El baile de fusiones

El plan Vodafone-Másmóvil vulnera la doctrina del cuarto operador español

Tanto CNMC como Bruselas han apostado por el mantenimiento de cuatro competidores fuertes para evitar inflación. La posible fusión entre el tercero y el cuarto acarreará condiciones.

Meinrad Spenger, CEO de MásMóvil
Másmóvil ha ejercido como cuarto operador en el último lustro en España.
L.I.

Los tambores de consolidación no dejan de sonar en el mercado español después de años de fuerte competencia entre los grandes actores. La presunta fusión de Vodafone y Másmóvil es la que parece más verosímil en estos momentos. A ambos les beneficia, pese a que el consejero delegado de la primera, Nick Read, tratara de marcar distancias esta semana y de sacudirse la presión para firmar una operación a corto plazo. La culminación de esa operación tendría consecuencias importantes para el terreno de juego, amenazando la llamada ‘doctrina Maverick’, es decir, la apuesta de los reguladores por contar con cuatro grandes operadores en cada uno de los países como intento de mantener bajo control la inflación de precios y el reparto de poder. Mientras tanto, incluso del lado de Másmóvil se ha incrementado la presión para que Bruselas y la propia Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) sean más benévolos con estas operaciones para así poder mejorar los márgenes de la industria -a costa en parte de subir precios-.

En los últimos años, los organismos de la competencia nacionales y europeos han apostado claramente por promover la constitución de un ‘Maverick’, una compañía nueva que eche el resto y sea muy competitivo en precio y servicio, despejando los riesgos de un potencial oligopolio entre los tres grandes actores de cada segmento. En las telecos españolas, la primera ola de consolidación en la mitad de la pasada década puso en riesgo ese reparto de poder. Vodafone compró ONO por 7.200 millones de euros ante la decisión de Telefónica de crear los paquetes de Fusión -con banda ancha y móvil-, que metió mucha presión. Orange se vio obligada a contestar y pagó 3.350 millones por Jazztel, que estaba llamado a ejercer ese papel de ‘rebelde’ y que unos meses antes había intentado hacerse con Yoigo.

La reacción de Competencia no se hizo esperar: Bruselas exigió que vendiera parte de su red de fibra y que diera acceso a la red de ADSL de Jazztel y a su red móvil a un cuarto operador. Másmóvil se hizo con esos activos. Después llegó su movimiento definitivo al comprar a Yoigo por más de 600 millones. El ‘Maverick’ estaba asegurado. Y después de eso, el principal valedor de este nuevo ‘challenger’ fue precisamente la CNMC, con su entonces presidente, José María Marín Quemada, al frente. Una y otra vez defendió en público y en privado la idoneidad de este reparto. En el Senado, en el año 2018, aseguró: “Cuando había cinco operadores, los precios bajaban; cuando había cuatro, bajaban pero más moderadamente; con tres, los precios comenzaban a subir y cuando ha aparecido un cuarto, los precios han subido más suavemente”. Pero no sólo utilizaba el argumento del precio, sino también el de la competencia por robos de clientes: “Vemos con satisfacción el impacto de ese cuarto operador y la aparición de segundas marcas, que están produciendo una enorme transmisibilidad de los teléfonos de unas compañías a otras”. Aplaudía las cifras de portabilidades, que son precisamente un quebradero de cabeza y un coste significativo para las operadoras.

Esas cifras, tras los primeros años de actividad de ese cuarto operador, se han disparado a niveles récord, con una potenciación de ofertas ‘low cost’ que han empujado a la baja a los ingresos de las operadoras. Y es esto lo que ha llevado a que se intensifiquen todo tipo de conversaciones entre operadores para llegar a esa consolidación. Tras la OPA sobre Másmóvil de los fondos internacionales, la fusión de éste con Vodafone es la que más avanza. ¿Qué dice la CNMC? El pasado mes de septiembre, la presidenta del organismo, Cani Fernández, aseguraba: “Somos conscientes de que en la situación poscovid de crisis, las consolidaciones van a ser necesarias, pero, por supuesto, vamos a garantizar que la competencia siga existiendo y los consumidores no se vean afectados”. Esas son las dos claves: reparto de poder para evitar un oligopolio y esquivar una inflación importante de precios.

