Black Lives Matter acampa ante la alcaldía de Los Ángeles en busca de justicia

Equipados con todo lo necesario para vivir a la intemperie el tiempo que haga falta, los miembros de Black Lives Matter llevan un mes acampados ante la alcaldía de Los Ángeles en busca de justicia.

Esta organización, que denuncia las acciones policiales en contra de la población negra, reclama la dimisión del jefe de la policía municipal Charlie Beck, por la muerte de 21 personas en 2015 a manos de agentes angelinos.

La gota que colmó el vaso fue la reciente decisión interna de la Policía de Los Ángeles (LAPD) de no denunciar a los oficiales implicados en la muerte de Redel Jones.

Esta joven de 30 años fue acusada de haber robado 80 dólares y de llevar encima un cuchillo, pero testigos del incidente citados por el diario Los Angeles Times rechazan esta versión. Según ellos, la mujer intentaba escapar tras haber sido baleada.

"Quedamos consternados por esta decisión", señala Brittany Craig.

Por eso Black Lives Matter decidió plantarse frente a la alcaldía. Hace una semana, sometió una petición con 9.000 firmas para que el alcalde Eric Garcetti destituya a Beck.

Dos veces al día, mañana y noche, los manifestantes se reúnen para hablar de los objetivos de la protesta y de cómo mejorar la vida en comunidad.

"No es fácil, nuestras responsabilidades son diferentes", explica Jace, uno de los pilares de este movimiento.

Muchos se van a trabajar o a estudiar durante la jornada, pero regresan al campamento para dormir. Comen de las donaciones y usan los baños de los edificios públicos de los alrededores.

"Intentamos hacer de este lugar un ejemplo del mundo en el que aspiramos vivir, sin policía", apunta Christina Griffin, una joven de 28 años para quien Black Lives Matter es "un movimiento gestionado por negros, mujeres, homosexuales, bisexuales o personas transgénero".

"Hasta ahora, las únicas veces que me he sentido en peligro es cuando ha venido la policía", cuenta Brittany Craig, una asistente de enfermería de 24 años, en referencia a cuando los agentes han intentado desalojar el campamento.

Un portavoz de LAPD reconoció a la AFP que los oficiales sólo han pedido en una ocasión desmontar una parte de este cuartel a la intemperie que lleva a una zona subterránea.

Más allá de esta petición, los manifestantes pueden seguir viviendo al ras.

La semana pasada se registraron momentos de mucha emoción durante el homenaje en honor a Ezell Ford, un joven negro de 25 años con problemas mentales que murió a manos de dos agentes del LAPD el 11 de agosto de 2014 cuando caminaba solo y sin armas por una calle del sur de la ciudad.

La LAPD "es la policía más sanguinaria de Estados Unidos", asegura Melina Abdullah, profesora en la Universidad CalState y una de las fundadoras de la organización en el estado de California.

Según un recuento hecho por la radio KPCC, la policía angelina disparó a 375 personas entre 2010 y 2014 y ningún agente ha sido demandado.

La organización también reclama más prevención, apuntando que el 54% del presupuesto municipal destinado a la policía sería mejor empleado en cursos de formación o viviendas subvencionadas para personas con pocos recursos.

Aunque la atención mediática por la muerte de negros se concentró en ciudades como Nueva York, Ferguson o Milwaukee, el nivel de cólera es igual en Los Ángeles, sostiene Akili, un protestante de 68 años.

"Simplemente escogimos no quemarlo todo", asegura.

En la memoria de muchos todavía están grabados los terribles disturbios desatados entre la comunidad negra y la policía angelina en 1965 y en 1992.

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