Las recetas de Mercadona

Roig se rebela por Ucrania y el IPC: "Nadie sabe dónde llegarán los precios"

El empresario ha implicado a su plantilla en una revisión de costes y no entiende cómo el Estado no se mueve más ante cuestiones tan básicas como bajar el IVA o tocar el mercado eléctrico ante la inflación.

Juan Roig presidente Mercadona
Roig se rebela contra Ucrania y el IPC: "Nadie sabe dónde llegarán los precios".
Agencia EFE

Mercadona empezó en octubre del año pasado su lucha particular contra la inflación, al más puro estilo de Juan Roig: revisando cada céntimo que se gastaba dentro de la empresa y analizando el coste de cada producto una y otra vez, para rascar margen de negocio sin tener que subir los precios ni perder calidad en los productos. Pero lo que en principio eran subidas de la energía y los carburantes, que calentaban los costes aguas abajo a toda su cadena de proveedores, se propagó y se convirtió a partir del conflicto con Ucrania en una nueva pandemia inflacionista, con las materias primas un 28% al alza a nivel mundial, que ponían de repente al aceite un 60% más caro, los cereales un 34% y el azúcar un 37%. Con ese panorama, la lucha iniciada contra la inflación a finales de 2021 se convertía en una tarea titánica, frente a la que el líder de los 1.662 supermercados más extendidos en España y Portugal admitía este martes que “nadie ahora mismo hasta dónde van a llegar los precios”.

La cadena ya tuvo que afrontar el año pasado un recorte de dos puntos en su margen de negocio, frente al 5% del índice general del sector de la alimentación, pero que le provocó un recorte de los beneficios netos del 6% (680 millones de euros) pese a aumentar las ventas en un 3,3% (27.819 millones). Con ese escenario, Juan Roig dibujó en la pizarra a toda la plantilla una cuenta nada halagüeña a la que había que hacer frente al empezar el año: los gastos de la empresa aumentaban en 500 millones, de los que 400 se debían a una subida del 6,5% en el salario de sus 96.000 empleados en España, acorde con la inflación del mes de noviembre pasado y para que nade perdiera poder adquisitivo ni capacidad de consumo, a los que se añaden 100 millones más para afrontar los nuevos costes del área de la logística. 

Un reto nada sencillo, antes incluso de que se declarase la guerra en Ucrania, que pasaba por compensar una subida de gastos del 8%, con una previsión de aumento de la facturación que no iba a superar el 3%. La única solución entonces era implicar a toda la plantilla y que se tomaran cada trabajo como si fuera su propia economía doméstica: "La calidad somos todos" y "hay que ahorrar como en casa" se lanzaron como eslogan por todas las tiendas. También se lanzó un mensaje a los proveedores más cercanos para que tuvieran en cuenta que en este carro estaban todos metidos: "El cliente tiene que poder comprar; los proveedores tenéis que ganar dinero y nosotros también, porque estamos aquí para eso", para ver si entre todos eran capaces de sumar ahorros y llegar a la cuadratura de ese círculo.

Las cuentas del IVA

Con lo que no contaba Roig en esas primeras semanas de enero era con una guerra que dejara al mundo parado y las perspectivas de consumo de los hogares y las empresas bajo mínimos, por más que el acaparamiento que se ha sufrido en los primeros días de conflicto en algunos productos haya permitido elevar las ventas diarias, algo que en Mercadona saben que no es bueno para nadie. El reto ahora es cómo echar a andar de nuevo al mundo, y el empresario valenciano que lleva toda su vida haciendo cuentas para sacar adelante sus tiendas, lejos de arredrarse y sin ninguna intención de retirarse de la pelea diaria, también se las ha echado al Gobierno: si un litro de aceite hace apenas un año estaba a 2,30 euros, y le dejaba al Estado 23 céntimos por un IVA del 10%, ahora que está en el entorno de los 4 euros le deja 17 céntimos más, "un dinero que todos estamos pagando y del que se puede lograr algún ahorro en el precio si bajamos el impuesto sin perder recaudación sobre el año anterior, porque el IVA también es inflación". 

La misma cuenta se puede hacer en el caso de la leche y de un gran número de productos alimenticios que cada día están en la cesta de la compra de la gente, que se deja esos céntimos de más para que se los lleve el Gobierno. Lo más doloroso de esta cuestión para este empresario emblemático es que ese aumento de precios se está produciendo, sobre todo, por un incremento artificial del precio de la luz, con una fórmula que cobra todo al nivel más caro. "¿Por qué no se cambia ya, cuánto antes?", reclamaba este martes sin entender cómo se podía admitir algo que tanto mal estaba causando en las economías de todo el mundo.

Mientras el Gobierno se ha dado un plazo de al menos quince días hasta tomar una decisión sobre el sistema de fijación de precios de la energía y la posible desvinculación del precio del gas en ese cálculo, a la 'familia' de Mercadona no le queda otra que seguir haciendo cuentas con sus empleados y los 1.500 proveedores especializados que ha completado este año y que revisan como se forman los precios de cada casa en busca de unos céntimos que ahorrar, sobre todo porque está sobre la mesa el compromiso de no subir precios de forma artificial con el único objetivo de elevar el margen y soportar el gasto de esa subida del 6,5% en los sueldos a costa de generar inflación. Juan Roig no cree en las subvenciones ni en el efecto mágico de un pacto de rentas para frenar la inflación, pero se rebela contra una subida de precios que se puede sufragar con una rebaja de impuestos selectiva, mucha menos burocracia y el control de los costes en los precios de la luz, como en cada producto de los que se venden en su cadena.  

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