Daesh se extiende en África

Repsol, Total, ENI... el gas se conjura contra el terrorismo económico del ISIS

El yihadismo extiende sus fronteras en el continente y pone en riesgo miles de millones de corporaciones europeas, americanas y asiáticas. Empresas italianas y portuguesas ya han suspendido sus actividades. 

El gas se conjura contra el terrorismo económico de Daesh
El gas se conjura contra el terrorismo económico de Daesh
Iswap

La dimensión del terrorismo no sólo se mide por el número de atentados o por la crueldad de éstos. Hay otra vertiente mucho menos conocida, pero igualmente trágica, que es la económica: las inversiones que se vienen abajo desde el momento en que una organización terrorista como Daesh pone su punto de mira sobre un país. No es una cuestión menor y que sólo ocurra en los lejanos desiertos de Oriente Próximo. Ha sucedido hace escasas semanas en Mozambique, donde la multinacional francesa Total ha desistido de llevar adelante su plan de inversión de 20.000 millones de dólares en una nueva planta y puerto gasístico. El pasado mes abril la secta radical Al Shabab, catalogada por EEUU como organización terrorista internacional, sembró el terror en Cabo Delgado, una humilde población situada a escasos kilómetros del epicentro de la mayor inversión energética prevista en el continente africano.

Invocando "causas de fuerza mayor" y hasta nueva orden, los franceses retiraron a todos sus trabajadores de la región de Afunghi, donde varias decenas de policías, militares y civiles mozambiqueños sucumbieron ante la embestida de este grupo armado que se identifica con el Estado Islámico y que representa sus intereses en África Central. Desde hace más de tres años, la región vive un incremento continuo de combates entre yihadistas y las fuerzas armadas de Mozambique que, en algunas ocasiones, han sido acusadas por parte de varias organizaciones internacionales de cometer crímenes de guerra contra la población civil. Probablemente fuera un intento desesperado de ‘cortar las alas’ a la adhesión de civiles a un movimiento que extiende cada vez más sus fronteras y pone en riesgo miles de millones de dólares y euros de inversión de corporaciones americanas, asiáticas y, por supuesto, europeas. De hecho, junto a Total, empresas italianas y portuguesas se han visto damnificadas por la suspensión de las actividades que afectan a la construcción de instalaciones para los trabajadores y al diseño de un nuevo aeropuerto anexo al megaproyecto gasístico.

Con respecto a las empresas locales víctimas de las consecuencias económicas de los ataques yihadistas, se estima que “alrededor de 400 empresas y 56.000 trabajadores”, serán los máximos perjudicados por las continuas incursiones de Al Shabab, según afirmó el máximo representante de la Confederación de Asociaciones Económicas de Mozambique (CTA), Agostinho Vuma.

La peligrosa expansión del Estado Islámico a África Central y Occidental y sus implicaciones económicas ha llevado a la Coalición contra el Daesh a conjurarse para evitar que este grupo y sus afiliados puedan instalarse en África y pongan en peligro miles de millones de euros en inversión prometida a los países africanos, hasta "derrotarlos por completo". En el encuentro, que tuvo lugar el pasado 28 de junio en Roma, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Mauritania y Yemen se adhirieron a la organización, en una muestra clara del empeño de impedir por todos los medios posibles que activos del Daesh pudieran aprovechar la situación para establecer un nuevo "Califato" en la región. La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González de Laya, apostó por aplicar las lecciones aprendidas en Irak y Siria en el continente africano, para que sirvan para traer la paz y la prosperidad a la zona.

"Daesh / ISIS ya no controla el territorio y casi ocho millones de personas han sido liberadas de su control en Irak y Siria, pero la amenaza permanece. La reanudación de las actividades de Daesh / ISIS y su capacidad para reconstruir sus redes y capacidades para atacar a las fuerzas de seguridad y civiles en áreas donde la coalición no está activa requiere una fuerte vigilancia y una acción coordinada". Esta clara alusión a la situación de Mozambique, y en general de todo África oriental, ha tranquilizado las aguas de las empresas con intereses en la zona como Repsol en Libia y Argelia, o Siemens Gamesa en la zona del Sahara occidental.

Y es que África ofrece muchas posibilidades. En un informe publicado en noviembre de 2020, el Instituto Elcano consideraba que aunque un primer diagnóstico puede llevar a considerar el continente africano como de escasa relevancia en las relaciones económicas internacionales españolas, "sin embargo, este análisis esconde algunos cambios en las tendencias tradicionales de la exportación española de los últimos años y una importancia creciente de los países africanos en términos sectoriales, exportadores y de inversión".

España es el décimo inversor en la zona y son muchos los países africanos que duplican año tras año sus compras en nuestro país, unos datos que posicionan a África como “mercado relevante en la internacionalización empresarial española”. La historia y los continuos ataques terroristas a los que está sometida la región han hecho que las empresas españolas vean con reticencias un mercado como el africano, algo que sus homólogas británicas, francesas o italianas no han dudado en aprovechar, situándose como las grandes dominadoras del mercado.

Si hay algo que preocupa en especial a la Coalición de países contra el Daesh es la situación en el Sahel. La situación no hace más que empeorar desde que Francia anunciara el fin de la operación militar 'Barkhane' en la zona que, desde sus orígenes, combate a grupos yihadistas en un vasto territorio gobernado por tribus y grupos terroristas. Probablemente, el golpe de Estado que el coronel maliense Assimi Goïta perpetró el pasado mes de mayo fuera el culpable de esta decisión, en la que Francia habría sufrido en carnes los efectos de mantener una fuerza militar de más de 5.000 efectivos capacitados para operar a miles de kilómetros de distancia y en la que no ha contado con apoyo por parte de las autoridades del país. Francia, tras asegurar sus intereses en Níger, parece dispuesta a alentar que sea una fuerza multinacional, aun por definir, la que trate de llevar paz a una región que no conoce la tranquilidad desde el inicio de la descolonización.

Aun con todo, la apuesta de la Coalición contra el Daesh, creada en Gales en 2014 y formada por más de setenta países, para derrotar al grupo terrorista ha sonado bien en los despachos de las multinacionales. Justo el mismo día que la asociación de países se reunía, Total firmaba un acuerdo con el Gobierno de Mozambique que afecta directamente a la seguridad del proyecto de GNL en el país. En concreto, el memorándum de entendimiento establece que una 'task force' garantizará las actividades del proyecto en la región de Afunghi.

Será Total quien garantice el aprovisionamiento logístico de la fuerza de seguridad. Por su parte, el Gobierno de Mozambique se ha comprometido a actuar de acuerdo a los Principios Voluntarios de Seguridad y Derechos Humanos, un compromiso auspiciado por EEUU y del Reino Unido al que se adhieren ONGs y compañías de los sectores del petróleo, minas y gas y que consiste en que las compañías que operan en zonas de conflicto o de gobernabilidad frágil se aseguren de que las fuerzas de seguridad pública o privada que protegen sus operaciones actúen bajo el marco de los Derechos Humanos.

Total tratará así de solventar las denuncias de las organizaciones internacionales y, por otra parte, estudiar la reanudación de sus actividades en la zona "siempre que la situación lo permita" y Daesh sea expulsado para siempre del continente africano.

Mostrar comentarios