La tensión se dispara: los tipos negativos enzarzan a la banca con los supervisores

  • El BCE y el BdE aseguran que los tipos bajos de interés han beneficiado a la banca, que defiende la tesis contraria.
Luis de Guindos, vicepresidente del BCE
Luis de Guindos, vicepresidente del BCE
Apie

El curso de verano sobre finanzas sostenibles de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en colaboración con a Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE) y el BBVA llegó ayer a su punto álgido con la visita del vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) y exministro de Economía, Luis de Guindos. En su intervención, el ‘cabeza de cartel’ salió al paso de las críticas de la banca y defendió firmemente que la política de bajos tipos de interés que dicta Fráncfort ha  resultado claramente positiva para el conjunto de las entidades.

Y es que durante toda la semana el Palacio de la Magdalena de Santander -donde se desarrolla el curso- ha sido el escenario donde se ha producido un intenso cruce de declaraciones entre directivos bancarios y supervisores en un debate que ha girado entorno a los efectos que tiene la política monetaria ‘ultralaxa’ del BCE sobre el sector financiero.

Para Guindos, las entidades españolas tienen un claro problema de rentabilidad que no se puede achacar a un entorno de bajos tipos de interés. En su opinión, el BCE ha favorecido la recuperación de la economía y, por consiguiente, ha permitido a los bancos reducir su morosidad y beneficiarse de un incremento de la demanda de crédito. Su discurso, está en línea con el de Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, que el pasado lunes sostuvo que los tipos bajos han tenido efectos netos positivos para la banca.

Los entidades, en cambio, secundan la versión opuesta y aseguran que no pueden trasladar los tipos de interés negativos a la economía real. Con esto están diciendo que no van a cobrar por custodiar el dinero de los pequeños ahorradores. La posibilidad de guardarlo en metálico se lo impide. Por lo tanto, lamentan que su margen de negocio se estrecha cada vez más, al abaratarse el crédito y tener los depósitos un límite en el 0%.

José María Roldán, presidente de la AEB, el ‘lobby’ bancario, fue taxativo al respecto: “Lo que nos dicen los mercados, que son el árbitro, es que cuando se prolonga el escenario de bajos tipos de interés acto seguido se produce un descenso en la cotización de los bancos”. Por su parte, el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, pese a utilizar su característico tono prudente y didáctico, llegó a asegurar que prolongar el escenario actual de política monetaria “no será bueno” para la privatización de la entidad y la recuperación de las ayudas públicas.

Los tipos negativos son una situación anómala que no debiera prolongarse” dijo el presidente de CaixaBank, Jordi Gual, mientras que Roldán insistió en que el bajo nivel en el que el BCE ha situado los tipos de interés está afectando “gravemente” a la capacidad de la banca para generar beneficios, lo que a su vez les dificulta el cumplimento de otra de las demandas de los supervisores: que mejoren sus ratios de solvencia.

La 'guerra' del capital

En este punto, el representante de CaixaBank pronunció una de las críticas más duras hacia la política del Banco de España cuando aseguró que se debería dejar de comparar “peras con manzanas” cuando se dice que los niveles de capital de la banca española se encuentran a la cola de Europa. En su opinión, “hay que ir más allá” de la comparación de las ratios CET1, ya que una de las variables que se utilizan para calcularla, la de los Activos Ponderados por Riesgo (APRs), no está del todo armonizada entre los diferentes países del ‘Viejo Continente’.

Jaime Ponce, el presidente del Frob, el Fondo de Rescate español, no obstante, justificó en un corrillo con periodistas tras su intervención en el curso que las exigentes demandas de solvencia atienden a la necesidad de que no se repitan escenarios como los vividos a raíz de la crisis financiera, cuando fue necesario inyectar unos 40.000 millones de dinero público en las antiguas cajas de ahorro españolas para no hundir el sistema. “La memoria es muy corta”, dijo.

Tenga quien tenga la razón, a los bancos no les queda otra que seguir aplicando las recetas de los supervisores, y tal y como les instó Guindos a hacer, reducirán su “exceso de capacidad” mediante el cierre de oficinas para poder alcanzar las cotas de rentabilidad que les exige el mercado, un objetivo al que también contribuirá la venta de activos tóxicos que mantienen en balance, aún en niveles elevados en comparación a los que tenían antes de la crisis.

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