Riesgo de retraso en la 'luz verde'

Telefónica desempolva el 'caso O2' para apretar al regulador en la compra de Oi

La española, junto a TIM y Carlos Slim, defiende que los antecedentes de operaciones en Europa como la de O2 les son favorables, pues hoy buscan adquirir activos móviles de una firma sin capacidad de competir.

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Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica.
EFE

Finiquitadas la venta de las torres de Telxius y la 'joint venture' en Reino Unido, uno de los grandes frentes corporativos que Telefónica tiene sobre la mesa es la compra de los activos móviles de Oi en Brasil. Estas últimas semanas se ha remangado junto a sus dos socios, Telecom Italia y Carlos Slim (Claro), para apretar en la batalla regulatoria previa a la autorización por parte de Competencia. Ante las alusiones de algunos de los rivales que han presentado alegaciones para frenar la transacción han desempolvado el 'caso O2' y otras transacciones en Europa. El reto: demostrar que en el caso del mercado brasileño, esta operación debería aprobarse sin restricciones debido a que la compañía vendedora no estaba en disposición de competir de 'tú a tú' con ellos por su complicada situación financiera.

El caso de O2 en Reino Unido es especialmente peliagudo para Telefónica. En 2016, la Comisión Europea decidió cancelar la venta al gigante hongkonés Hutchison al entender que restringía la competencia. Cuatro años después, el Tribunal General de la UE (TGUE) enmendó la decisión y dio la razón a la española confirmando que no quedó demostrado que existiera un obstáculo para esa rivalidad efectiva. Pero el retraso judicial llevó a que esta sentencia se conociera cuando la operadora presidida por José María Álvarez-Pallete acababa de firmar la fusión a través de una 'joint venture' con Virgin Media (Liberty) en el país, en mayo de 2020. Pero ahora, este caso sale a la palestra ante el regulador brasileño.

Después de firmar definitivamente la compra a tres bandas de los activos de Oi por unos 2.700 millones de euros, a principios de este año arrancó el análisis del organismo regulador de la competencia en Brasil (Cade), similar a la CNMC en España. En ese contexto, varios competidores más pequeños y operadores de televisión han sacado la artillería para tratar de frenar la transacción, entendiendo que significará un mayor dominio de estos tres grandes operadores en el país. Uno de ellos ha esgrimido, precisamente, el historial de transacciones de compra o fusión en las dos últimas décadas en Europa aludiendo a las potenciales restricciones, haciendo hincapié en la transacción de O2 de 2015.

¿Un pastel para tres?

Telefónica y TIM aseguran en una contestación formal ante el organismo brasileño, consultada por La Información, que la práctica totalidad de las operaciones propuestas en el sector de las telecos fueron aprobadas, con o sin restricciones. La de O2 fue la única prohibida en primera instancia por la Comisión Europea. Ante la comparación, la operadora española insiste en que hay "particularidades importantes" en la compra de Oi respecto a los casos que se señalan como el de Hutchison u otros protagonizados por Deutsche Telekom o Vodafone. Aún así, apunta que precisamente si se pudiera hacer esa relación de casos, especialmente con el de Reino Unido, les sería favorable pues en las transacciones europeas la fortaleza corporativa del adquirido era muy superior a la que tiene ahora mismo Oi, en concurso de acreedores "con una capacidad limitada para invertir y por tanto incapaz de competir"

De esta forma, Telefónica trata de barrer para casa y, pese a que incide en esas diferencias, advierte que los antecedentes europeos "confirman la necesidad de una aprobación sin restricciones", especialmente si se considera el "robusto" marco regulatorio brasileño. Es esa la gran preocupación. La aprobación casi se da por hecha, aunque sí que existe un cierto temor entre las compradoras a unos 'remedies' especialmente duros que hagan difícil o, directamente, inviable la ejecución de la compra. Hay un antecedente vivido en el seno de la propia operadora española: en septiembre de 2020, aprobó de mutuo acuerdo con Carlos Slim (Claro) la ruptura del contrato de venta de Telefónica El Salvador -por 277 millones de euros- ante las duras exigencias impuestas por el organismo del país al tratarse de una concentración de 'poder' muy significativa. Hoy, esta división sigue aún pendiente de comprador.

Hay que tener en cuenta que los tres compradores sumaban a mediados del año pasado en torno al 75% de la cuota de mercado de los clientes móviles, tanto de prepago como de pospago, del mercado brasileño. Cuando concluya la operación, y tras el reparto de las carteras de clientes y los diferentes activos, los mismos jugadores pasarán a controlar el 97%, con rivales muy residuales como Algar Telecom. En el caso de la operadora española, pasaría de tener algo más de un 33% de todas esas líneas a acercarse al 40%, lo que genera muchas sinergias, ahorros de costes y más escala en plena fase de expansión de las redes 5G.

Amenaza de retraso en la 'luz verde'

La competencia directa no es la única preocupación de algunos de los rivales más pequeños. También lo es el reparto del espectro radioeléctrico que, a la postre, es también un arma para construir un cuarto rival que le trate de hacer sombra (lo que en el argot regulatorio europeo se denomina 'Maverick'). Telefónica se hará con 43 megahercios de diferentes bandas para las redes móviles, hoy en manos de Oi. Sus socios harán lo propio. Ante esta situación la iniciativa 5G Brasil, que agrupa a más de 300 proveedores de servicios de internet en el país, ha reclamado que se permita dar entrada a operadores más pequeños en una subasta pública de ese espectro para desarrollar redes neutrales "que maximizan la competencia".

Mientras las posiciones se van fijando, el regulador ya advirtió hace varias semanas a los protagonistas que el estudio será largo. Se ha calificado como "operación compleja" lo que abre la puerta a una ampliación de los plazos fijados en un principio -el dictamen debía estar listo en el mes de noviembre-. De esta forma, tal y como reconocía ante los inversores la propia Oi en la presentación de resultados del mes agosto, el cierre definitivo con esta 'luz verde' podría retrasarse al primer trimestre de 2022. Entre las compradoras no han querido dar un plazo concreto.

Para el grupo presidido por Álvarez-Pallete esta compra es determinante en uno de los cuatro mercados clave. Llegaría en un momento en el que quieren reducir el perfil de austeridad y enseñar un enfoque más inversor, después del cierre de la venta de torres y de la 'joint venture' en Reino Unido. Esta plaza representa la segunda por ingresos después de España, aunque especialmente castigada por la evolución del real brasileño, lo que llevó a una caída del 16% en los ingresos del primer semestre (3.318 millones de euros) y del 11% en el Ebitda (1.480 millones).

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