Carrera contrarreloj

Daniel O'Day, Remdesivir y el reto de las farmacéuticas: una vacuna para la Covid

Es uno de los fármacos con resultados más positivos, a la espera de que Oxford, Pfizer o Pharmamar culminen sus ensayos clínicos.

EEUU compra casi todas las reservas mundiales de Remdesivir para la Covid
O'Day, Remdesivir y el gran reto de las farmacéuticas: una vacuna para la Covid.
Gilead

Es la noticia más esperada de 2020: una vacuna para el coronavirus. La mayoría de las farmacéuticas han iniciado una carrera contrarreloj por ver quién da antes con la fórmula... antes del masivo rebrote que se teme en el hemisferio norte a partir del próximo otoño. Según la OMS, a 20 de agosto había al menos 139 tratamientos en fase experimental -y otros 30 de ellos ya se están probando en humanos-, pero si hay alguien que parte con ventaja es Daniel O'Day, el presidente de Gilead: la empresa está detrás del Remdesivir, el fármaco creado en 2013 para combatir el ébola en el mundo y que, ahora, es uno de los que mejores resultados ofrece para pacientes de Covid-19.

A pesar de que ha mostrado ser tremendamente efectivo bloqueando la replicación del ARN del coronavirus, quizás el principal problema del Remdesivir -que se encuentra aún en fase de ensayos clínicos y con una autorización provisional por parte de la Agencia Europea del Medicamento- es que sus efectos secundarios no están del todo estudiados. Y pueden ser realmente graves, en especial, para la función renal del paciente. Algo que ya sucedía como tratamiento para el ébola y uno de los motivos por los que las autoridades sanitarias del Congo descartaron su uso en 2019, en favor de otros fármacos con mayor tasa de efectividad.

En EEUU la situación es ligeramente distinta. La Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA) autorizó el uso de emergencia del Remdesivir el pasado mayo -como el de otros fármacos- ante la gravedad de la pandemia en el país norteamericano. Un mes más tarde, Donald Trump anunciaba la compra para EEUU de más del 90% de la producción del fármaco durante los siguientes tres meses -julio, agosto y septiembre-, lo que supone que otros continentes como Europa se quedarán prácticamente sin reservas en caso de rebrote.

A todo ello hay que sumar la polémica en torno a la figura del presidente de la compañía detrás del Redemsivir, Daniel O'Day. A lo largo de sus 25 años en Roche, solo le faltó ocupar el puesto de conserje: fue comercial de la compañía farmacéutica (1987-1995), director de Recursos Humanos (1995), director de Marketing de Producto (1996), jefe de la unidad de negocio para la artritis y enfermedades respiratorias (1998), responsable de planificación corporativa en Tokio (2001), director general de la empresa en Dinamarca (2003), presidente y CEO de Roche Molecular Diagnostics (2006), jefe de operaciones de la división de diagnóstico (2010) y de la de fármacos (2012).

Pero es su cargo como supervisor del ciclo de vida de un polémico antigripal el que siembra más dudas. En 1999, O'Day estuvo detrás de la creación de Tamiflu, un fármaco que diez años después sería clave en la lucha contra la pandemia de Gripe A. EEUU se gastó entonces 1.300 millones de dólares en un acopio masivo de Tamiflu. España destinó una inversión preventiva de 333 millones de euros en la vacuna, de la que por entonces Roche no había desclasificado todos los datos. De hecho, al margen de los efectos secundarios que más tarde se descubrieron -náuseas, vómitos, cefalea, trastornos psiquiátricos y problemas renales-, las investigaciones posteriores llegaron a cuestionar la efectividad de los inhibidores de la neuraminidasa.

Oxford, Moderna, Pfizer y Pharmamar, a la zaga

Sea como fuere, si la búsqueda de una vacuna contra el coronavirus fuese una carrera de Fórmula 1, podríamos decir que el Remdesivir parte con el monoplaza ganador del año anterior y que solo tiene que realizar unas cuantas mejoras para salir victorioso, mientras que el resto parten de cero: hay que diseñar, testar en el túnel de viento y hacer pruebas con los pilotos antes de presentar su bólido. Por suerte, esta carrera contrarreloj es más igualada que el 'Gran Circo' y ya hay varias líneas de investigación en la última fase: la experimentación con humanos. También hay otras que, en un estadio más temprano, presentan avances sin igual.

A finales de julio, la vacuna que están desarrollando conjuntamente AstraZeneca y Oxford daba un paso de gigante y ya genera reacción inmune en humanos: después de realizar pruebas en 1.077 personas entre los 18 y los 55 años, el experimento concluye que la vacuna provoca que el organismo produzca anticuerpos y glóbulos blancos capaces de combatir la Covid-19. Ante el monopolio de EEUU con el Remdesivir, es la gran esperanza europea y, de hecho, España acaba de sumarse a la compra centralizada de la vacuna.¿Lo mejor? Que apenas causa efectos secundarios. ¿Lo peor? Que no va a haber resultados ampliados hasta el tercer trimestre de 2020 como pronto...

Se trata de un problema común a la mayoría de las líneas de investigación, sujetas al largo protocolo que dictan los organismos sanitarios internacionales antes de su comercialización. Lo mismo le ocurre a Moderna, que acaba de empezar la fase 3 de su experimentación, en la que se testará su vacuna en 30.000 voluntarios tras los buenos resultados registrados hasta ahora. Para acelerar el proceso, la compañía acaba de cerrar un contrato para doblar la financiación gubernamental que recibe, hasta los 955 millones de dólares.

Y es que el Mundial de Constructores también está en juego: la guerra comercial entre EEUU y China ha llevado a Donald Trump a mover la maquinaria estatal para asegurarse de que el país no dependerá en ningún momento del gigante asiático en su lucha contra la Covid-19. Por eso, además de no reparar en gastos con la vacuna de Moderna, a finales de julio la Casa Blanca confirmaba que el 90% del Remdesivir que se produciría entre julio y septiembre iría a parar a EEUU, una decisión que ha provocado el recelo de países tradicionalmente aliados, como el Reino Unido, que trata de racionar las dosis a la espera de la vacuna de Oxford. España se encuentra en la misma situación.

Otra de las candidatas es Pfizer que, junto con BioNTech, también acaba de comenzar los ensayos de su vacuna en humanos, tras los cuales, si tienen éxito, espera "obtener la aprobación regulatoria en octubre de 2020". A diferencia de Moderna, este fármaco no cuenta con financiación del Gobierno de EEUU, por lo que podría ser más viable a la hora de una eventual comercialización en Europa. Sin embargo, siempre cabe la posibilidad de que Trump utilice los tentáculos de su Administración para declarar la producción del BNT162b2 de interés nacional ante la pandemia y 'requisar' legalmente la vacuna. Una estrategia para nada descabellada considerando que en marzo hizo algo similar con la producción de mascarillas de 3M, en plena escasez.

Por eso, conviene tener algún representante español en esta carrera contra el coronavirus. Y ahí entra en juego la gallega Pharmamar, que si bien trabaja en un fármaco potencialmente más efectivo que el resto -su vacuna tiene una potencia antiviral de entre 2.400 y 2.800 veces superior al Remdesivir-, se encuentra en una fase experimental más temprana. Eso sí, los resultados de los estudios in vitro de plitidepsin (Aplidin) en Covid-19 son esperanzadores. De hecho, cuenta con una ventaja sobre el resto similar a la del Remdesivir: el fármaco ya se comercializa en Australia como medicamento indicado en el tratamiento del mieloma múltiple. Quién sabe si, además, podría servir para frenar la mayor pandemia mundial del último siglo.

Mostrar comentarios