Sareb admite que pagó un sobreprecio de 5.000 millones por los activos tóxicos

  • "Pagamos el precio que se nos dijo", señala la entidad. La operación se pagó con bonos cuyo riesgo está cubierto por el Tesoro Público. 
Jaime Echegoyen, durante su comparecencia en la comisión de investigación del Congreso sobre la crisis financiera. EFE /Mariscal
Jaime Echegoyen, durante su comparecencia en la comisión de investigación del Congreso sobre la crisis financiera. EFE /Mariscal

Sareb, el célebre banco malo, recibió en 2012 una amplísima cartera de activos tóxicos procedentes de la banca (inmuebles y préstamos al promotor) que en su día se valoró en 50.700 millones de euros. En ese proceso de valoración de activos, que resolvió el FROB, participaron todos los agentes implicados, el Estado, la banca 'vendedora', el Banco de España y hasta el BCE. La operación de compra de estos activos se pagó con bonos avalados por el Tesoro Público.

"Pagamos el precio que se nos dijo", ha explicado este jueves, Jaime Echegoyen, entre otras cosas para justificar un dato. Esa cartera de préstamos tóxicos herederos por Sareb acumula un deterioro 5.092 millones de euros sobre el precio a qué se compraron, lo que significa que su valor de mercado no ha llegado a alcanzar hasta ahora el precio al que se adquirieron - en lo peor de la crisis - y que esa minusvalía seguramente se mantendrá, si no se amplía, hasta la fecha de caducidad del vehículo en noviembre de 2027.

El asunto es particularmente inquietante porque esa cartera de activos se pagó en su día por parte de Sareb con emisiones de bonos a 1, 2 y 3 años, que, en un contexto tan turbulento, tuvo que avalar el Tesoro Público para que tuvieran mercado. Es decir, que el riesgo de que la operativa de Sareb hasta 2027 alcance para devolver ese dinero a los bonistas va con cargo al erario público. 

En 2018, en un ejercicio récord en cuanto a los ingresos obtenidos por su actividad inmobiliaria - donde el equipo gestor de Sareb sitúa el desarrollo futuro de la sociedad -, con 1.419 millones de euros, y unos ingresos totales de 3.650 millones (un 4,7% menos que en 2017), la sociedad consiguió amortizar 2.114 millones de esa deuda. A este ritmo, de aquí a 2027 la sociedad apenas lograría reducir en poco más de la mitad ese volumen de deuda avalada por el Estado.

Según los datos avanzados este jueves por Jaime Echegoyen al cierre de 2018 la deuda avalada por el Estado pendiente de devolución asciende a 35.761 millones de euros, después de haberse reducido en un 30% desde los 50.781 millones en que arrancó allá por noviembre de 2012. En principio, está previsto que Sareb desaparezca en noviembre de 2027. 

Nunca pareció que el banco malo fuera capaz de desprenderse de todos los activos tóxicos de la peor calaña que las antiguas cajas desagüaron sobre su balance, muchos de los cuales no estaban tasados y algunos de los cuales ni siquiera se correspondían con la información que había de ellos, pero hasta hace unos meses el equipo gestor de la sociedad había mantenido el discurso público de que había que intentar rentabilizarlos.

Con la mitad del camino hacia 2017 ya recorrido, el equipo gestor ya ha situado sus objetivos en desprenderse de la mayor cantidad de activos posible sin dañar demasiado valor. Una línea argumental que les ha llevado, por ejemplo, a rechazar la tentadora posibilidad de perfilar una gran operación al estilo de las realizadas por los grandes bancos en los últimos meses para desprenderse de un gran volumen de activos tóxicos a cambio de descuentos del 50%, 60% o 70% de su valor. 

A partir de ahora, el plan de Sareb es otro. Nada de vender grandes carteras de préstamos, sino gestión, gestión y gestión para acelerar su transformación en activos inmobiliarios susceptibles de convertirse en bienes inmobiliarios tangibles para sacarles el máximo partido.

Pérdidas de 878 millones de euros

La Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria no consigue levantar cabeza y ahonda aún más en sus números rojos. Durante 2018, la firma registró unas pérdidas netas de 878 millones de euros, un incremento del 55% con respecto a los datos obtenidos un año antes. Durante este último ejercicio, la compañía que dirige Jaime Echegoyen aceleró la conversión de su cartera de préstamos dañados y logró un récord de venta de inmuebles.

"Un ejercicio de gran exigencia por la fuerte concurrencia que se ha registrado en el mercado mayorista, no solo en términos de volumen, sino de precio, con unos niveles de descuento que la compañía no puede ni debe asumir", señalaba el propio Echegoyen. Los ingresos totales alcanzaron los 3.650 millones de euros, un 5% menos que en 2017, a la par que aumentaba sus gastos operativos en un 2% hasta los 697 millones. 

Por contra, al firma consiguió cancelar más de 2.114 millones de euros de la deuda que emitió para adquirir los activos dañados a los bancos en crisis en el momento de su constitución. 

"Esta compañía no puede hacer nada para aumentar su volumen y compensar unos ingresos del pasado que han ido desapareciendo y, por tanto, tenemos un margen de maniobra que comparado con la banca es prácticamente cero", ha explicado Echegoyen. Es por ello que el 'banco malo' ha decidido "dar un paso al lado" con el fin de preservar el valor ante los descuentos "impensables" que promueve la "brutal competencia" y ha apostado por transformar estos préstamos en inmuebles.

En este mismo sentido, el propio Echegoyen, afirmaba hace solo unos meses que "no nos salen los números", "no nos compensa" vender grandes carteras, porque los grandes compradores institucionales exigen importantes rebajas a la hora de comprar carteras de varios millones, algo a lo que la Sareb no puede hacer frente por la forma en que sus activos llegaron a la firma. Los descuentos con los que se venden habitualmente estos activos se sitúan entre el 55% y el 65% de su precio de origen.

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