El juez Castro y el fiscal Horrach, de amigos a enemigos por la Infanta Cristina

  • El juez de instrucción y el fiscal Anticorrupción habían edificado una relación personal basada en el respeto mutuo, hasta que el primero decidió imputar a la hermana del Rey.

    A lo largo de la causa, Castro llegó a desafiar a Horrach a que lo querellase si consideraba que él prevaricaba. Éste le acusó de investigar "de manera inquisitiva" a la mujer de Urdangarin. La relación, finalmente, se hizo añicos de manera irreversible.

     

El juez Castro.
El juez Castro.
Diego Caldentey

Dos de los nombres ineludibles que guarda el inventario del caso Nóos son el del juez de instrucción José Castro y el del fiscal Anticorrupción de Baleares Pedro Horrach. Ambos consolidaron una entrañable relación, basada en el respeto mutuo, avenida en lo personal y -en principio- mancomunada para destapar uno de los casos de corrupción más sonoros de la historia de España.

Castro y Horrach formaron un auténtico tándem. En su momento, se erigieron como una dupla que buscaba la eficacia para investigar a poderosos. Así fue durante años. Ambos actuaban en consonancia con principios jurídicos que interpretaban de la misma manera. Sus pareceres en la causa eran idénticos. Siempre actuaron en una misma dirección y transitaron un complejo sendero juntos, en lo que al caso se refiere.

Desde aquel 2010, que ahora parece tan lejano y cercano a la vez, y durante años, Castro y Horrach pasaron más horas juntos que con sus respectivas mujeres, María y Ana. Sortearon el miedo y las presiones para avanzar en un caso judicial que no dejaba indiferente a nadie.

Dedicaron gran parte de sus vidas en los últimos años a decenas de interrogatorios y registros en Palma, Barcelona, Madrid y Valencia, para investigar a fondo la trama de corrupción. Compartieron muchísimo tiempo (y tantos fines de semana sin librar) cuando trabajaban en 'armonía'.

Pero hubo un momento bisagra que dañó (de manera irreversible) esa relación basada en el respeto y el aprecio: ocurrió en 2013, cuando Castro decidió imputar a la Infanta Cristina en contra del criterio de Horrach. A partir de allí comenzó a desencadenarse un duelo personal y jurídico entre ambos, que fue elevándose, hasta alejar posturas y mostrarse irreconciliables.

Los primeros escritos del fiscal en contra de los actos del Castro borraron de un plumazo las simpatías cruzadas. De este modo, también se interrumpieron las salidas juntos a tomar café o las celebraciones hasta en eventos familiares.

La brecha se agigantó en los últimos años. Hubo momentos de máxima tensión. Basta con recordar cuando el propio Castro desafió al fiscal Horrach, allá por 2014, a que se querellase contra él si creía que prevaricaba.

Sus reacciones fueron volviéndose más intempestivas, uno contra el otro, y viceversa. Basta con repasar algunos de los tantos escritos de Horrach, después de la decisión de Castro de imputar a la Infanta Cristina, para comprobar cómo objetó la acción del juez instructor del caso que fue su amigo.

Horrach llegó a afirmar que Castro investigó a la infanta Cristina de manera "inquisitiva" y "por ser quien es", mientras que Castro respondió que el acusador público le daba un trato deferente a la hermana del Rey Felipe.

La guerra entre ambos se hizo abierta y pública. Esa situación produjo que Castro y Horrach 'arrastraran' dos bandos: los partidarios de uno u otro tampoco dudaron en lanzarse dardos envenenados, delante de los micrófonos y -principalmente- fuera de ellos.

Hace ya cuatro años, después de desatar un 'tsunami' con la imputación de la infanta Cristina en la causa, y cuando (inevitablemente) tanto Horrach como Castro habían pasado a ser de amigos a enemigos, un periodista le preguntó a éste último cómo eran las relaciones con Horrach. "Nada ha cambiado en lo personal por mi parte. Cuando esto se cierre nos iremos de copas y nos besaremos", dijo el juez Castro en 2013. Ese desenlace del caso ha llegado finalmente este viernes. Y todo indica que aquella opinión del juez nunca se podrá cumplir. La relación entre estos dos hombres de la Justicia se ha hecho añicos. Al parecer, para siempre.

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