En Europa, hay quien ha interpretado que existe una mayor benevolencia frente a sus posiciones más intransigentes respecto a la concentración en el mercado de las telecos. Una de las razones hay que encontrarla en la decisión del Tribunal General de la Unión Europea del pasado año que tumbaba la frustrada operación de venta de O2 (Telefónica) a la hongkonesa Hutchison en 2015, que fue vetada. Según los baremos que establece la ley de la competencia, la operación de Vodafone y Másmóvil tendría que ser estudiada en Bruselas. La mayoría de las fuentes del mercado consultadas dan por hecho que, en caso de que se firmara la fusión y se autorizara, la ‘luz verde’ vendría acompañada de condiciones (‘remedies’ en el argot en inglés), como en la adquisición de Jazztel en 2015.

Si esas condiciones acaban imponiéndose, Euskaltel podría ser el gran beneficiado. El operador vasco, cuyo máximo accionista es el fondo de inversión británico Zegona (creado por exdirectivos de Virgin), sería el cuarto operador ‘de facto’. Hoy ejerce como un quinto ‘descafeinado’, dado que un porcentaje muy alto de su actividad se circunscribe al norte de España y acumula sólo un puñado de trimestres con Virgin Mobile, su marca nacional, en marcha. Todo ello si Orange no mueve ficha, como hizo en 2015, y se hace con la compañía dirigida por José Miguel García. Incluso en este caso seguiría habiendo un grupo de operadores móviles virtuales sin red -apoyada en contratos mayoristas para alquilar la red de los otros tres- que podrían dinamizar. Pero, evidentemente, la fuerza de la competencia sería inferior.

En caso de que la fusión entre Vodafone y Másmóvil saliera adelante, España sería una de las primeras plazas europeas destacadas que eliminaría el ‘Maverick’ creado en los últimos años. En Alemania, Deutsche Telekom pelea con Telefónica, Vodafone y con 1&1 Drillisch. En Italia, el antiguo monopolio de Telecom Italia ha de enfrentarse a la propia Vodafone, Wind y a la francesa Iliad. Esta última aterrizó en este país debido a la fusión de Wind y Hutchison -tercer y cuarto operador de móviles- en el año 2016 y la exigencia de ceder activos a un nuevo actor. La empresa gala irrumpió con una estrategia muy agresiva en precios.

Más subidas de precios

Los grandes tendrán un camino mucho más expedito para llevar a cabo subidas de precios progresivas, si el baile de la consolidación se confirma. En el último trienio, con una competencia feroz especialmente en el segmento del ‘bajo coste’, los intentos han sido muy tímidos. Telefónica ha ido llevando a cabo algunos ajustes en su controvertida estrategia de pedir más dinero a cambio de más servicios no solicitados. Vodafone hizo lo mismo con las tarifas de antiguos clientes a los que exigió a partir de noviembre pasado hasta 3 euros más a cambio de datos ilimitados.

Mientras tanto, las operadoras han alzado la voz precisamente pidiendo esta reducción de la competencia. A este coro se ha llegado a sumar, incluso, Másmóvil que ve cómo llega a su edad de madurez. “La consolidación en España es necesaria porque un exceso de competencia destroza el mercado”, dijo recientemente Meinrad Spenger, después de haber sido acusado por sus competidores precisamente de hacer eso mismo durante los últimos años. Tanto él como el resto de directivos han repetido el mensaje, aludiendo a la fuerte inversión que tendrán que afrontar para el costoso despliegue de las redes ultrarrápidas de 5G. Queda por ver cómo acaba el baile y si el regulador acaba cortando la música con condiciones.

Mostrar comentarios