero no gracias a su ética de los negocios.

Venezuela es uno de esos casos ejemplares de corrupción: es el país con las mayores reservas probadas de petróleo del mundo, y uno de los países más ricos del planeta si se le suman sus reservas minerales, forestales, acuíferas y marítimas. Pero, desgraciadamente, el régimen político que sufre desde 1999 lo ha depauperado hasta el punto de que más de seis millones de venezolanos han abandonado el país. Es uno de los más corruptos del mundo pues está al final de la lista de Transparencia Internacional. Su moneda, el bolívar, ya no tiene valor reconocido en las casas internacionales de cambio. La economía está dolarizada. Pasó de rico a pobre por culpa de la corrupción. De modo que si se cruzan el mapa geográfico y cultural de la corrupción y el nivel de vida de sus ciudadanos se pueden sacar varias conclusiones:

1. Los países más prósperos y honestos están en Europa.

2. En Europa, los países nórdicos son más prósperos y honestos que los del sur.

3. En Europa, los países occidentales son más prósperos y honestos que los orientales.

4. En Europa, los países protestantes son más prósperos y honestos que los mediterráneos.

5. En el mundo, los países más prósperos y honestos suelen tener pocos habitantes como Dinamarca, Suiza, Suecia, Singapur, Taiwán o Nueva Zelanda.

6. En el mundo, los países más prósperos y honestos están en el hemisferio norte: Canadá, EEUU y Europa.

7. Los países más prósperos y honestos en el hemisferio sur son de origen europeo: Chile, Uruguay, Australia y Nueva Zelanda.

8. En el mundo, los países más prósperos y honestos son europeos o descendientes de europeos.

9. En el mundo, los países con climas tropicales suelen ser más corruptos que los de climas fríos.

10. En Latinoamérica, los países con mayor renta (Uruguay y Chile), son también los menos corruptos.

11. África es el continente con mayor proporción de países corruptos y países pobres.

12. En Asia, los países (o enclaves) menos corruptos y mayor nivel de vida son Hong Kong y Singapur, ambos con una enorme influencia europea en el pasado.

13. En Asia, los países con territorios y población más pequeña (Bután, Taiwán, Corea del Sur) son más prósperos y honestos que los grandes y con mucha población (China, Indonesia, India).

14. Los países con gobiernos comunistas son más pobres y más corruptos.

Sobre la riqueza y la corrupción, dos investigadores llamados Juan Correa y Klaus Jaffé publicaron un estudio científico tomando como modelo a los países europeos, donde se concentra el mayor número de países honestos y ricos. Lo llamaron el 'síndrome de la prosperidad'. "Este síndrome de prosperidad [se basa en] ciudadanos autosuficientes, división eficiente del trabajo, una comunidad científica sofisticada y con respeto por la ley". ('Corruption and Wealth: unveiling a national prosperity syndrome in Europe'). A diferencia de otros estudios que son más cautos a la hora de elaborar relaciones causa-efecto, Correa y Jaffé examinaron una miríada de bases de datos, y elaboraron una lista de las nefastas conexiones entre la corrupción y la pobreza, o, lo que es lo mismo, entre la honestidad y la prosperidad.

1) La corrupción y la riqueza económica de una nación están correlacionadas.

2) La inversión pública y privada se ve afectada por la percepción de corrupción.

3) La corrupción afecta el crecimiento económico y está relacionada con la desigualdad de ingresos y el comercio.

4) Los niveles de tributación están relacionados con el desempeño económico y la corrupción.

5) La corrupción y la inflación interactúan.

6) Las naciones con altos niveles de corrupción tienen ciudadanos con rasgos de personalidad característicos.

7) La corrupción se relaciona con instituciones débiles.

8) La corrupción está relacionada con la contaminación.

9) Muchos aspectos de las sociedades, como las características psicológicas de sus ciudadanos y sus sentimientos de bienestar están relacionados con la percepción de la corrupción.

10) La corrupción está correlacionada con el capital físico y humano de una nación.

11) La corrupción está correlacionada con importantes aspectos culturales.

Esa cantidad de variables estaban tan interrelacionadas con la corrupción, que Correa y Jaffé propusieron el llamado 'síndrome de corrupción',  el cual explicaría "por qué muchos países son pobres y tienen dificultades para emprender un desarrollo socioeconómico que permita a sus ciudadanos volverse ricos". Es llamativo que estos investigadores destaquen que la corrupción no solo impacta en el PIB de un país (su riqueza), sino en otros aspectos como "el tiempo y el esfuerzo necesarios para hacer frente a la conducta corrupta, o los costos psicológicos asociados con un clima general de ilegalidad". Quien haya sufrido psicológicamente la corrupción sabe de lo que están hablando.

Siguiendo con curiosas investigaciones sobre la corrupción, en 2014 se publicó un artículo de investigación titulado 'La bioeconomía de la vergüenza y de la culpa'. La conclusión era que los pueblos que emplean muchos sinónimos para las palabras "vergüenza" y "culpa" suelen ser países con altos niveles de corrupción, mal gobierno, baja esperanza de vida, bajos ingresos y bastantes dificultades para hacer negocios. Esta investigación afirmó que, cuando una cultura creaba muchas palabras para un mismo concepto, era porque habían desarrollado una propensión a esa característica. Entonces, las culturas propensas a la corrupción, dicen los investigadores, parecen desarrollar más palabras que describen aspectos de la corrupción como la vergüenza o la culpa.

Los investigadores definían el sentimiento de culpa como algo que ocurre cuando una persona siente que ha violado una norma moral personal. El sentimiento de vergüenza, en cambio, es consecuencia de una violación de valores culturales o sociales. Estos últimos son más visibles porque son externos, mientras que la culpa es menos visible porque es un código interno. La pregunta final de toda esta marea de datos es qué es lo que vino primero: ¿la honestidad o la riqueza? Lo más seguro es que las dos cosas vinieron a la vez. La psicología de los individuos es la que crea los valores y, a la vez, son los valores los que influyen en el comportamiento social. Los científicos no se atreven a establecer ninguna relación causal. "El escenario más probable es que las economías, las culturas y el idioma se influyan mutuamente de muchas maneras diferentes", dice el estudio sobre la culpa y la vergüenza.

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