La Sareb

Cinco claves para entender qué es y cómo funciona el banco malo en España

Compra los activos tóxicos de otros bancos y cajas, el sistema financiero español arrastra unos 180.000 millones de euros.

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Seis claves para entender qué es y cómo funciona el 'banco malo' en España
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La Sareb, también llamado 'banco malo' se creó para evitar que los bancos se sumerjan en pérdidas o tengan que pedir dinero para ampliar capital. El Banco de España les permite que traspasen esas partidas tóxicas a esta entidad creada para el caso. Acepta partidas de bancos, cajas y cooperativas de crédito, ahora convertidos en pisos no vendidos, solares depreciados o promociones abandonadas o a medio terminar. Así se consigue que los bancos o cajas limpien su balance para que puedan volver a prestar dinero.

1. Comprar los activos tóxicos de otros bancos

Un banco malo es una entidad que compra los activos tóxicos de otros bancos y cajas. De esta forma pueden sanear sus cuentas y volver a facilitar crédito a las empresas y familias.

Los activos tóxicos son el conjunto de bienes y capitales que lastran y generan pérdidas al sistema bancario. En España los constituyen, en su gran mayoría, los bienes inmuebles (pisos, solares, oficinas, etc.) que los bancos adquirieron durante el ‘boom’ del ladrillo. Estas propiedades han perdido mucho valor en el mercado y ya no son rentables. El problema es que, al no poder desprenderse de ellas, las entidades financieras no tienen liquidez y no pueden facilitar crédito a las empresas y familias.

Se calcula que el sistema financiero español puede arrastrar activos tóxicos por un valor de 180.000 millones de euros.

2. ¿Quién pone el dinero para comprar los activos tóxicos?

Depende del tipo de banco malo que se cree, se pueden seguir varias fórmulas: inversores privados, dinero público, capital de la propia entidad financiera, etc.

El verdadero problema es fijar el precio que se va a pagar por los activos tóxicos. Puesto que estos bienes se han depreciado, muchos bancos han ocultado su verdadero precio para no perder valor en el mercado. Una de las fórmulas más usadas es recurrir a una agencia de tasación.

3. Los bancos sanean sus cuentas, pero se enfrentan a pérdidas

Las entidades financieras venden sus activos tóxicos a un banco malo. Puesto que han perdido valor, reciben menos de lo que pagaron al adquirir estos bienes. En otras palabras: los bancos y cajas sanean sus cuentas, pero pierden dinero.

Una vez más hay muchas fórmulas para enfrentar este déficit financiero. Los bancos más fuertes pueden soportar ellos mismos sus propias pérdidas. Los menos solventes pueden recurrir a inversores privados o incluso a dinero público. En España hay un fondo pensado para inyectar dinero en las entidades en situación de necesidad: el Fondo de Reestruturación Ordenada Bancaria (FROB). Esta bolsa de capital se nutre de los Presupuestos Generales del Estado y del capital de los mercados y de los mismos bancos.

4. El banco malo hace negocios con los activos tóxicos

Un banco malo no es un banco como tal. No acepta depósitos ni facilita créditos. Lo que sí hace es negocio con los activos tóxicos que adquiere.

Invertir en pisos o solares que han perdido valor puede no parecer rentable, pero hay gente y empresas que se dedican a invertir en este tipo de bienes. Los llamados fondos buitres, por ejemplo, se especializan en invertir en activos tóxicos. Estas inversiones son de alto riesgo, por lo que suelen tener una rentabilidad y muy alta y unos plazos de varios años.

5. Ejemplos de bancos malos

Muchos países han recurrido a la fórmula del banco malo para sanear las cuentas de sus sistemas financieros. Irlanda creó una agencia estatal que compró los activos tóxicos de los bancos. El gobierno irlandés inyectó dinero público en estas entidades para que pudieran hacer frente a las pérdidas económicas.

En Alemania se siguió un modelo similar, aunque con algunas diferencias. En lugar de crear un único banco malo, las entidades alemanas crearon una sociedad instrumental cada una. Fue en estos ‘bancos hermanos’ en los que volcaron sus activos tóxicos.

Japón, Suecia y México son otros ejemplos de países que han creado bancos malos.

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