La siderúrgica no le ve claro

La SEPI condiciona el rescate de Celsa a un crédito preferente de 500 millones

El holding público ha marcado una línea roja en sus negociaciones con la siderúrgica que obligaría a la compañía a devolver la inyección estatal antes de cumplir con el resto de sus acreedores.

La presidenta de la SEPI, Belén Gualda González
La presidenta de la SEPI, Belén Gualda González.
Europa Press

La Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) no está dispuesta a dar su brazo a torcer en el rescate de Celsa. El hólding público y el gigante siderúrgico llevan meses negociando los términos en que se tramitará la ayuda pública, conversaciones que han encallado en la última línea roja que la SEPI ha transmitido a la empresa que dirige Francesc Rubiralta. No es otra que condicionar el rescate a un crédito preferente de 500 millones, según fuentes próximas al proceso consultadas por La Información.

La solicitud de ayuda de Celsa es la mayor, por cuantía, de las que ha recibido la SEPI en su trayectoria como gestora del Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas dotado con 10.000 millones. La petición inicial que el conglomerado en manos de la familia Rubiralta trasladó al holding estatal el pasado marzo superaba los 700 millones de euros, importe que la empresa pública que preside Belén Gualda limitó a un máximo de 550 millones. Desde el principio, ambas partes chocaron en la manera en que debía estructurarse la inyección de fondos públicos.

La condición de la SEPI choca frontalmente con la estrategia de Celsa, que preveía emplear la ayuda pública para atender los pagos pendientes con sus acreedores, según las fuentes consultadas. Entre los dueños de la deuda de la siderúrgica destacan grandes gestoras como Apollo, Cross Ocean, CVC o Goldentree, pero también bancos internacionales como Bank of America, Deutsche Bank, Citi o Credit Suisse.

La aceptación de los términos del rescate obligaría a Celsa a cumplir con la SEPI antes de continuar con el programa de devoluciones de los préstamos del resto de acreedores del grupo. El pasivo en manos de estos últimos asciende a unos 1.500 millones de euros y buena parte del total se encuentra en manos de fondos oportunistas que compraron la deuda de los bancos. 

Dicho pasivo se estructura en un préstamo convertible de 600 millones y otros 900 millones garantizados por acciones, es decir, si los acreedores se decidieran a capitalizar la deuda los Rubiralta perderían el control de la compañía, algo que la familia catalana quiere evitar a toda costa. El rescate de la SEPI era la baza más clara de los Rubiralta para frenar la entrada de los hedge funds en el capital de la siderúrgica, pero la negociación con el holding público no ha avanzado con la dilación prevista. 

A la espera de cerrar el rescate, Celsa ha acometido otros movimientos para conseguir liquidez. Se trata de pequeñas operaciones de financiación de circulante, según coinciden varias fuentes financieras consultadas por La Información. En cualquier caso, 2021 ha sido un buen año para la compañía, que prevé cerrar el ejercicio con un volumen de facturación superior a los niveles pre-Covid, en buena medida por la positiva evolución de su negocio internacional, especialmente en el mercado francés.

Precisamente el buen desempeño de Celsa en los últimos meses podría relegar a la compañía a un segundo plano en la lista de prioridades de la SEPI. El holding público cerrará el año con decenas de expedientes de ayuda sin resolver. En el paquete de solicitudes pendientes se incluyen los SOS de compañías cuyos sectores se han visto especialmente afectados por la crisis sanitaria del coronavirus, como el de las aerolíneas Air NostrumVolotea y Wamos, o las hoteleras Room Mate o Hesperia.

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