Lula, entre los tribunales y la Historia

En la década pasada, Luiz Inacio Lula da Silva era "el hombre", como le definió Barack Obama. El mundo aplaudía al metalúrgico que pilotaba el milagro económico de Brasil; pero a los 70 años, acusado de crrupción, tendrá que luchar para probar su inocencia y mantener su lugar en la Historia.

Menos de un mes después de ver cómo su ahijada política, Dilma Rousseff, era destituida por el Senado, al patriarca de la izquierda que presidió al mayor país de América Latina entre 2003-2010 le llegó su mayor golpe judicial. Será juzgado por corrupción.

No es el único revés de este año terrible que comenzó con la policía despertándole al alba para interrogarle, pero sí el más severo. Por primera vez, Lula tendrá que responder ante el temido Sergio Moro, el juez estrella de la lucha anticorrupción y referente de sus opositores.

El magistrado aceptó este martes la denuncia del Ministerio Público, en el último capítulo del thriller judicial que ahoga al mismo político que hace menos de seis años dejaba la presidencia con un 80% de popularidad.

En una espectacular conferencia de prensa, los fiscales acusaron a Lula de haber recibido sobornos de la red corrupta en Petrobras, calificándole como el "comandante máximo" del mayor fraude de la historia de Brasil.

Y el combativo exlíder sindical no tardó en contraatacar.

"Prueben una corrupción mía, que iré a pie para ser detenido", afirmó con las lágrimas resbalándole de los ojos en una multitudinaria comparecencia el jueves.

Tras estos meses donde el trabajo de toda una vida parece derrumbarse sin control, el carismático exmandatario ve a sus viejos enemigos. Los mismos que, según él, le impidieron ser el jefe de gabinete de Rousseff cuando ésta le pidió socorro y los que tramaron la otra denuncia en su contra por obstrucción a la justicia.

Todo, como dijo, para acabar con su carrera política y cerrarle el paso hacia un posible nuevo mandato en 2018, una campaña que no piensa facilitarles.

"Sigan atacando, estaré aquí, no voy a perder el sueño (...). La historia mal comenzó. Algunos piensan que terminó. Voy a vivir mucho. Tengo 70 años, pero quiero vivir 20 más", desafió.

Nacido en el árido noreste en octubre de 1945, Lula conoció desde la cuna lo más dramático de la pobreza que azotaba a casi un tercio de los brasileños.

Séptimo hijo de un matrimonio de analfabetos, fue abandonado por su padre antes de que la familia emigrara a la prometedora e industrial Sao Paulo, como millones de coterráneos.

Fue vendedor ambulante y lustrabotas, a los 15 años inició su formación de tornero mecánico, perdió un meñique en una máquina y al final de la década de 1970 se convirtió en el líder sindical al mando de una histórica huelga que desafió a la dictadura (1964-85).

Brasilia, sin embargo, se hizo esperar y en tres ocasiones fue derrotado como candidato presidencial al frente de su Partido de los Trabajadores (PT), que él mismo había cofundado en 1980.

El líder al que la revista Foreign Policy calificaría después como una "estrella del rock de la escena internacional" llegó finalmente a la presidencia en 2003, montado en promesas de justicia social, mientras el real se derretía ante el terror de los mercados a un mandatario sindicalista.

"Escapé de morir de hambre antes de los cinco años, eso fue un milagro. El segundo fue obtener un diploma de tornero mecánico. Otro fue adquirir conciencia política, fundar un partido. Y otro fue que llegué a la presidencia de la República. Y fui mejor que todos ellos, cientistas políticos, médicos, abogados que presidieron el país", recordó rodeado de militantes tras declarar ante la justicia en marzo.

Durante sus dos mandatos, empujados por el viento a favor de la economía mundial, 30 millones de brasileños salieron de la pobreza e ingresaron en las clases medias.

Lula coronó su mandato, y su popularidad mundial, consiguiendo para Brasil la sede de la Copa del Mundo de fútbol en 2014 y los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro en 2016.

La causa Petrobras no es la primera que envuelve a Lula en un escándalo de corrupción. En 2005 su gobierno se tambaleó cuando perdió a algunos de sus principales ministros y jerarcas del PT, acusados de crear una millonaria contabilidad ilegal (el "mensalão") para pagar a partidos y congresistas a cambio de apoyo político.

El expresidente logró mantenerse al margen, fue reelegido en 2006, y en 2010 consiguió la victoria de su heredera Rousseff.

Un año después de dejar el poder, le diagnosticaron un cáncer de laringe que superó, aunque dejó huella en su voz áspera con la que declaró a la justicia haber sufrido una "canallada homérica" en estos meses.

Aunque ya avisó el mismo día en que la policía le llevó a declarar: "Si querían matar a la serpiente, no le golpearon en la cabeza, le pegaron en el rabo, y la serpiente está viva como siempre", afirmó.

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