Evangélico elegido alcalde de Rio, izquierda fuera de mapa electoral de Brasil

Marcelo Crivella, un pastor evangélico que trató de hacer olvidar un pasado de intolerancia, fue elegido el domingo alcalde de Rio de Janeiro, la segunda ciudad de Brasil, en el balotaje de unos comicios que confirmaron la hecatombe de la izquierda.

Crivella, de 59 años, del partido de derecha PRB (Partido Republicano de Brasil) y pastor de la Iglesia Universal del Reino de Dios, obtuvo un 59,37% de los votos, frente a un 40,63% para Marcelo Freixo, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), según el cómputo del 99,97% de las mesas electorales.

Estos comicios confirmaron el derrumbe de la izquierda en todo el país desde la primera vuelta del 2 de octubre, y en particular del Partido de los Trabajadores (PT) del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) y de la recientemente destituida Dilma Rousseff, bajo el impacto de la peor recesión económica en un siglo y del escándalo de corrupción de Petrobras.

El PT, que en 2012 había conquistado cuatro de las 26 capitales de estados, se quedó sin ninguna, pues su candidato perdía en Recife (Pernambuco, noreste), la única que disputaba en balotaje, con 38,93% de los votos, escrutado el 77% de las mesas.

El partido que gobernó al gigante latinoamericano durante 13 años había perdido en la primera vuelta casi dos tercios de sus alcaldías, con su mayor golpe en Sao Paulo, que pasó a manos del PSDB del expresidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), aliado del presidente conservador Michel Temer, del PMDB.

Peor aún, el PT perdió por un margen de 80%/20% en Santo André, un suburbio del cinturón industrial de Sao Paulo, capital económica del país, reducto que esperaba conservar.

El PMDB es la formación que más alcaldías ganó, como ya había sido el caso en 2012, pero en las grandes ciudades el PSDB no solo lo borró de Sao Paulo, sino también en Porto Alegre (Rio Grande do Sul, sur) y Maceió (Alagoas, noreste). Como consuelo, el PMDB derrotó en el duelo fratricida al PSDB en Cuiabá (Mato Grosso, centro-oeste).

Esa relación de fuerzas es clave para medir fuerzas de cara a los comicios presidenciales de 2018.

"La base del gobierno Temer sale ampliamente victoriosa de las elecciones, especialmente con el resultado de Rio de Janeiro y del interior de Sao Paulo, donde el PT perdió el reducto histórico de Sao Bernardo do Campo y Santo André", dijo a la AFP Fernando Schüler, doctor en ciencias políticas y profesor del Insper (Instituto de Enseñanza e Investigación), una institución privada con sede en Sao Paulo.

"El PSDB fue realmente el vencedor. Se tornó el partido con mayor número de ciudadanos bajo su administración desde las elecciones de 2002. Le arrebató ese lugar al PMDB, que no es tanto un partido político como una gran alianza de liderazgos regionales", agregó.

Pero en el balotaje de este domingo, la votación polarizada de Rio de Janeiro concentró toda la atención.

La "Cidade Maravilhosa" abre su etapa postolímpica sumida en una grave crisis económica y de seguridad, que deja atrás ocho años de gestión de Eduardo Paes, del PMDB.

La contienda quedó entre Crivella, un senador conservador y obispo evangélico de 59 años y el disidente del PT y exdiputado estatal de extrema izquierda Marcelo Freixo, de 49.

Sobrino del fundador millonario de la Iglesia Universal del Reino de Dios y exministro de Pesca de Rousseff, Crivella mantuvo su favoritismo pese a verse salpicado en la campaña por varios escándalos, como el que evidenció que exorcizó a católicos cuando era misionero en África en los años 90 o por sus declaraciones de la época sobre el "mal terrible" de la homosexualidad.

El senador, también cantante de gospel y poeta, dijo que esas posiciones radicales habían quedado en el pasado y, al votar en Copacabana, prometió dedicarse "como nunca en la vida a cuidar sobre todo de la salud, educación, transporte y seguridad".

Los sondeos auguraban su victoria ante la influencia de la iglesia evangélica en las zonas más empobrecidas de Rio.

El balotaje -que sólo se celebra en ciudades de más de 200.000 habitantes y convocó a cerca de 33 millones de brasileños- se celebró sin mayores incidentes, bajo la vigilancia de más de 10.000 militares en doce municipios. la campaña de la primera vuelta había estado marcada por la violencia, con 16 asesinatos solo en municipios del estado de Rio.

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