HRW denuncia que tanto Al Shabaab como el Gobierno somalí amenazan y persiguen a los periodistas

EUROPA PRESS

El informe de 74 páginas, "Como peces en aguas envenenadas: Los ataques a la libertad de prensa en Somalia", documenta matanzas, amenazas y detenciones arbitrarias a los periodistas desde 2014. El Gobierno federal de Somalia y las autoridades regionales han usado varias tácticas abusivas para influir en la cobertura mediática, incluyendo arrestos y cierres forzados de medios de comunicación, amenazas y, en ocasiones, delitos penales, denuncia la ONG.

Al Shabaab ha puesto a los periodistas en su punto de mira como parte de una campaña contra el Gobierno somalí y por haber informado de manera desfavorable para el grupo, mientras que las autoridades del Gobierno no han realizado una investigación adecuada al respecto ni han procesado a los responsables de los abusos, por lo que los periodistas viven con miedo.

"Aparte de las amenazas de Al Shabaab, el nuevo Gobierno está incrementando el peligro y la represión de los periodistas en el momento en que más se necesitan sus servicios", ha señalado la investigadora para África de Human Rights Watch, Laetitia Bader. HRW defiende que los somalíes necesitan una prensa libre, especialmente importante a la luz del proceso electoral planeado para este 2016.

Tanto Al Shabaab como el Gobierno somalí y sus aliados han intentado explotar las vulnerabilidades de un gran número de periodistas sin remuneración y experiencia alrededor del largo conflicto que sufre el país, expone HRW en su informe. Ambas partes presionan a los periodistas, los manipulan y obstruyen su labor. Por ello, docenas de periodistas han huido del país al exilio en la última década.

Mientras que Al Shabaab supone la principal amenaza para los medios, los periodistas han sido atacados por un amplio rango de actores estatales y no estatales. "Tanto las autoridades como los milicianos se muestran hostiles. Somos como peces en aguas venenosas, podemos ser atacados o morir en cualquier momento", ha relatado un periodista en la ciudad Galkayo, en Puntlandia.

DIEZ PERIODISTAS MUERTOS DESDE 2014

HRW ha entrevistado a 50 periodistas, editores y directores de medios que trabajan entre la zona centro-sur de Somalia y Puntlandia. Desde 2014 diez periodistas han muerto, cuatro han sido asesinados en ataques personales y otros seis han sobrevivido a intentos de asesinato. Otros tantos han sido heridos mientras estaban ejerciendo su profesión, decenas de ellos han sido detenidos de forma arbitraria, procesados y muchos han recibido amenazas a través de llamadas telefónicas y mensajes donde les advertían que si no cambiaban su información sufrirían consecuencias.

Un periodista que sobrevivió a un ataque en Mogadiscio en octubre de 2014 no tiene dudas de que el ataque estaba dirigido contra él: "Pude escuchar varias voces diciéndole al tirador que apuntase mejor. Después les escuché diciendo que aún estaba vivo". El periodista fue gravemente herido, por lo que no ha podido seguir desempeñando su profesión.

En Mogadiscio, los agentes de seguridad han prohibido informar sobre determinadas cuestiones, como comunicados de Al Shabaab, han cerrado temporalmente al menos tres medios de comunicación y han detenido a aquellos periodistas que no cumplieron con las órdenes. Las autoridades regionales en las ciudad disputadas han llevado a cabo detenciones arbitrarias, amenazas y cerrado cinco medios de comunicación para controlar la cobertura política.

LA AUTOCENSURA COMO ÚNICA OPCIÓN

Los agentes del Gobierno han tratado de justificar las restricciones a la libertad de prensa alegando causas de seguridad nacional o acusando a los medios de comunicación de actuar de manera poco profesional.

A pesar de la difícil situación de seguridad y del contexto político, las autoridades han tratado de restringir la cobertura de información legítima, empleando tácticas que muchas veces generan riesgo de represalias para los periodistas, según señala HRW en su informe. También Al Shabaab ha utilizado la violencia y la amenaza contra los periodistas para conseguir una cobertura positiva.

Los periodistas somalíes muchas veces se han autocensurado como respuesta a las amenazas, la intimidación y la violencia. Muchos han decidido no informar sobre asuntos sensibles como la seguridad, la corrupción o los procesos políticos.

"Ahora nos enfrentamos a un grupo muy peligroso (Al Shabaab) que quiere interpretar cada una de las palabras que dicen los medios y las autoridades en lugar de protegernos nos oprimen aún más", ha explicado un periodista en Galkayo. "La autocensura es la única opción que me queda y es muy triste", ha explicado.

Human Rights Watch espera que las nuevas autoridades en Mogadiscio y las nuevas administraciones regionales interinas recién creadas puedan hacer llegar la justicia por los abusos cometidos contra periodistas.

El Gobierno federal tan solo ha investigado y condenado los ataques hacia periodistas atribuidos a Al Shabaab, confiando en la Agencia Nacional de Inteligencia, que no tiene un mandato legal encomendado para ello, y en el Tribunal Militar cuyos juicios no satisfacen los estándares internacionales.

Tres personas fueron condenadas a muerte y ejecutadas en el mes de abril por estar involucradas en el asesinato de seis periodistas. HRW ha identificado infracciones en los últimos juicios, que socavan los derechos de los acusados a un juicio justo.

Los problemáticos juicios y las investigaciones parciales han expuesto a los supervivientes a represalias y han fomentado el miedo entre los periodistas. Muchos afectados han explicado a HRW que no denuncian los abusos a la Policía porque saben que no harán nada por perseguir a los culpables y acudir a la Policía puede someterlos a un riesgo mayor.

En enero de 2016, el presidente somalí, Hasan Sheij Mohamud, firmó una nueva ley de prensa que obstaculiza la libertad de expresión, ha señalado HRW. La nueva ley incluye aspectos positivos, pero también incluye vagas restricciones sobre los medios de comunicación. La nueva norma probablemente produzca una mayor censura, dado que los periodistas no son capaces de discernir qué conductas están penadas y cuales no, ha remachado.

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