Los precios de la electricidad encienden el debate de la especulación con el agua

  • El Congreso debatirá una proposición de ley para que el Estado asuma las concesiones hidroeléctricas a medida que se extingan
Generación de electricidad.
Generación de electricidad.

El mercado de futuros del mercado eléctrico dibuja un mal año para el bolsillo de los usuarios a pesar de que el agua y el viento, que abaratan los precios, han sido protagonistas en los últimos meses. Los precios no ceden a pesar de la recuperación de los embalses, lo que vuelve a poner la lupa sobre la gestión del agua por las grandes compañías propietarias de centrales hidroléctricas.

En abril, la primera fuente de generación de electricidad fue la hidráulica (24%), por encima del viento (22,6%) y las centrales nucleares (19,5%), según datos de Red Eléctrica de España. Pero donde los expertos esperaban rebajas en los precios se han encontrado con aumentos  respecto al mes anterior (0,6%), lo que coloca abril de 2018 por encima de la media de los últimos cuatro años. Algo pasa.

Jorge Morales, de la Fundación Renovables, tiene clara la razón por la que los precios no reaccionan a la mayor generación con agua, de coste prácticamente nulo: "Se especula con el agua" explica "la ley lo permite y las empresas lo hacen". Sencillamente, esperan el mejor momento para colocar la producción hidroléctrica al mejor precio.

Agua a precio de gas

"Venden el kW producido con agua al precio del producido con gas" resume el diputado de Podemos Juantxo López de Uralde. "Es una anomalía que permite el mercado, que incrementa el beneficio de las compañías y que perjudica al consumidor". Las empresas niegan que exista especulación; se limitan, sostienen, a gestionar recursos de la forma más eficiente posible.

Iberdrola (23 centrales, 8.847 MW instalados) y Endesa (4.759 MW) son las empresas que controlan el negocio del agua. Las hidroeléctricas son clave para su negocio. A diferencia de otro tipo de centrales (carbón, fuel o gas) las centrales hidroeléctricas son muy flexibles. Se pueden poner en marcha rápidamente en caso de que el sistema lo necesite. 

Teniendo en cuenta que utilizan un bien público, por el que pagan muy poco, cobran el precio por kW producido que marca la tecnología más cara. Ninguna norma puede inmiscuirse en cómo gestionan el agua. Las empresas embalsan y desembalsan para mover turbinas y convertir energía potencial en kilowatios y euros. Lo hacen a su libre albedrío. Nadie controla.

Ahora, las empresas están de enhorabuena porque tras años de sequía, este año hay más agua. Son euros que caen del cielo en forma de gotas de lluvia. Según el Boletín Hidrológico del Ministerio de Medio Ambiente, que recoge datos de REE, la producción hidroeléctrica entre el 1 de enero y el 6 de mayo ha sido de 12.654 GWh, un 61% más respecto al año anterior. Y entre el 30 de abril de 2018 y el 6 de mayo de 2018 todavía mejor. 744 GWh que representan el 209,1 % de la energía producida en el mismo período de 2017.

Como esa producción con una materia prima barata no llegua a los usuarios, los recelos crecen. No sólo entre los expertos. También en los organismos supervisores. A finales de 2013, cuando los precios de la electricidad se dispararon, la CNMC abrió una investigación que acabó, casi dos años después en una sanción a Iberdrola de 25 millones. El caso, recurrido, aún colea en los tribunales.

En esta ocasión no hay ni investigación ni excesiva alarma (todavía) por la marcha de los precios. Pero sí que hay debate. Unidos Podemos ha presentado en el Congreso una proposición de ley que plantea regular el paso al patrimonio del Estado de las centrales que explotan las grandes eléctricas conforme sus concesiones vayan expirando.

En España funcionan 800 centrales hidroeléctricas instaladas en ríos y pantanos y suman 20.332 Megawatios de potencia -casi la cuarta parte del total instalado-. Aunque sin datos exactos, en los próximos 20 años se extinguirán las concesiones de unas 250 centrales, según datos del Ministerio de Medio Ambiente. La Administración no contempla la reversión de explotaciones al Estado, sino la adjudicación en concurso de las concesiones extinguidas.

Máquinas de hacer dinero

El debate afecta a una auténtica máquina de hacer dinero de las empresas. Cualquier decisión sobre esa maquinaria provoca respuesta. En septiembre del año 2012, el Gobierno del PP limitó a 75 años la vida de las concesiones hidroeléctricas. La asociación patronal eléctrica Unesa recurrió el Decreto aprobado por el Ministerio de Agricultura en la época de Miguel Arias Cañete, pero el Tribunal Supremo respaldó la medida.

Las centrales son un buen negocio no sólo porque convierten en beneficios el agua que cae del cielo, sino también porque las instalaciones están amortizadas. Entre 1950 y la década de los 70, las empresas cobraron compensaciones por encima de los costes registrados según facturas, dentro del sistema denominado OFILE –Oficina Liquidadora de la Energía Eléctrica-; posteriormente, cobraron también parte de los denominados Costes de Transición a la Competencia (CTC).

Además, en el año 2000 obtuvieron un buen acuerdo para extender la vida útil de las concesiones obtenidas en el franquismo. Mediante el Reglamento de Dominio Público Hidráulico (Rd 606/2003), las empresas que modificaron la altura o el caudal en las presas para contener más agua lograron ampliar automáticamente el límite temporal de las concesiones. Y eso se refleja en los balances. Todas las eléctricas han revisado al alza la estimación de vida útil de sus centrales de generación, incluidas las hidroeléctricas - a 100 años en el caso de Endesa-. La vieja máxima del negocio eléctrico "del embalse a la caja" se cumple.

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