Ryanair, en la encrucijada: por qué no puede sobrevivir sin empleados al límite

  • El incremento de costes salariales mete presión sobre la cuenta de resultados de la aerolínea, atosigada por la competencia y el mercado.
Ryanair tripulación
Ryanair tripulación
Ryanair

Ryanair vive uno de sus momentos más delicados. Aunque nada tiene que ver con las huelgas propuestas para los siguientes días, puesto que la firma está más que acostumbrada. El verdadero problema de la compañía dirigida por Michael O’Leary es que se le acerca a una tormenta perfecta. Las presiones de la competencia en los costes y en los ingresos, junto a las exigencias del personal pondrán a prueba a la empresa.

La máxima de cualquier compañía es la de crear valor para sus accionistas, que son sus propietarios. Para ello, la compañía debe tener una ventaja competitiva y reforzarla en el tiempo. Este proceso es tan vital para las empresas, que el mayor inversor de todos los tiempos, Warren Buffett, le acuñó un nombre propio: 'moat', en referencia a los fosos de los castillos que servían de protección frente a los invasores.

Entre todas las 'moats' que se pueden encontrar en distintas empresas, las menos eficaces son aquellas que van ligadas simplemente a los costes. Mientras que las que más fuerza tienen, son aquellas que se erigen sobre intangibles como la fuerza de una marca. Es la diferencia por ejemplo entre la propia Ryanair y Coca Cola, la primera ha logrado su éxito gracias a sus bajos costes, mientras que la segunda su principal poder es su propia marca.

Además, se debe distinguir dentro de las ventajas en costes cómo se logran. Si se trata de un poder negociador de la empresa, cómo el que Mercadona tiene con sus proveedores, o simplemente está enfocado en un negocio de baja calidad con salarios ínfimos, como Ryanair. Obviamente, en el caso del segundo dicha ventaja es muy fugaz por varios motivos: principalmente, porque siempre suele existir otra empresa que termine haciéndolo más barato. También, porque los empleados al ser una empresa grande y trabajar en países desarrollados, tienen cada vez más poder negociador. Lo que termina por repercutir en los costes salariales que acumula la compañía.

La última parte, corresponde a uno de los problemas principales en Ryanair, si se observan las evoluciones de las distintas partidas de la cuenta de pérdidas y ganancias que ofrece la firma. Los costes laborales (‘staff cost’) que sufraga Ryanair desde 2014 han crecido un 84%, desde los 132 millones hasta los 244 millones, presentados en sus últimas cuentas recientemente. Ese porcentaje es casi el doble del incremento de los ingresos de la firma, un 45% en el mismo periodo. Además, de que es bastante más elevado del aumento porcentual en el número de clientes, un 54%, y los beneficios, un 57%.

En el caso de Ryanair, que juega a coste bajo, el incremento de las retribuciones salariales ejerce mucha presión sobre las cuentas. De hecho, en las últimas presentadas, hasta junio de 2018, el beneficio de desploma un 20%, por el efecto -no es único, también ha crecido el gasto en combustible- por el incremento un 34% del coste de los salarios, de 182 millones hasta los 244 millones. Por ello, el propio O’Leary defiende antes las huelgas propuestas que "hará frente a las protestas y que no cederá ante las demandas que pongan en riesgo el modelo de negocio de la aerolínea".

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Ryanair tiene un largo historial de cancelación de vuelos por huelgas  / EP

La guerra de precios

El sector de bajo coste de las aerolíneas está 'muriendo de éxito'. El intento por ofrecer siempre el vuelo más barato o la mejor oferta, implica una guerra de precios continua que termina por ser mortal cuando entran en el juego muchas compañías. De nuevo, las cuentas de Ryanair son el mejor testigo para observar la confrontación del sector y como las ganancias por billete vendido son cada vez más ajustadas.

Solo con la evolución de los clientes y los ingresos, se puede ver una fotografía de la evolución del sector. Eso sí, sería imprescindible un período de tiempo amplio de cinco años, para que no hubiera demasiadas fluctuaciones. En las últimas cinco cuentas presentadas, la evolución de los clientes alcanza el 54%, mientras que los ingresos solo crecen un 45%. Por lo que si Ryanair ha captado más clientes que ha generado ingresos, es que a la fuerza ha tenido que bajar precios.

El anterior razonamiento precisa de un matiz imprescindible en estás empresas, el efecto del coste del combustible. Obviamente, cada coste unitario de un billete debe de ir en contexto con el precio que paga la compañía por el combustible. Con ello, queda más claro que el sector obliga a las compañías a tirar los precios. En 2016, el precio unitario que se pagaba por billete en la aerolínea era de 54,57 euros con un precio medio del barril de combustible de 40 dólares, según la propia Ryanair. En 2018, el precio unitario del billete pagado apenas ha crecido un 1,3%, mientras que el coste del combustible lo ha hecho un 45%.

Los problemas de Ryanair van más allá

La tormenta perfecta en Ryanair no solo incluye el hecho de que por un lado le exigen aumentar los salarios, pese a la presión que ejerce sobre sus resultados, o la guerra de precios con la competencia. Además, estos mismos competidores están limando cada vez más el volumen de clientes que alcanza la compañía. La mejora de clientes hasta el 30 de junio de 2015, al 30 de junio de 2018 se ha desplomado más de la mitad, desde el 16% al 7%. Más presión sobre la empresa.

Por último, aparece en el horizonte el que podría terminar por ser el verdugo de Ryanair, su competidor húngaro, Wizz Air. Pese a la agresividad del sector, las tensiones en la cuenta de resultados y el incremento de costes salariales, Ryanair había conseguido mantener su ‘moat’: ser el más barato. Ahora, los analistas ven a su competidor capaz de igualar los bajos costes de la aerolínea irlandesa. La razón tiene que ver, de nuevo, con que la empresa húngara es capaz de mantener sus costes salariales por debajo de los de Ryanair. De hecho, esa es la gran ventaja de Wizz Air: que trabaja con personal del Este de Europa, cuyos salarios son más reducidos.

La conjunción de todos los factores, junto a las presiones del mercado, obligan a Ryanair a ceder poco o muy poco frente a las huelgas. Al menos si quiere mantener su 'moat', aunque claro eso tiene como coste el de perder los dos factores más importantes que tiene una empresa: el capital humano que la forma y la confianza de los clientes.

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