Cambio en la estrategia

Pallete da un giro y 'exprimirá' la fibra ante las presiones de socios y fondos

El presidente de Telefónica cambia de opinión después de años negándose a vender su "activo estratégico" ante la voracidad de las gestoras de infraestructuras y la posición de algunos de los accionistas.

Pallete
Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica.
EFE

"No tenemos ninguna intención de vender la fibra ni de entregarla a ningún fondo". Las palabras son del presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, durante la presentación de resultados del primer semestre de 2018, cuando algunas voces en el consejo de administración ya señalaban esa operación y los fondos y bancos de inversión se frotaban las manos. Tres años después de presiones y con un mercado de infraestructuras 'ardiendo' por la abundancia de capital para invertir por parte de gestoras como Brookfield, KKR o Macquarie, el primer ejecutivo da su brazo a torcer y mira con buenos ojos desinvertir una parte minoritaria para lograr liquidez 'extra'. Aquel "activo diferencial" que era intocable entonces ahora se esgrime como una potencial arma para captar más dinero con el que ejecutar adquisiciones futuras -aún hay que pagar los casi 900 millones de euros para hacerse con su parte de los activos de Oi en Brasil- o las fuertes inversiones de subastas y despliegues de las redes ultrarrápidas 5G.

Desde ese 'no' rotundo que se pronunció en el verano de 2018, el mensaje se ha ido suavizando conforme la 'ola' de dinero privado destinado a infraestructuras de telecomunicaciones iba haciéndose más grande. Una 'ola' que también despertaba interés entre algunos de los accionistas minoritarios de Telefónica, que entendían que era una oportunidad para rentabilizarlo a largo plazo ante el riesgo de que la abundancia de capital se diluyera en el futuro. Ya un año después, en julio de 2019, el propio Álvarez-Pallete utilizó de nuevo el término de "activos estratégicos" pero que ese interés de fondos con "bolsillos profundos" llevaban a analizar oportunidades en Brasil y en Chile -donde se han cerrado 'joint ventures' con gestoras- "y en otros proyectos en análisis", sin referirse a España. 

Otro año después, en noviembre de 2020, Vilá seguía abonando el terreno para la operación. A preguntas de Citi, uno de los grandes bancos de inversión que han mostrado sus credenciales para asesorar a la teleco en la operación de venta parcial, el consejero delegado aseguraba que la fibra española es una "herramienta muy valiosa y que nos da mucha 'opcionalidad'". No tardó en estar otra vez sobre la mesa. Y fue el mismo analista de Citi el que lo trajo a colación en la presentación de los resultados del año 2020, en febrero pasado. Y ahí, el CEO despistó a propios y extraños tratando de enfriar de nuevo: "No estamos contemplando en este momento transacciones respecto a la fibra; es estratégico".

Ahora, después de haber finiquitado la venta de las torres a American Tower y la fusión de O2 (que le han reportado 8.400 millones para reducir deuda), está sobre la mesa la venta parcial. Ya se han ejecutado los primeros contactos con el 'pool' de bancos de inversión habitual para sondear el interés, las valoraciones y el dinero que permitiría ingresar en las arcas del antiguo monopolio español. La valoración del activo total: unos 15.000 millones de euros. Se estudia la venta de hasta un 30% del total, manteniendo el control, según advertían fuentes a la agencia Reuters, lo que generaría hasta 5.000 millones de 'extra'.

Aún no hay certeza de que esta operación vaya a salir adelante, pues por ahora se está en una fase inicial para recabar el interés y los potenciales candidatos. Pero este paso inicial demuestra que sí que ha surtido efecto la presión de algunos de los grandes bancos de inversión, que llevan varios años insistiendo para que la operadora utilizara esta 'bala de plata' en una transacción de miles de millones de euros, y de algunos de los accionistas minoritarios, con presencia también en el consejo, que habían apretado las tuercas para que no se perdiera la oportunidad de exprimir este activo con el fin de 'contentar' al mercado y revitalizar los títulos -que se mantienen en el entorno de los 4 euros, lo que supone una capitalización de apenas 22.000 millones de euros-.

Dinero para el 5G

La fibra es el único activo de conectividad que le queda por rentabilizar con una transacción de este tipo, después de poner a la venta el 50% de la 'joint venture' de torres en Reino Unido con Vodafone y el cable submarino, ambos con un impacto limitado de negocio -y en el caso del cable, tiene que compartir lo logrado con KKR y Amancio Ortega, sus socios en Telxius-. Entre los analistas no se ha despertado un gran interés en esta transacción, pues advierten de que, con la deuda relativamente controlada, no existe una necesidad imperiosa para desprenderse de algo "estratégico" ante un futuro marcado por las redes ultrarrápidas 5G y el 'Internet de las Cosas'. 

La única justificación que ven es la necesidad de abordar las inversiones que tiene por delante sin tocar un endeudamiento que se ha conseguido situar en el entorno de las 2,3 veces el Ebitda (beneficio operativo) para este año. Es lo que dentro de la compañía han calificado como "fase de crecimiento". No sólo se trata de potenciales adquisiciones de empresas para ganar tamaño en el mercado tecnológico y de servicios digitales a través de su brazo Telefónica Tech. También se encuentran los desembolsos que ha de afrontar para la 'megasubasta' de 5G en Brasil: se estima que habrá un pago inicial de 1.600 millones de euros, que se deberán repartir entre la española, Carlos Slim y Telecom Italia, los tres operadores que se reparten el 95% de la cuota. A esto se suman todas las inversiones para los despliegues de estas redes en los principales mercados.

El Gobierno, una incógnita

Con todo, lo que aún es una incógnita es la posición del Gobierno de Pedro Sánchez sobre esta transacción en un activo que resulta estratégico no sólo para Telefónica, sino para el país. A diferencia de otros rivales como Orange o Deutsche Telekom, la española no tiene ninguna participación del Estado en su accionariado. Sólo hay un lugar donde se puede 'retratar' el Ejecutivo: la autorización de la venta a través del llamado 'escudo antiopas' que se aprobó con el estallido de la pandemia del coronavirus. Este se 'ablandó' para autorizar la venta de todas las torres de telecomunicaciones de Europa y Latinoamérica de la teleco al gigante estadounidense American Tower. No hubo ningún inconveniente.

Mientras Orange ha repetido en varias ocasiones que su activo de red fijo es estratégico y Deutsche Telekom busca socio para actualizar su red -la penetración de fibra en Alemania es significativamente más baja que en España-, Álvarez-Pallete ha dado su brazo a torcer frente a un mercado repleto de dinero listo para pagar por infraestructuras a cambio de rentabilidades futuras a largo plazo, predecibles y estables. En los próximos meses se jugará el partido. Pero si finalmente llega a buen puerto, supondrá un terremoto en el mercado mayorista de este tipo de infraestructuras en España, después de que Macquarie y Aberdeen hayan creado Oinivia con el millón de unidades inmobiliarias compradas a Másmóvil y que Lyntia, antigua Ufinet, haya ganado enteros. La competencia está servida.

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