Para llevar a cabo sus prácticas, el empresario creó una sociedad en la que su pareja figuraba como testaferro, evitando así aparecer en ningún documento como titular o socio, con la intención de evitar posibles responsabilidades penales en las que pudiera incurrir en sus prácticas.
El empresario fue denunciado por sus trabajadoras, a las que ofrecía condiciones laborales que no cumplía. Esta persona tampoco daba de alta a sus empleadas y en algunos casos lo hacía por dos horas cuando la realidad eran once horas.
Una vez instruido el correspondiente atestado policial, en unión al detenido fue puesto a disposición de la Autoridad Judicial competente. La investigación fue desarrollada por policías nacionales pertenecientes a la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras de la Comisaría Provincial de Santa Cruz de Tenerife.
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