Antes de la fusión de Orange y Másmóvil

Las telecos limitan la guerra de precios al 'low cost' mientras ajustan sus cuentas

Las operadoras utilizan sus segundas marcas para la batalla comercial y tratan de sacar lustre a sus primeras enseñas más premium en plena batalla por mejorar márgenes en el mercado.

Digi logra frenar un primer frente con Hacienda en la Audiencia.
Las telecos limitan la guerra de precios al 'low cost' mientras ajustan sus cuentas
L.I.

La guerra de precios o, al menos, la fuerte pugna en el sector de las telecos no las ha borrado del mapa la inflación. Lo único es que la ha acotado al segmento del ‘low cost’. Las grandes operadoras utilizan sus segundas marcas para mantener el pulso comercial mientras tratan de sacar lustre a sus primeras enseñas más premium y mejorar sus márgenes. Confirman que la presión se mantendrá, con aspirantes en plena forma como Digi, pero más limitada a estos productos. “Seguiremos sintiendo presión en el extremo inferior del mercado”, confirmaba hace unos días el consejero delegado de Telefónica, Ángel Vilá, ante el interés de los analistas por la situación competitiva española.

Hace varios años esa batalla de precios se trasladó a las primeras marcas, con lo que supuso de destrucción de valor. Telefónica, Vodafone y Orange tiraron de descuentos de hasta el 50% durante medio año o un ejercicio completo para no perder pie. Esto llevó a un espiral con portabilidades. Además de ‘tirar’ de sus segundas marcas, reposicionaron productos de fibra, móvil y televisión en bandas de precios más cercanas al bajo coste. La inflación cambió de manera relevante el escenario. Las tres grandes ejecutaron incrementos en precios de paquetes convergentes -los más comunes en el segmento residencial-, en algunos casos indexando directamente al IPC y otras utilizándolo como argumento. Esto llevó también a una cierta calma.

Pero la alargada sombra de la rumana Digi, junto con la de otros más pequeños como Avatel, sigue proyectándose sobre el sector. El quinto operador por clientes ha decidido que no va a mover ni un ápice sus tarifas pese al incremento de costes -cuenta con una estructura propia relevante, con fibra desplegada y con la gestión directa de los ‘contact center’-. Y esto ha sido el catalizador de esa presión en la gama más baja. Se estima en el sector que la proporción de altas en tarifas de ‘bajo coste’ sigue situándose en torno al 60%. Es decir, seis de cada diez cambios de operador o creación de números nuevos (esto último representa una parte minoritaria en un sector consolidado como el español) se producen en esta banda. Y es ahí donde se está manteniendo una dura pelea. Es una pugna con márgenes muy estrechos. Pero existe una máxima: que esté en mis filas, aunque sea con una rentabilidad menor, a que esté en las de enfrente.

El propio consejero delegado de Telefónica, Ángel Vilá, admitió la pasada semana que la presión no ha dejado de crecer en el bajo coste. Pero quiso circunscribirlo precisamente a esa área, donde ellos operan con O2. “Vemos un mercado de dos niveles; las promociones están fuera de todas las marcas principales y en segmentos de ingresos más altos y de más valor y en la gama baja hay más intensidad competitiva”, aseguró. El ejecutivo coincidió con el también CEO de Másmóvil, Meinrad Spenger, quien insistió tras la presentación de sus resultados, que sigue habiendo competencia relevante. Es algo que viene repitiendo en las últimas presentaciones de resultados.

Si se hace un repaso en la oferta comercial de las primeras marcas de los grandes grupos, no hay casi rastro de descuentos. Los pocos que hay corresponden a Vodafone y son prácticamente testimoniales. En el resto han desaparecido las rebajas. En las segundas marcas, la presión es mayor. Lowi, Simyo y el resto de las de Másmóvil siguen apretando en precios tratando de acercarse lo máximo posible a esos 20 euros de fibra más móvil de Digi que ha roto cualquier suelo. También hay más pugna en los productos individuales de las primeras marcas, como el ‘Sólo Móvil’ o la fibra sola, donde sí que hay algunas promociones más.

Los CEO de Telefónica y Másmóvil coinciden que hay fuerte competencia en el segmento low cost: "Seguiremos sintiendo presión"

Esta mayor potencial del ‘low cost’ está teniendo un efecto en las cuentas de resultados de las compañías. Hace que el ‘mix’ de ventas sea más desfavorable y también que la rentabilidad se resienta. En el caso de Telefónica, pese a que subió de media casi un 7% sus tarifas a mediados de enero, el ingreso medio por cliente (lo que se conoce en el argot como Arpu) sólo ha subido 3 euros. Esto se explica, según justificó Vilá ante las preguntas de los analistas, precisamente por el mayor peso de O2 (la subida sólo se ejecutó en los productos de MiMovistar, es decir, los paquetes convergentes). Másmóvil, que cuenta con varias marcas enmarcadas en ese bajo coste, subió los ingresos apenas un 1%.

Menos portabilidades

Lo que resulta evidente es la menor intensidad comercial en cuanto a actividad. Antes de la pandemia y tras la retirada de las restricciones, eran habituales cifras de portabilidades superiores a las 600.000 al mes. Es decir, cambios de operador por parte del cliente final. Esto, según los últimos datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), en el mes de diciembre se ejecutaron 446.000, muy lejos de los picos de 700.000 en el momento más ‘caliente’ de la guerra. Queda por ver cómo afecta la fusión de Orange y Másmóvil a todos estos movimientos.

Todo hace pensar que una mayor concentración de las compañías enfriará el mercado. Sin embargo, esa fuerte competencia del mercado español es lo que están utilizando ambas compañías -y también sus competidores- como argumento para justificar ante la Comisión Europea que esta transacción no necesitaría restricciones ‘extra’ para ser autorizada. Pero precisamente esa mayor pugna entre las operadores es, precisamente, lo que han fomentado con su política de, al menos, cuatro operadores. Sea como sea, la pelea ya no está tanto en los productos más premium, sino en el ‘low cost’.

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