Ni un unicornio en bolsa que gane dinero: las grandes OPV 'tech' prometen pérdidas

  • Lyft, competidor de Uber en Estados Unidos, es el último que se suma. Advierte, como el resto, que no tiene un horizonte de ganancias a corto plazo.
Lyft, 'ojito derecho' de Google, quiere ganar a Uber saliendo a bolsa
Lyft, 'ojito derecho' de Google, quiere ganar a Uber saliendo a bolsa

Todos pronuncian el mismo mantra. "Tenemos un historial de pérdidas netas y puede que no seamos capaces de lograr o mantener la rentabilidad en el futuro". Es el mensaje con el que se han presentado a las puertas de la bolsa los principales unicornios, startups respaldadas por el capital riesgo que tienen una valoración superior a los 1.000 millones de dólares. La última ha sido Lyft, el competidor de Uber en Estados Unidos que sólo en el último año registró más de 900 millones de dólares de pérdidas.  No es una excepción.

Durante los últimos años ha habido cierta presión para que estas compañías acabaran saliendo a bolsa. Pero la posibilidad de acudir al mercado privado de inversión, con fondos de capital riesgo y gigantes de internet dispuestos a poner miles de millones sobre la mesa para financiar su rápido crecimiento, retrasó los planes. No había apenas incentivos. El escrutinio de cerca de unas cuentas teñidas de rojo no era, precisamente, lo que esperaban estas empresas. Poco a poco la tendencia va cambiando. Los inversores necesitan salir y rentabilizar su apuesta.

Los antecedentes de estas grandes salidas a bolsa en los últimos años eran Facebook y Alibaba. Ambas rivalizaron por convertirse en la OPV tecnológica más grande de la historia. Y ambos se presentaron ante los inversores de Wall Street con beneficios en sus cuentas de resultados y sin previsiones de grandes pérdidas en el horizonte. La red social había ganado 1.000 millones de dólares en 2011, el último ejercicio antes de su estreno bursátil (un 40% más que un año antes). El gigante chino logró llegar a 1.392 millones de dólares de ganancias en 2013, muy por encima del año anterior.

Pese a esos precedentes, con alguna excepción como la propia Twitter o la plataforma de pagos móviles Square -con valoraciones mucho más pequeñas-, lo sucedido en los dos últimos años es radicalmente distinto. En los folletos de la gran mayoría de salidas a bolsa de startups con valoraciones superiores a los 10.000 millones aparece el mismo mensaje: "Puede que no seamos capaces de lograr o mantener la rentabilidad en el futuro". El primero fue Snapchat, la plataforma de mensajería. Y quizás es el caso más paradigmático.

Snapchat, fundada por el joven Evan Spiegel, se presentó ante el mercado con un mensaje demoledor. "Hemos incurrido en pérdidas operativas en el pasado; esperamos hacerlo en el futuro y puede que nunca podamos alcanzar la rentabilidad". Nunca. A 31 de diciembre de 2016, el año antes de su estreno, acumulaba pérdidas de 1.200 millones de dólares y casi la mitad correspondían sólo al último año. Su promesa se cumplió al milímetro: en 2017 perdió 3.445 millones y en 2018 más de 1.250. Pese al subidón del 44% en su primer día en el parqué, hoy sus acciones valen un 65% menos (9,4 dólares).

A Snapchat le han seguido otros con diferentes modalidades de salida a bolsa. El gestor de documentos en la nube Dropbox; la plataforma de streaming de música Spotify, o el fabricante de móviles chino Xiaomi. Todos ellos repetían el mismo mensaje: no habían visto ganancias en sus cuentas hasta ahora y, al menos a corto o medio plazo, no las verán. Sin embargo, son casos menos duros que el de Snapchat.

Dropbox sí que interrumpió la senda de mejora de esas pérdidas en 2018 con una subida muy amplia hasta los 484 millones de dólares. Spotify las dejó en apenas 78 millones y Xiaomi le dio la vuelta por completo a la historia. Logró en los tres primeros trimestres del año -aún no ha presentado las cifras del cuarto y el cierre del año- un crecimiento del 64% en ingresos y unos beneficios netos de 1.300 millones de dólares en una industria y un modelo de márgenes muy estrechos.

El último en presentar sus credenciales ha sido Lyft, el competidor de Uber. Se trata de un operador de transporte similar a Cabify que sólo opera en Estados Unidos y Canadá. Tras meses de especulación, recientemente ha presentado su folleto para estrenarse en el parqué en las próximas semanas. En los tres últimos años ha sumado casi 2.300 millones de dólares de déficit (casi un 40% correspondían sólo al año 2018) en una batalla comercial durísima contra su principal rival en el mercado. Y no tiene ningún horizonte de rentabilidad a medio plazo.

La tendencia no va a cambiar entre estos grandes unicornios. Hay tres grandes salidas a bolsa esperadas en el mercado: el gigante del transporte Uber; la plataforma de alquiler vacacional Airbnb y el 'tablón' de contenido Pinterest. Valoradas en decenas de miles de millones, no han generado aún beneficios, según las cifras que se han ido conociendo en el último año. Unas pérdidas cuantiosas que hacen difícil el regreso a los beneficios en un escenario de dura competencia y de una exigencia de crecimiento rápido para hacerse con buena parte del mercado.

Con todos estos nuevos estrenos se consolidará una cifra llamativa: hoy la tasa de OPV tecnológicas donde no hay beneficios operativos es la más alta desde el estallido de la burbuja puntocom a comienzos de los 2000. Según el estudio elaborado por un profesor de la Universidad de Florida, el 84% de estos estrenos llegan sin ganancias en las cuentas de resultados. Es cierto que influyen los números de las empresas biotecnológicas, con un modelo muy complicado de rentabilizar a corto y medio plazo. Pero la tendencia es evidente.

Pero, ¿por qué sucede algo así? "El aumento de estas OPV refleja la preferencia general en los mercados por el crecimiento en lugar de la rentabilidad", explica al medio Recode Paul Condra, analista del servicio de análisis Pitchbook, quien insiste en que desde la recuperación de la gran crisis los inversores "no están tan centrados en los márgenes sino en las que tienen un gran potencial de expansión o  disruptor".

Es decir, apuestan a que los beneficios futuros compensarán las pérdidas de hoy. Y por eso exigen crecimiento a las empresas, que, en no pocos casos, podrían lograr beneficios si, simplemente, recortan la inversión y las contrataciones para acelerar. Esta posición entre el inversor de compañías tecnológicas que miran a la bolsa sigue estando vigente hoy por hoy. Sólo habrá que ver cuánto dura.

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