Abandonar las cuchillas para proteger los derechos de las niñas en Egipto

  • Nagah Attia tiene 53 años y ha trabajado como circuncidadora desde que tenía 26. Nació y se crio en Tamouh, un pueblo de la provincia de Giza. Practicaba la mutilación genital femenina en niñas de entre 13 y 15 años. En Egipto, donde la práctica está prohibida desde 2008, más del 90 por ciento de las mujeres y las niñas han sido sometidas a mutilación genital.
Abandonar las cuchillas para proteger los derechos de las niñas en Egipto
Abandonar las cuchillas para proteger los derechos de las niñas en Egipto
Por Julia López Duque, Plan International
Por Julia López Duque, Plan International

"Practiqué mutilaciones durante 17 años. Perteneciendo a una comunidad rural, era algo muy común hacerlo. Es considerado un signo de castidad y belleza", dice Nagah, explicando que la práctica da una imagen positiva a la niña en la sociedad.

El 6 de febrero se conmemora el Día Internacional de Tolerancia Cero con Mutilación Genital Femenina, una práctica que consiste en la extirpación total o parcial de tejido de los órganos genitales femeninos, con objeto de eliminar el placer sexual en las mujeres, considerando razones culturales, religiosas o cualquier otro motivo no médico.

El procedimiento más común en la comunidad es la mutilación genital femenina de segundo grado, donde el clítoris y el labio menor entero, o una parte, son cortados.

La mutilación genital femenina se lleva a cabo en 29 países de África, Asia y Oriente Próximo, pese a que la práctica está prohibida en la mayoría de los países con más prevalencia.

CUESTIONAR LA PRÁCTICA

Después de ver cómo una niña prácticamente se desangraba tras mutilarla, Nagah empezó a cuestionarse la práctica. "En la primera sesión de concienciación de Plan International a la que asistí, aprendí que la mutilación genital femenina es muy perjudicial y no tiene beneficios, así que asistí a más sesiones y charlas facilitadas por el Ministerio de Salud", recalca.

Después de descubrir las diversas amenazas que supone la mutilación para las niñas, tomó la decisión de no practicarla nunca más. "Está considerado el primer trauma en la vida de una niña", dice. "Se sienten humilladas", añade.

Más de 200 millones de niñas y mujeres han sido objeto de esta violación de sus derechos, en al menos 29 países de África, Asia y Oriente Medio. Nagah aconseja a las familias a no exponer a sus hijas a los riesgos de esta práctica.

A pesar de que la mutilación genital femenina es ilegal en Egipto desde 2008, el país tiene la tercera tasa más alta del mundo de esta práctica, con una tasa de mutilaciones practicadas por médicos que pasó del 74 por ciento ese año al 82 por ciento en 2014.

TRADICIÓN OBSOLETA

Nagah es una fuerte defensora de la erradicación de la práctica: "Se trata de tradiciones obsoletas y creencias erróneas", explica. "Todo esto ha sucedido debido al analfabetismo, la ignorancia, la pobreza y las mentes cerradas. Tenemos tener mente abierta, aumentar la concienciación y conseguir erradicar la mutilación genital femenina".

Sin embargo, aunque su cambio de mentalidad no es común, las razones de Nagah podrían serlo. La mayoría de las circuncidadoras tradicionales que han dejado de realizar la práctica se han visto obligadas a hacerlo porque la mutilación genital se ha convertido en una práctica médica y no tanto por la concienciación.

Que la mutilación genital femenina se haya convertido en un proceso médico es ahora un inconveniente mayor para acabar con la práctica en Egipto, dado que se supone que habrá menos incidentes. En Egipto, en el 82 por ciento de los casos, la práctica la lleva a cabo un profesional médico.

Sin embargo, Nagah advierte a los practicantes de hoy en día --tanto a las circuncidadoras como a los médicos-- de no realizar una operación tan perjudicial para las niñas. "Estamos exponiendo a nuestras niñas a horribles traumas por esta práctica", dice. "Se casan y tienen hijos, pero el horror sigue en su recuerdo. Nunca vuelven a sentirse bien y no olvidarán su dolor", añade.

Plan International trabaja para erradicar la mutilación genital femenina en países como Malí, Guinea Bissau, Etiopía, Egipto, Sierra Leona y Kenia, aumentando la concienciación en las comunidades a través de talleres, charlas, material divulgativo y grupos de discusión para dar a conocer los riesgos y consecuencias negativas de la MGF.

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