Macron tiene dos semanas para pulir su figura presidencial y solventar dudas

  • El escaso recorrido de En Marche! y el desencanto electoral podrían lastrar la victoria definitiva del exministro
EUROPA PRESS
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El líder del movimiento En Marche!, Emmanuel Macron, se perfila como claro favorito de cara a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas, pero hasta el 7 de mayo aún deberá pulir ciertas aristas y solventar las dudas que suscita su meteórico ascenso.

Macron logró la victoria en la primera ronda con más de dos puntos de ventaja por encima de la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, con quien se batirá en duelo en menos de dos semanas. Los sondeos conceden al exministro de Economía una intención de voto superior al 60 por ciento, un margen de momento cómodo pero oscilante.

El líder de En Marche! presumió durante la noche electoral de haber logrado una victoria impensable hasta hace tan sólo unos meses. "En un año hemos cambiado la cara de la vida política francesa", destacó, consciente de la rapidez de un éxito que ha dejado fuera de juego al Partido Socialista y Los Republicanos.

A una edad insólita (39 años) y sin haber ocupado nunca ningún cargo electo, Macron ha logrado convencer a más de 8,5 millones de franceses que querían un cambio moderado en el rumbo político del país. Le han concedido la confianza a sabiendas de que su carrera parece haber comenzado por la meta.

Si finalmente logra la victoria el 7 de mayo, Macron sería un presidente sin apoyo legislativo, a la espera de lo que pueda ocurrir en las elecciones parlamentarias del 11 y el 18 de junio. En Marche! presentará candidatos en las 577 circunscripciones con la esperanza de lograr también una sólida presencia en la Asamblea Nacional.

La cercanía de estos comicios complica los movimientos del resto de partidos de cara a la segunda ronda de las presidenciales, en la medida en que ellos también se la jugarán en junio. El conservador François Fillon y el socialista Benoît Hamon pidieron el voto para Macron el domingo por la noche, aunque ya dejaron claro en su discurso que se trataba más de una maniobra "contra" Le Pen.

El político socialista Jean-Pierre Mignard, apoyo de Macron, ha reconocido que es momento de que En Marche! dé un paso más y deje de lado su aura de movimiento ciudadano para "convertirse en un partido político". En este sentido, ha recordado que históricamente "el presidente siempre ha tenido un partido" detrás.

CONVENCER

El perfil moderado de Macron favorece 'a priori' que pueda tomar prestados los votos de simpatizantes de otros partidos. También ha prometido conformar un Gobierno con distintos perfiles políticos, si bien ya ha dejado claro que no será una administración de unidad nacional sino una fusión de distintas ideas.

Su candidatura ya había logrado convencer antes de la primera vuelta a representantes socialistas como Manuel Valls, centristas como François Bayrou y conservadores como Dominique de Villepin. También ha logrado ganarse a barones provinciales como el alcalde de Lyon, el socialista Gérard Collomb.

Collomb ha abogado por "crear una mayoría de izquierda y de derecha" para solventar el último reto, en la medida en que asume que "no se puede gobernar con el 25 por ciento de la primera vuelta", como ha admitido en una entrevista a la cadena BFMTV.

Sin embargo, Macron debe convencer a partes de un electorado con las que no siempre se ha entendido. Su popularidad cae fuera de las grandes ciudades y, a día de hoy, muchos le siguen reprochando una personalidad elitista que ya le acarreó problemas durante su etapa ministerial, en la que tachó de "iletrados" a los trabajadores de un matadero o recriminó a los habitantes de una zona minera sus adicciones al alcohol y el tabaco.

El perfil del votante del Frente Nacional tampoco es el mismo que el que era en 2002, cuando Jean Marie Le Pen logró el pase a la segunda vuelta con el 16,88 por ciento de los votos. Entonces, le bastaron 4,8 millones de sufragios, mientras que su hija ha logrado convencer este domingo a 7,6 millones de ciudadanos.

Uno de los éxitos de Marine Le Pen ha consistido en venderse como la candidata antisistema ante un electorado decepcionado con las dos grandes familias políticas que se han repartido el poder durante tres décadas. Un sondeo de Harris Interactive recoge que uno de cada cinco apoyos recibidos por Le Pen fue un voto de protesta.

Esta encuesta también apunta que un 46 por ciento de los votantes del izquierdista Jean-Luc Mélenchon, un 45 por ciento de los simpatizantes de Fillon y un 36 por ciento de los seguidores de Hamon no tienen previsto respaldar a ninguno de los dos candidatos supervivientes.

Bayrou, presidente del Movimiento Demócrata (MoDem), es partidario de mantener un proyecto "equilibrado", si bien ha admitido que existe "un marco nuevo" en la vida política francesa. "Unas elecciones nunca se ganan por anticipado", ha advertido en la cadena RTL.

"HEREDERO" DE HOLLANDE

Macron formó parte del Gobierno de François Hollande y, a pesar de haberse salido para emprender su aventura política --no sin antes desmarcarse de la 'línea oficial'-- sigue arrastrando la sombra de quien fuese su mentor político. Le Pen describió la noche electoral a Macron como el "heredero" de Hollande.

El presidente, sin embargo, ha vivido toda la campaña en un discreto segundo plano, consciente quizás de que su figura no suma. El propio Hollande anunció en diciembre de 2016 que no aspiraría a la reelección, en un gesto inédito en la V República y con el que confirmó lo que ya era un secreto a voces.

Macron llamó el domingo a romper con un sistema que "no ha sabido responder a los problemas (de los ciudadanos) en más de 30 años" y a abrir "una nueva página de la historia política". "Sois la cara de la renovación. Sois la cara de la esperanza francesa", proclamó ante sus exultantes seguidores.

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