Un 'reclamo' de marketing

Las telecos abrazan un 5G 'light' y velan armas ante la subasta decisiva de 2021

Orange es la última en anunciar el lanzamiento en cinco ciudades de una red aún limitada en velocidad y prestaciones a la espera del nuevo espectro y de los despliegues masivos.

Recurso de red 5G
El 5G se ha convertido en el nuevo reclamo de las grandes telecos.
TELEFÓNICA DEUTSCHLAND - Archivo

Primero fueron las tarifas ilimitadas, que acabaron incorporándose en las ofertas de todas las operadoras. Y ahora es el 5G. Las grandes telecos en España se han abrazado a una red ultrarrápida 'light' sin todas las prestaciones posibles, con una cobertura aún muy limitada y con los grandes despliegues en fase de planificación. El movimiento, al que se acaban de sumar en los últimos días tanto Orange como Telefónica, es sólo un primer paso al que aún le tienen que seguir muchos más para convertir el lanzamiento en masivo. La verdadera prueba de fuego vendrá con el estándar tecnológico definitivo y los despliegues completos, para los que las compañías deberán desembolsar varios miles de millones en los próximos años incluyendo la próxima subasta clave.

Cuando Vodafone decidió en junio de 2019 lanzar su primera red 5G comercial en quince ciudades españolas, sus competidores aseguraron que ellos esperarían. Al igual que pasó con el 4G en 2013, tanto Orange como Telefónica no siguieron a su rival. Entendían que no había demanda de este servicio en el cliente residencial, ni el ecosistema tecnológico estaba totalmente preparado y maduro, con proyectos piloto de casos de uso aún en ciernes y el estándar definitivo sin estar disponible (conocido como 'stand-alone', donde el núcleo del sistema como la propia red de radio están basados en 5G 'puro'). Desde esa fecha hasta ahora, poco ha cambiado. La disponibilidad masiva de una red con 'stand-alone' sigue sin estar -lo que hace que la versión actual sea más 'light' y sin todas las prestaciones de velocidad- y el número de 'smartphones' compatibles es reducido. Sin embargo, ambos han decidido hacer su anuncio.

Y ambos han movido ficha de una manera similar: se centran en un primer ramillete de ciudades para luego ir extendiendo la huella. Orange espera una cobertura de hasta un 30% en el mejor de los casos con un 'encendido' de la red en cinco ciudades sin una oferta comercial específica (quien sea cliente de la operadora podrá conectarse a estas redes sin coste alguno). En el caso de Telefónica, la cifra de emplazamientos es ligeramente superior. Esta última lanzará su propuesta de tarifas incluyendo estas conexiones de alta velocidad para empresas y particulares antes de que acabe este año. ¿Y Másmóvil? Hace también un arranque pero de la mano de Orange, gracias al acuerdo mayorista que firmó hace unos meses

Todas estas redes descansan sobre el espectro de 3,6Ghz que compraron en la subasta de 2018 y que se saldó con más de 430 millones de euros -542 millones incluyendo los intereses durante el periodo de explotación de la licencia y hasta 1.400 millones en total si se suma la tasa por reserva de espectro-. Vodafone fue el que salió victorioso de esa adquisición y después de algo más de un año de actividad comercial suma un portfolio de 21 ciudades donde tiene una cobertura media de hasta el 50%. Según las últimas cifras que hizo públicas cuenta con más de 50 casos de uso elaborados junto a administraciones públicas. 

¿Qué ha cambiado para que los otros tres grandes operadores se hayan decidido a dar el paso? "Es un reclamo comercial, sobre todo, para 'cebar' la gama alta de sus productos en un momento de fuerte presión por el lado 'low cost'", aseguran fuentes del mercado a La Información. A esto hay que sumar también la posibilidad de ir experimentando con las redes en un ámbito ya comercial, aunque con unas exigencias por parte de los clientes mucho menos intensas que cuando se encuentren a pleno rendimiento en los próximos años. 

Lo que queda pendiente

Con la decisión de Orange, Telefónica y Másmóvil se cumple un primer paso. Debe haber más. En el lado puramente tecnológico, se necesitan varios avances pendientes. Por un lado, el cierre del estándar definitivo 'stand-alone' en el que el núcleo y la radio de la red sean 5G, lo que permitiría la explotación en toda su plenitud de la infraestructura, con fuertes reducciones de la latencia -el tiempo que tarda en enviar y recibir la información- y el aumento de hasta 50 veces en la velocidad de conexión.  Por otro, más espectro radioeléctrico. El que hoy está en manos de las operadoras, y sobre los que se levantan estos tímidos despliegues iniciales, es el de 3,6Ghz, que va a ser clave.

Pero lo será aún más si cabe el de 700 Mhz que se 'venderá' en el primer trimestre del año y que servirá para afinar mucho más la cobertura, sobre todo en los interiores de edificios y otras instalaciones. La compra de estas licencias para explotar todos esos tramos de radiofrecuencias sólo es el inicio. Quedaría lo más costoso: los despliegues de la infraestructura física de torres y estaciones base por toda España. Vodafone le puso recientemente cifra: 5.000 millones de euros de inversión a partir de ahora.

Al margen del terreno tecnológico, también hay aspectos pendientes de esta incipiente red ultrarrápida. Y hay que encontrarlos del lado comercial. Primero en la oferta de móviles. Pese a su rápida expansión, son compatibles con este tipo de conexiones una quincena de modelos, según la última información aportada por la propia Vodafone. Y, después, se encuentra la demanda entre los clientes, especialmente en el segmento residencial. Todos los expertos consultados confirman que el 5G será más útil cuando el llamado 'internet de las cosas' esté más extendido en los hogares y cuando se completen otras revoluciones tecnológicas como el coche autónomo.

Era mayo de 2013 cuando Vodafone hacía un movimiento similar con las redes 4G. La encendía sobre un espectro que ya tenía a la espera de la liberación del de 800 Mhz, que permitiría acelerar la implantación y mejoraría la cobertura en el interior de los edificios. Después le siguieron los demás. En aquel momento el Ministerio de Industria cuantificaba el valor de las inversiones directas e indirectas en más de 12.000 millones. Hoy, siete años después, las operadoras están colocadas en la misma posición de salida.

Mostrar comentarios