La historia de otro paquete de despidos

Vodafone afianza su 'másmovilización': la otra cara del cuarto ERE de la teleco

El despido de más de 500 personas llega tras un éxodo de directivos y más de medio año después de la fallida unión con Másmóvil. Consolida una estructura más delgada que ha puesto en guardia a la plantilla.

Colman Deegan, consejero delegado de Vodafone España.
Colman Deegan, consejero delegado de Vodafone España.
L.I.

Primer trimestre del año. Vodafone y Másmóvil se levantan de la mesa sin acuerdo: la falta de entendimiento entre ambas partes sobre la valoración de sus respectivas compañías hizo fracasar su unión. Algo más de seis meses después, la británica dibuja unas previsiones muy negativas para el mercado de las telecomunicaciones en España, con un cuarto operador precisamente más fuerte tras la compra de Euskaltel (el ‘plan b’ tras su negativa). Y lanza un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) con más de medio millar de salidas. Pese a que desde el ‘cuartel general’ de Londres (Reino Unido) no dieron su brazo a torcer en aquella negociación con su rival, este cuarto despido colectivo supone afianzar la ‘masmovilización’ que ya inició en 2019, reduciendo al máximo las estructuras de operaciones ante la fuerza del ‘low cost’. Un recorte en la estructura que ha puesto en guardia a la plantilla y también a directivos.

Cuando en los primeros meses de 2019, tras la traumática salida del fútbol por la imposibilidad para hacerlo rentable, Antonio Coimbra sacudía la compañía con un ERE para 1.200 personas -una de cada cuatro de la plantilla-, la conclusión era clara: ese era el precio a pagar por ‘reposicionarse’, en el argot de la empresa. Reposicionarse hacia el ‘low cost’. En una palabra: ‘masmovilizarse’. Convertirse en un operador con una estructura bastante más liviana. Desde los sindicatos entendían que este había sido el último gran esfuerzo después de una década repleta de recortes desde la compra de ONO en 2014. También entre los directivos y mandos intermedios, que debían afrontar el duro trago de reestructuras sus equipos y mantener la presión competitiva con menos munición laboral. No fue así.

Había que hacer otro esfuerzo y así se trasladó desde la dirección en el arranque del verano a algunos de los responsables, según explican fuentes conocedoras, con la obligación de lograr los mismos números ambiciosos que se utilizaron como proyecciones durante las negociaciones con Másmóvil seis meses antes. Ese esfuerzo implica, tal y como apuntan ahora desde fuentes sindicales y en base a la primera propuesta de máximos, hasta un 30% menos de plantilla en áreas clave como la comercial. Desde la empresa insisten en que era un ajuste que, antes o después, había que afrontar en canales de venta como las tiendas físicas o el área de diseño de productos y servicios en este giro hacia el bajo coste del mercado. Con la dependencia casi total del equipo de Tecnología de Reino Unido, tras la reestructuración organizativa de hace meses, estas divisiones son el corazón de la filial española. Y con esta medida van a verse seriamente afectadas.

Salidas de directivos

Justo en el verano, en este contexto de ‘economía de guerra’ en el seno de la operadora, el principal directivo del área comercial en residencial -una de las más impactadas por estos recortes- Andrés Vicente, anunciaba su marcha de la empresa. En la práctica ostentaba el ‘número 2’ de la operadora en el país y llevaba más de 25 años de trayectoria en el grupo, con tres en este decisivo puesto. Estaba llamado a ser el sucesor de Antonio Coimbra, tras su marcha el pasado año como consejero delegado, aunque finalmente no fuera elegido. Su salida, que aún no ha sido cubierta formalmente, no fue la única en el área residencial.

Este mes de julio también se conoció la marcha de Ignacio García-Legaz, responsable de Vodafone Televisión, una de las piezas clave de la estrategia de la operadora como agregador de cines y series como alternativa el fútbol tras la decisión de no comprar los derechos en 2018. Se suma la del responsable de tecnología de la división española, Ismael Asenjo, quien también ha hecho las maletas este mes de septiembre ante esa reestructuración de este área “que supone en la práctica que el cargo de CTO desaparezca y se segregue en dos responsabilidades distintas”, como avanzó La Información.

Más liviano... más 'low cost'

Con este nuevo ERE, cuya negociación arrancará a finales de septiembre con los sindicatos velando armas, Vodafone reducirá por primera vez desde 2014 su plantilla por debajo de los 4.000 empleados (Másmóvil sumará más de 2.000 tras la compra de Euskaltel, en caso de que no se ejecuten, como han prometido, ningún recorte laboral). Desde la empresa británica se insiste en que habrá más contrataciones en los próximos trimestres, más centrados en el segmento digital, algo criticado por los sindicatos, que echan de menos un programa ambicioso de formación para perfiles menos adaptados. 

Sea como sea, la estructura se adelgazará considerablemente con una mayor potenciación si cabe de la marca ‘low cost’ Lowi -con márgenes mucho más estrechos y más venta online-. Se ha convertido en el gran tractor frente a la enseña cabecera. Valen de muestra los resultados del segundo trimestre del año (primero de su año fiscal): creció en 60.000 clientes, mientras que la base de líneas totales ascendió en 27.000. Es decir, si no hubiera sido por esta firma de bajo coste, se habrían perdido más de 33.000.

Este giro hacia el ‘low cost’ y la intensificación de la competencia ha llevado a ajustes continuos de plantilla. Vodafone ha llevado dos en los últimos tres años que sumarán cerca de 1.500 afectados. Orange ha ejecutado uno, con más de 400 salidas -la mitad de ellas a través de prejubilaciones-. Y, mientras tanto, Telefónica ha llevado a cabo dos planes de prejubilaciones. En la última década se ha pasado de algo más de 39.000 empleados en los tres grandes operadores en septiembre de 2011 a menos de 27.500 si se incluyen los despidos de los británicos y los franceses. Todos ellos achacan a la regulación esta situación. Insisten en que una cuota significativa de responsabilidad se la lleva la ‘obsesión’ de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) por contar con un cuarto operador fuerte -que también ha generado precios más bajos para los clientes y una mayor competencia en la carrera por el despliegue de redes que ha llevado a España al liderazgo en Europa-.

Ahora, Vodafone se enfrenta con una plantilla rebajada a un mercado hipercompetitivo, en el que Másmóvil seguirá apretando con hasta una decena de marcas activas, y a un duro despliegue de las redes ultrarrápidas 5G (con una importante inversión económica detrás) y de los fondos europeos de recuperación tras la pandemia del coronavirus. Las proyecciones de negocio para los próximos trimestres no son nada halagüeñas, tal y como han reconocido a los sindicatos desde la dirección. Queda por ver cómo se desenvuelven todos los actores en este ‘baile’ antes de que llegue la siguiente fase de la consolidación, con Másmóvil -especialmente endeudado tras la compra de Euskaltel- como protagonista. Y cómo llegan las valoraciones de cada uno de ellos.

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