Corbyn descarta dimitir y reta a los rebeldes a una guerra por el liderazgo laborista

EUROPA PRESS

El motín articulado mediante la cadena de renuncias de la mayoría de los miembros de su propio equipo ha sido el catalizador de una votación que no es, sin embargo, vinculante, si bien el resultado dificulta notablemente la continuidad de un Corbyn que ha perdido el apoyo de los diputados y que se enfrenta a un desafío abierto por el liderazgo.

De momento, ha aclarado que no prevé renunciar, "tras haber sido elegido democráticamente para una nueva manera de hacer política por el 60 por ciento de los miembros y simpatizantes del Laborismo". "No voy a traicionarlos dimitiendo", ha declarado, en base a que "el voto de hoy de los diputados no tiene legitimidad constitucional".

Las implicaciones de este desenlace son, no obstante, se extrema gravedad para una oposición que podría afrontar elecciones en los próximos meses, si quien sustituya a David Cameron como primer ministro en septiembre decide convocar nuevas generales para legitimar en las urnas su ocupación del Número 10.

No en vano, de acuerdo con una encuesta de YouGov publicada hoy, uno de cada cuatro de los que votaron laborista las pasadas generales cree menos probable repetir papeleta tras la campaña del referéndum. El estudio, encargado por la propia formación y realizado entre el domingo y el lunes, evidencia los problemas de la formación para mantener sus bastiones naturales.

MEDIACIÓN

Además, la brecha entre la dirección y un grupo parlamentario que nunca había aceptado de buen grado el ascenso de Corbyn es insostenible, por lo que la responsable de mantener la disciplina interna en Westminster y el presidente del Grupo Parlamentario Laborista han decidido intervenir para transmitir al líder la vulnerabilidad de su continuidad.

El potencial de tal mediación es marginal, puesto que, ayer mismo, su número dos, Tom Watson, le había trasladado el mismo mensaje sin éxito, puesto que Corbyn decidió continuar con la remodelación de su equipo, obligada por la sucesión de dimisiones de quienes hasta el pasado domingo estaban llamados a acompañarlo en un potencial Ejecutivo laborista.

Su estrategia pasa por forzar un desafío abierto por un liderazgo al que prevé presentarse, consciente de que su respaldo entre las bases, responsables últimas de la selección de la cúpula, sigue siendo notable. Su alcance, con todo, podría haber decaído, como evidencia el establecimiento de una plataforma en internet que, bajo el título '#SavingLabour' (Salvando al Laborismo), pretende recabar públicamente las apelaciones de aquellos que coinciden en que debe dimitir.

En este sentido, aunque en el grupo parlamentario hay escaso apetito por una guerra abierta por el liderazgo, esta salida podría probar ser la trampa para Corbyn, quien ha visto cómo tan sólo 40 diputados han apoyado esta jornada su continuidad, lo que lo dejaría a diez del medio centenar que necesitaría según los estatutos de la formación para declarar oficialmente su candidatura.

Como alternativa, el líder podría tirar de los parlamentarios de la Eurocámara, si bien existe la confusión acerca de la necesidad real de Corbyn de reunir estas firmas, puesto que, como líder todavía al frente, cabe la posibilidad de que su nominación sea automática.

CANDIDATOS

La favorita para convertirse en su rival es Angela Eagle, hasta ayer responsable de Negocios, una responsabilidad a la que renunció con lágrimas en los ojos. Aunque durante el proceso de selección de la nueva dirección el pasado septiembre había quedado en cuarto lugar en la carrera para el puesto de número dos del partido, su perfil ha experimentado un notable repunte en los últimos meses.

La campaña del referéndum, especialmente a raíz de su aparición en uno de los debates en televisión, y sus intervenciones en el Parlamento la habían promocionado como una de las mejores oradoras de la oposición, elevando su exposición pública y confirmándola como una de las grandes promesas del Laborismo.

El vicelíder de la formación, Tom Watson, es otro de los tipificados para una potencial guerra abierta contra la cúpula vigente. La decisión final dependerá de quién reúna las mejores garantías sobre su capacidad de unir al partido y, con ello, de hacer temblar los cimientos que sostienen al actual dirigente, fundamentados en las bases.

APOYO A CORBYN

De momento, Corbyn mantiene a su favor el apoyo de la militancia y, crucialmente, de los sindicatos, lo que le asegura una robusta posición de salida para superar el magnicidio. Las centrales sindicales son claves en el Laborismo, al que facilitan tanto apoyo financiero como logístico, con la dotación de personal para la clave organización de campañas y contacto con el electorado.

El poderoso responsable de uno de los más infuyentes, Unite, ha confirmado ya su respaldo, a pesar de los rumores que apuntaban a que Len McCluskey estaría dispuesto a facilitar su caída. Otras importantes organizaciones como las relacionadas con los grupos de presión en materia de transporte han censurado como "increíble" que el Laborismo "se hunda en una crisis de su propia creación".

El terremoto ha tenido su epicentro en el plebiscito, pero los temblores venían de lejos. El descontento que reinaba desde hace meses ha generado una situación insostenible tras la percibida falta de implicación del dirigente laborista en la batalla por mantener a Reino Unido en la UE. La derrota no sólo ha provocado el Brexit, sino que, crucialmente para el partido, ha demostrado la desafección de los votantes tradicionales y la pérdida de sus bastiones naturales.

ESTRATEGIA

La estrategia se ha basado en una sucesión de renuncias que aspiran a forzar la defenestración de un dirigente que, aunque en septiembre de 2015 había asumido el bastón de mando con reticencia, ahora manifiesta estar resuelto a continuar. La primera bala, de hecho, había partido de la trinchera de Corbyn, con el despido del portavoz de Exteriores, Hilary Benn, una influyente voz en el partido desde los años de Tony Blair y Gordon Brown, por las dudas expresadas sobre su capacitación como líder.

Este movimiento animó a otros integrantes del denominado 'gobierno en la sombra' a reaccionar para deshacerse de un dirigente venerado por las bases, pero severamente cuestionado por el aparato orgánico y por el propio equipo con el que debería gobernar si el Laborismo se hiciese con el poder.

No obstante, la rebelión no es homogénea, puesto que ayer mismo, mientras el grupo parlamentario debatía la salida de Corbyn, centenares de personas se manifestaban en los aledaños del Palacio de Westminster, lo que confirma el respaldo que el dirigente laborista todavía recibe en un sector de la ciudadanía que ha demostrado una notable implicación política.

La elección de Corbyn hace nueve meses había sido bienvenida por sus rivales políticos, que consideraban una rémora electoral a quien hasta entonces había sido un diputado raso conocido por su actitud crítica con la dirección. De hecho, el más inesperado de los candidatos había decidido presentarse a la pugna por el liderazgo exclusivamente para introducir en el debate una agenda anti-austeridad.

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