Holanda ampliará distribución de pastillas de yodo contra la radioactividad

Holanda encargó quince millones de pastillas de yodo, que protegen la tiroides frente a la radioactividad, para ampliar las zonas de distribución en torno a las centrales nucleares, indicó este viernes el ministerio de Sanidad.

La decisión se produce en un contexto de incertidumbre sobre la seguridad de las centrales nucleares belgas, cercanas a la frontera común, lo que también ha despertado preocupación en Alemania y Luxemburgo.

En Holanda, la distribución preventiva de pastillas yodadas se ampliará a los niños hasta los 18 años y las mujeres embarazadas residentes en un radio de 100 kilómetros alrededor de una central, explicó a la AFP la portavoz de la ministra de Sanidad, Edith Schippers.

Los futuros bebés son "los más sensibles al yodo radioactivo" liberado en caso de accidente nuclear, indicó la portavoz.

Hasta ahora, todas las personas hasta los 40 años residentes a un radio de 20 kilómetros de una central recibían esas pastillas a domicilio.

A partir de esta disposición, también la recibirá la población del oeste de Holanda, donde está situada la central de Borssele, y del sur y del este del país, por su cercanía con la central alemana de Emsland en Baja Sajonia, y de dos centrales belgas, Doel (norte) y Tihange (sur).

Una vez las píldoras sean distribuidas entre los grupos prioritarios, el excedente será puesto a disposición "de turistas, visitantes o trabajadores", subrayó el ministerio.

La decisión de hacer este gran pedido, del que no se ha revelado el coste, fue tomada después de que Bélgica anunciara el jueves que pretendía extender a toda su población la distribución preventiva de estas pastillas.

La seguridad de las centrales belgas es objeto de polémica desde hace varios años, tanto en Bélgica como en los países vecinos. Alemania y Luxemburgo han pedido a Bélgica que deje de operar de manera provisional los reactores de Doel 3 y de Tihange 2, después de que se descubrieran múltiples microfisuras en las cubas de ambos.

La alerta aumentó cuando, en uno de los registros vinculados a los atentados de noviembre en París, se encontró un vídeo de vigilancia a un alto responsable de la industria nuclear belga.

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