Mayor sindicato de Bolivia protesta y marca distancia con gobierno de Morales

La izquierdista Central Obrera Boliviana (COB), la mayor unión de sindicatos del país, retomó sus protestas callejeras este jueves y viernes, en contra de varias leyes del gobierno de Evo Morales y marcó distancia de una alianza política que ha sido clave desde 2013.

La COB convocó a un paro laboral de 48 horas, aunque la medida era acatada principalmente por maestros estatales, las universidades públicas, trabajadores del sector de la salud y algunas fábricas textiles. Es la segunda protesta de la semana, tras el débil paro de 24 horas del lunes.

Si bien la producción de gas, explotación de minerales y agricultura tienen actividad normal, marchas callejeras y cortes de calles y avenidas cobraron mayor notoriedad.

La Policía utilizó gas lacrimógeno para dispersar un corte en una nutrida autopista que une las ciudades de La Paz y El Alto, tras la orden del gobierno de impedir cualquier medida que interrumpa el tráfico de pasajeros.

"Este gobierno está siguiendo la misma linea de proteger a los grandes empresarios bolivianos y a las transnacionales", dijo a la prensa la veterana dirigente del sindicato de maestros de La Paz, Wilma Plata.

La COB reclama la abrogación de un decreto que cerró una fábrica estatal textil con unos 800 trabajadores y la modificación de otras normas relacionadas al funcionamiento de empresas públicas, pensiones y derechos de funcionarios públicos, agregó Plata.

En las ciudades de Cochabamba (centro), Santa Cruz (este) y Sucre (sureste) se registraron marchas callejeras pacíficas, según reportes preliminares, aunque el ministro de Gobierno, Carlos Romero, aseguró en una evaluación que hubo "una ficción de movilización".

Las protestas surgen en momentos en que algunos sectores del oficialismo, como el de los campesinos, pretenden emprender una campaña de recolección de firmas, para reformar la Constitución que permita extender el mandato de Morales hasta 2025 -hubiera sido el cuarto-, pese a que ya perdió en febrero un referendo en ese sentido.

Morales aseguró que el tema de candidatos se definirá en 2018, aunque señaló que perdió esa consulta popular, pues la oposición emprendió una "campaña de mentira" al acusarlo de tráfico de influencias en favor de su expareja Gabriela Zapata, gerente comercial de una empresa china con millonarios contratos en el país.

"La Central Obrera Boliviana tiene la obligación de luchar por los derechos de los trabajadores, no puede seguir ligada al oficialismo, pedimos que rompa su pacto con el gobierno", agregó Wilma Plata.

El oficialismo volvió a llamar al diálogo y a deponer las protestas.

Las protestas de la COB fueron una sorpresa, pues ella y el gobierno firmaron en 2013 un "pacto de unidad" que ya existía entre el presidente y los sindicatos de campesinos e indígenas.

El mandatario de la etnia aymara comenzó a gobernar en 2006 con un fuerte apoyo de sectores rurales y pobres del país, a quienes dirigió sus políticas sociales, como la concesión de bonos especiales y asistencia gubernamental.

Ese triángulo de gobierno-sindicatos-campesinos le redituó a Morales un prolongado respaldo ciudadano que según una reciente encuesta de la privada Equipos Mori se sitúa en un envidiable 55%. Empero, la COB ahora parece marcar diferencia.

"Pareciera que la luna de miel ha terminado entre el gobierno y la COB y se está produciendo un distanciamiento que parece que en lo inmediato no se va a resolver", evaluó para la AFP el analista político y profesor universitario, Carlos Cordero.

Sin embargo, el viceministro de la Presidencia, Alfredo Rada, descartó que las protestas tengan mayor efecto, pues -en su opinión- sólo hay una cúpula que impulsa las reclamos, "mientras la base obrera y popular" tiene una posición favorable hacia el presidente Morales.

Aseguró que los dos paros laborales de esta semana "han sido un fracaso", pues los trabajadores que no apoyaron la huelga "le han dado un castigo a ese doble discurso de alguna dirigencia".

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