Elecciones municipales en Brasil, la nueva pesadilla del PT

El Partido de los Trabajadores (PT), la fuerza de izquierda que gobernó Brasil en los últimos 13 años, ve con temor la perspectiva de sufrir una dura derrota en las elecciones municipales de octubre, antesala de las presidenciales y legislativas de 2018.

El PT se ha hundido en el descrédito provocado por la crisis económica y política que llevó a la reciente destitución de Dilma Rousseff y por las acusaciones de corrupción que cercan a su líder histórico, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010).

Y nada de eso es de buen augurio para los comicios que se disputarán el 2 de octubre, con una segunda vuelta el 30, ni para la cita electoral siguiente, en 2018.

"Las elecciones municipales en Brasil siempre representan un laboratorio de las elecciones generales que tienen lugar dos años después. El PT (...) consiguió crecer mucho en 2012. Ahora será un proceso inverso (...), quedará como un partido pequeño y eso determinará en qué condiciones llegará a las presidenciales de 2018", dijo a la AFP el analista político André Cesar.

Con presupuesto propio, los municipios son una fuente de poder territorial. Y el PT podría perder la joya de la corona: Sao Paulo, que con 8,8 millones de electores es la mayor de las 5.568 localidades en juego.

Su actual alcalde, Fernando Haddad, está en cuarto lugar en intenciones de voto, lo cual dejaría al PT fuera del balotaje de la capital económica del país por primera vez desde 1992, según un estudio de la consultora Datafolha.

"El PT nunca ganó en las encuestas, pero no tengo cómo escapar del tema: hay un impacto electoral del proceso que acabó con el golpe [ndlr: en referencia al impeachment de Rousseff]. Esa criminalización de la política llegó cuando el PT estaba en el gobierno y el partido tiende a sufrir un impacto mayor", dijo a la AFP Florisvaldo Souza, secretario del partido de Lula.

En su debacle, el PT ya perdió 108 de los 642 alcaldes que cosechó en 2012, según cifras del propio partido. La mayoría migró a otras fuerzas con fines electorales y las normas brasileñas les permite retener las alcaldías pese a cambiar de sigla.

El Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, centro-derecha), del actual presidente Michel Temer, gobierna en 996 municipios y el socialdemócrata PSDB en más de 600.

"El número de alcaldes del PT va a caer a menos de la mitad de los que fueron elegidos cuatro años atrás. Eso va a ser un desastre para el partido, porque significa que en 2018 va a conseguir unos 30 diputados, la mitad de los que consiguió en 2014", estimó David Fleischer, politólogo de la Universidad de Brasilia.

Pese a tener en su poder un número inferior (534) de distritos, el PT lidera el listado de las grandes capitales y de municipios con más de 200.000 electores, con 16 jurisdicciones.

La caída de Rousseff en agosto finalizó un ciclo de cuatro gobiernos consecutivos del partido de la estrella roja y marcó el cenit de un giro más conservador en la política y liberal en la economía que se había iniciado tiempo atrás en el Congreso.

Ese desplazamiento originó el "centrao' (gran centro), un espacio donde conviven numerosos partidos que hoy definen la agenda del país.

El cambio puede resumirse en el caso del Partido Republicano Brasileño (PRB), del evangélico Marcos Pereira, quien asumió el Ministerio de Industria.

Su partido lidera las intenciones de voto en Rio de Janeiro y pelea por Sao Paulo.

Según Datafolha, Marcelo Crivella, senador del PRB y obispo licenciado de la Iglesia Universal del Reino de Dios, tiene un 31% de intención de voto en Rio. Su rival inmediato, Marcelo Freixo (PSOL, izquierda), tiene un 10%.

En Sao Paulo, el diputado del PRB Celso Russomanno lideró los sondeos hasta esta semana, cuando fue desplazado por el empresario y periodista Joao Doria (PSDB), que con 25% lo aventaja por tres puntos.

Además de las alcaldías, que irán a segunda vuelta en los distritos con más de 200.000 electores si ningún candidato supera 50% de los votos válidos, se elegirán 57.931 ediles.

Las municipales serán las primeras elecciones bajo la sombra del escándalo de los multimillonarios desvíos en la estatal Petrobras para financiar partidos políticos ilegalmente.

El caso alimentó un descrédito general que no se limitó al PT: también golpeó al PMDB y al Partido Progresista (PP, derecha). Pero fue el partido de Lula el que recibió más acusaciones judiciales.

El efecto del "Petrolao" también se refleja en la modestia de la campaña.

La corte suprema eliminó la posibilidad de que las empresas aporten fondos a los candidatos y las cajas se secaron tanto que algunas fuerzas grandes ni siquiera pudieron encargar encuestas.

Desde Curitiba (sur), Souza dice que casi no se nota que hay elecciones y define al momento del PT como de "resistencia" tras una larga bonanza.

Pero para el analista Cesar, se trata más de un regreso al orden anterior.

"Al final del proceso, la convergencia es más bien hacia el centro. Brasil siempre ha sido un país de centro, un gran PMDB", afirmó.

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