Valorada en 10.000 millones

Repsol aparca la venta de su filial de Clientes ante la escalada del petróleo

El grupo que dirige Josu Jon Imaz sacó a la venta su división comercial el año pasado, en plena caída libre del valor del crudo. En los últimos 12 meses, el precio del barril de la OPEP se ha disparado un 90,99%.

El consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, y el presidente de la petrolera, Antonio Brufau
El consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, y el presidente de la petrolera, Antonio Brufau
Europa Press

El mercado respondió con apetito al proceso competitivo que Repsol lanzó a finales del año pasado para vender una parte de su división de clientes, valorada en hasta 10.000 millones de euros. La compañía encargó a Citi la búsqueda de uno o varios socios financieros para esta filial en plena caída libre del valor del crudo. La situación se ha revertido. En los últimos doce meses, el precio del barril de la OPEP ha aumentado un 90,99%, situación que no ha pasado desapercibida en el seno de la petrolera, que ha pisado el freno en el proceso de venta con vistas a sacarle el jugo al nuevo escenario.

La venta de hasta un 25% de la división comercial, que Repsol ha ido separando del resto del grupo (spin-off) hasta dotarla de un alto grado de independencia operativa, acaparó la atención de grandes fondos de capital riesgo internacionales como KKR, Couche-Tard, Brookfield, Macquarie o Allianz. La unidad de negocio aglutina alrededor de 24 millones de usuarios, una suculenta base de datos que el grupo ha ido atesorando con la suma de los clientes que durante años han ido frecuentado el resto de sus negocios. 

Repsol buscaba captar unos 2.500 millones con la incorporación de uno o varios socios financieros a su filial de clientes, división armada a partir de la integración horizontal de la gestión comercial de diversas unidades del negocio del grupo. Desde las gasolineras, electrolineras y tiendas, hasta su servicio de carsharing o la comercialización de luz y gas. Pero la mayoría de los fondos interesados se han ido retirando de la puja, tal y como coinciden varias fuentes próximas al proceso consultadas por La Información.

Repsol ha acometido una intensa reorganización en los últimos meses. La actividad de la petrolera ha quedado dividida en cuatro grandes divisiones: la producción de petróleo, el área industrial (refinado, mayorista de gas, química...), las energías de bajas emisiones y el área de clientes. El Plan Estratégico de Repsol prevé elevar el número de clientes 100% digitales a 8 millones en 2050, frente a los dos millones actuales. Un potencial que no está tan claro, por ejemplo, en su negocio de gasolineras que si bien podrían transformarse en electrolineras, su valor también podría caer si los usuarios terminan instalando puntos de recarga en sus domicilios.  

La vuelta de la movilidad y el suculento horizonte que ofrece a Repsol la escalada histórica que está viviendo el mercado de hidrocarburos -la gasolina alcanzó el pasado jueves su precio máximo desde hace siete años y el precio medio del barril de la OPEP se sitúa en 58,26 euros este mes frente a los 35,99 a los que cotizaba en noviembre- es solo una de las razones que han llevado a la petrolera a dejar en standby el proceso de venta. Además, Repsol emplea esta base de datos -una de las más potente del sector- para llevar a cabo una venta cruzada de multienergía, es decir, la filial sirve de catalizador para otras actividades del grupo.

Las dos vías por las que Repsol buscaba ganar músculo para acometer su giro verde (la venta de la filial comercial y la OPV de su división renovable), han quedado en vía muerta

Las fuentes consultadas indican que hay otras razones detrás del moderado interés que ahora muestra el mercado por la división. El intento de Repsol de poner en valor esta filial choca con el vínculo que liga al área de clientes con la explotación de energías contaminantes. Además, la integración de la rama comercial de servicios tan distantes como la venta de luz, la movilidad eléctrica o el suministro de bombonas de butano entraña cierta complejidad, cualidad poco atractiva para el capital riesgo. El negocio que Repsol ha incluido bajo este paraguas es una propuesta poco común, cuyas ventas dependen casi en exclusiva de la propia nave nodriza, pues están ligadas a los contratos de la filial con la matriz.

Repsol arrancó el año con dos grandes transacciones corporativas sobre la mesa. Además de la venta de una minoría de su filial comercial, la petrolera aspiraba a vender hasta un 49% de su división de energías renovables, valorada en una horquilla de entre 3.000 y 4.000 millones. Desde el principio, la compañía planteó la operación en términos de lo que se conoce como dual track, que contempla tanto una salida a bolsa como la entrada de un inversor. Las dos transacciones que aspiraban a dotar a Repsol de músculo financiero suficiente para agilizar su giro verde (prevé invertir 5.500 millones en renovables hasta 2025) han quedado en vía muerta.

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