Venta de gasolineras y salida a bolsa de las renovables

Repsol y Cepsa aceleran la búsqueda de liquidez para el 'giro verde' del negocio

El negocio de las energías limpias es intensivo en capital y las dos principales petroleras del país buscan socios para financiarlos.

Las petroleras han invertido 8.000 millones en refinerías.
Las petroleras necesitan dinero para participar en el negocio renovable.

Repsol y Cepsa aceleran los planes para dar un giro verde a su estrategia. El negocio de las renovables es intensivo en capital y las dos principales petroleras del país buscan socios con posibles y experiencia para compensar con otros negocios la certeza de que su producto estrella de hoy -los carburantes- no lo será en el futuro. Las dos compañías afrontan el ajuste acelerado a la transición energética y la descarbonización con diferentes  planteamientos. 

Cepsa, con 1.800 estaciones de servicio en España y Portugal, busca fondos inversores para el 49% del negocio de gasolineras. Ofrece una rentabilidad segura a cambio de que no se inmiscuyan en la gestión. La compañía propiedad de los fondos Mubadala (63%) y Carlyle (37%) ultima el nuevo plan estratégico que, según lo adelantado por el consejero delegado Philippe Boisseau, "marcará un punto de inflexión para Cepsa dando un giro verde a nuestras actividades". La petrolera, con plantas de refino y química en Andalucía y Canarias,  está obligada a no perder el paso. Ha dado pasos tímidos en la transición energética - ha puesto en marcha 28,8 MW eólicos- pero no basta. El planteamiento de Repsol también es ambicioso: busca socios globales, con dinero y conocimientos para las actividades relacionadas con la movilidad y la energía -3.500 gasolineras y comercialización de luz y gas- e inversores para "negocios que van a más", los de renovables.

El envite es jugoso. Los cálculos de la empresa que preside Antonio Brufau sobre posibles ingresos por la venta de parte de la filial de clientes y la salida a Bolsa de la actividad de renovables se mueven en una horquilla de entre 3.000 y 4.000 millones de euros. Los movimientos se aceleran porque la transición energética también lo hace. Los informes que manejan las consultoras indican que en diez años, el 80% de los coches serán eléctricos. Ello no supone que las petroleras van a perder el 80% del negocio -la descarbonización total a 2050 sólo se plantea en Europa- pero sí que van a perder una fuente de ingresos.

Recarga de vehículos

Las compañías tienen que compensarlo. Las gasolineras son un punto de cambio. No se trata se convertir las instalaciones  en electrolineras. La recarga de vehículos eléctricos no es rentable -"la gente recarga en casa" resume un analista del sector- por lo que compañías como Repsol apuestan por dar una vuelta a las tiendas de conveniencia. Se trata, explican fuentes de la compañía, de aprovechar los puntos físicos de contacto con los clientes y la cercanía para apuntalar la reconversión.

En los planes de Repsol destaca el objetivo de multiplicar por cuatro el número de clientes que utilizan la aplicación Waylet -pagos y descuentos en 4.200 establecimientos- hasta llegar a ocho millones de clientes en 2025. Capilaridad, digitalización y ofertas cruzadas. La petrolera dio los primeros pasos en EE UU con la firma de una alianza con la tecnológica estadounidense Salesforce para dar un nuevo impulso a su estrategia comercial multienergía. 

Las petroleras prefieren hablar de "crecimiento y renovación industrial" en lugar de cambios de orientación radicales del negocio. Pero la realidad es terca. El proceso del que venía advirtiendo hace cuatro años la Agencia de las Energías Renovables (IRENA) se ha cumplido. Las renovables compiten con éxito con los combustibles fósiles y el proceso no tiene vuelta atrás. La aceleración hace que salten chispas. El ejemplo más reciente es la crítica frontal lanzada por Antonio Brufau en la junta de Repsol contra la política medioambiental del Gobierno que diseña la vicepresidenta cuarta Teresa Ribera.

Críticas a Ribera

Brufau, como ya hizo en su momento el consejero delegado de la compañía Josu Jon Imaz, cuestiona la hoja de ruta del Gobierno y de Ribera, a la que acusa de "confundir descarbonización con electrificación". La espoleta de la crítica es el anteproyecto de creación del Fondo Nacional de Sostenibilidad del Sistema Eléctrico (FNSSE) que reparte los costes de financiación de las renovables también entre petroleras y gasistas. Supone un bocado de 2.085 millones en el horizonte a cinco años para un sector obligado a la reconversión. Y Repsol, por ventas, es la más afectada.

La batalla todavía es dialéctica. Ribera, que ha sido muy criticada por sus planes para el diésel y los vehículos más contaminantes, respondió a las declaraciones de Brufau afirmando que es "imposible" lograr las descarbonización del sistema energético sin "activar al máximo la electrificación, que es la receta fundamental". El choque Brufau-Ribera no es nuevo. Tras la junta de 2019, en la que Brufau cuestionó también las aspiraciones medioambientales del Ejecutivo, Ribera respondió al empresario que negar la realidad del proceso de cambio económico y social en materia de medio ambiente "no es inteligente". 

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