Bandos rivales del socialismo español se preparan para medir fuerzas

Simpatizantes y detractores del líder socialista español, Pedro Sánchez, velaban armas este viernes en vísperas de una reunión que podría decidir su futuro y el de la formación de gobierno en España, bloqueada desde hace nueve meses.

Los cerca de 300 miembros del comité federal, el "parlamento" del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), están convocados este sábado a una reunión en la sede nacional en Madrid que escenificará la guerra abierta en el partido.

Desde la dimisión el miércoles de la mitad de la cúpula directiva, los enemigos de Pedro Sánchez dicen que ha caído y debe apartarse para dejar que una gestora asuma de forma interina las riendas del partido.

Por eso, no es seguro que al comité federal de este sábado vayan todos los convocados, y podrían hacerlo sólo los que están a favor del actual líder.

La reunión en cualquier caso se anuncia movida, y según indicaron a la AFP fuentes del partido, numerosos militantes preparan su desplazamiento a Madrid, en coche o tren, para apoyar a Sánchez. Los socialistas de Terrassa, una localidad catalana situada cerca de Barcelona, anuncian que fletarán incluso un autobús con unas 50 personas.

Ante la creciente agitación, el propio partido emitió un comunicado en el que pidió a los militantes "evitar cualquier tipo de concentración" ante sus sedes, para que reine "la serenidad".

En respuesta al "golpe" de sus detractores, Sánchez pide en cambio que se celebren unas primarias el 23 de octubre, donde espera que la militancia renueve su liderazgo, y luego un congreso extraordinario en noviembre que refrende este eventual voto.

El secretario general está decidido a seguir soportando la presión, "y la decisión que deba tomar, la tomará después", en función del resultado de la reunión del sábado, indicó este viernes al diario El Economista Miquel Iceta, líder del PSOE en Cataluña y firme aliado de Sánchez.

El sector crítico reprocha a Sánchez su pretensión de explorar un gobierno alternativo con dos apoyos incómodos: el de Podemos, que aspira a desbancar al PSOE como primera fuerza de izquierdas, y el de los nacionalistas catalanes, quienes exigen un referendo de independencia rechazado de plano por los socialistas.

Igualmente le echan en cara que el partido haya cosechado los peores resultados de su historia a nivel nacional, en diciembre y junio, y en Galicia y País Vasco el pasado domingo.

Sánchez, al frente de la bancada socialista en el Parlamento (85 diputados), se ha opuesto en todo momento a facilitarle el gobierno al conservador Partido Popular, que cuenta con 137 escaños, una mayoría insuficiente para sacar adelante la investidura de su líder, Mariano Rajoy.

El dirigente socialista insiste en que no quiere dejar gobernar a un partido que decidió numerosos recortes durante la crisis y está implicado en graves casos de corrupción que incluyen acusaciones de financiación ilegal.

El futuro de Sánchez tendrá un impacto directo en la cuestión de la formación de gobierno en España, pendiente desde diciembre. Sus detractores, como dijo este viernes el diputado vasco Eduardo Madina, le dicen que "con 85 diputados no se puede gobernar", y que el sitio del PSOE "es la oposición".

"El debate importante hoy es qué hacemos frente a la composición del gobierno, y eso es lo que hay que discutir", dijo por su lado Josep Borrell, exministro socialista y expresidente del Parlamento Europeo.

Rajoy guarda por ahora un mutismo absoluto, y espera salir beneficiado de la crisis para seguir en el poder, después de fracasar dos veces en su investidura como presidente del gobierno el 31 de agosto y el 2 de septiembre.

En caso de persistir el bloqueo hasta el 31 de octubre, deberá disolverse el Parlamento y convocarse unas nuevas elecciones legislativas, con toda probabilidad el 18 de diciembre. Serían las terceras en apenas un año, algo insólito en España y Europa.

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