Francia cierra una campaña marcada por las acusaciones y las sospechas contra los principales candidatos

  • Hasta cuatro aspirantes tienen opciones en unos comicios en los que los dos partidos mayoritarios podrían quedar fuera de la segunda vuelta
EUROPA PRESS
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Francia cerrará este viernes a medianoche la que ya está considerada como la campaña electoral más convulsa de su historia reciente, marcada por un mayor número de candidatos con opciones y por el constante cruce de reproches y sospechas, algunas de las cuales han llevado incluso a imputaciones como la del ex primer ministro François Fillon.

La campaña arrancó oficialmente el 10 de abril, aunque para ese día ya estaban todas las espadas en alto. Durante los meses anteriores se había ido perfilado una terna de candidatos en la que hay hueco para representantes de partidos tradicionales pero también para aventuras independientes como la de Emmanuel Macron, favorito en todos los sondeos.

El 1 de diciembre de 2016, el actual presidente de Francia, François Hollande, puso fin a los rumores y confirmó lo que ya era un secreto a voces, que no se presentaría a la reelección. Este gesto inédito en la V República abrió un nuevo escenario en el que todos se apresuraron por coger posiciones y en el que la actual formación gobernante, el Partido Socialista, ha quedado de convidado de piedra.

Con Hollande fuera de juego, el 'establishment' socialista tenía ya extendida la alfombra roja para el primer ministro, Manuel Valls, quien anunció el 5 de diciembre su salida del Gobierno para presentarse a las primarias del centro-izquierda. La militancia, sin embargo, penalizó la sombra de Hollande y la 'línea dura' que quería marcar Valls y optó por Benoît Hamon, un exministro díscolo que se vio el 29 de enero con la candidatura socialista bajo el brazo.

Las posturas izquierdistas de Hamon generaron estupor entre los socialistas más escorados hacia el centro, lo que se tradujo en una primera fase de silencio incómodo que ha dejado paso a los llamamientos públicos en favor de Macron. El propio Valls ha pedido el voto para Macron para evitar posibles "riesgos" derivados del auge de la derecha.

Macron, también exministro del Gobierno de Hollande, anunció en noviembre de 2016 una candidatura al frente de un movimiento de reciente creación, En Marche!, y con el objetivo de lanzar una "revolución democrática" al margen del tradicional equilibrio de poderes. Entonces, pocos analistas le vaticinaban un futuro como el que ahora le otorgan las encuestas, en las que aparece con claras opciones de pasar a la segunda vuelta del 7 de mayo y alzarse con la victoria final.

Sin experiencia electoral y con sólo 39 años, Macron quiere entrar en el Elíseo sin contar siquiera de momento con socios en la Asamblea Nacional. No obstante, confía en que, si finalmente logra la Presidencia, los franceses le concedan también la confianza a En Marche! en las elecciones legislativas previstas para junio.

Durante la campaña, Macron y su equipo han coqueteado con las alusiones a una supuesta injerencia rusa y han hecho frente a controversias de menor calado y recorrido que las de sus rivales. A principios de febrero, el exministro desmintió públicamente que mantuviese una relación homosexual fuera del matrimonio.

CASO FILLON

El centro-derecha francés no ha ido escaso de polémicas, empezando por un proceso de primarias que, como en el caso socialista, tampoco concluyó con los resultados que cabía esperarse. El expresidente Nicolas Sarkozy quería volver al Elíseo aupado por los miembros del partido que él mismo había refundado, Los Republicanos --antes Unión por un Movimiento Popular (UMP)--, pero fue incapaz de zafarse de su mala imagen pública.

Lastrado por varios escándalos judiciales, que incluso le han costado la imputación por presunta financiación ilegal de su campaña en 2012, Sarkozy se vio superado en la primera vuelta por dos antiguos primeros ministros: François Fillon y Alain Juppé. Este último sonó 'a priori' como la alternativa a Sarkozy, pero fue finalmente Fillon quien se llevó el gato al agua.

Sin embargo, con la confirmación de la candidatura arrancó también el 'via crucis' mediático y judicial de Fillon. El 25 de enero, la revista satírica 'Le Canard Enchaîné' destapó que su esposa, Penelope, había cobrado cientos de miles de euros por una labor de asistente parlamentaria que supuestamente nunca había ejercido.

La madeja se fue enredando con nuevos empleos ficticios atribuidos a Penelope Fillon y a los hijos de la pareja hasta que, el 14 de marzo, la Justicia imputó formalmente al candidato por varios delitos, entre ellos desvío de fondos públicos. Fillon denunció ser víctima de un "asesinato político" y acusó directamente el "aparato del Estado" de estar detrás de las constantes informaciones en su contra, señalando incluso a Hollande como responsable último.

El ex primer ministro logró contener a duras penas el más que evidente malestar interno sobre su candidatura y, antes de que se formalizase la imputación, ya había obtenido un apoyo público de la cúpula de Los Republicanos, que el 6 de marzo expresó su respaldo a Fillon para acallar los tambores de guerra que reclamaban una solución --o candidato-- de última hora.

LA EURÓFOBA ESCARMENTADA

Junto a Macron, la otra favorita para la primera vuelta es Marine Le Pen, líder del Frente Nacional. La dirigente ultraderechista se ha consolidado en estos últimos años, y a golpe de populismo, como la alternativa a los partidos tradicionales y como la defensora de la seguridad y los principios de Francia frente a 'amenazas' como la inmigración.

Le Pen, que plantea convocar un referéndum para sacar a Francia de la UE, ha recibido el principal revés a su imagen precisamente de las instituciones comunitarias, que le echan en cara un desvío de fondos. El Parlamento Europeo le reclama 340.000 euros por contratar a costa de la Eurocámara a dos trabajadores de su partido, razón por la cual tiene el sueldo parcialmente embargado.

Durante estos años, además, la líder del Frente Nacional ha tenido que hacer frente a la incómoda sombra de su padre, Jean Marie Le Pen, defenestrado del partido por sus constantes exabruptos. El patriarca colmó la paciencia de su hija al valorar como un "detalle" histórico las cámaras de gas utilizadas por los nazis.

MELENCHON, AL ALZA

Una de las sorpresas dejadas por la campaña ha llegado en las últimas semanas. El líder del movimiento Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, ha agitado la recta final de una campaña donde parecían ya repartidos todos los papeles y se ha colado entre los favoritos gracias en gran medida a su buen papel en el principal debate televisado.

Las encuestas barajan como principal hipótesis una segunda vuelta electoral entre Le Pen y Macron, con victoria para este último, pero Melenchon figura en un segundo grupo con cifras similares a las de Fillon y no demasiado alejado de los dos favoritos. Entre las hipótesis planteadas figura, de hecho, un hipotético enfrentamiento final entre Le Pen y Melenchon ante el que ya han cargado tintas varios medios más conservadores.

El 23 de abril se abrirán los colegios para que los franceses elijan quién quieren que sea su presidente en unas elecciones para las que tienen opciones hasta cuatro candidatos. Pocos se atreven a pronosticar lo que ocurrirá, en la medida en que la disparidad de programas y la escalada de polémicas se ha traducido también en un alto número de indecisos, de hasta un 35 por ciento en algunos sondeos.

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