Molenbeek lucha por limpiar su imagen un año después de ataques yihadistas de París

El barrio bruselense de Molenbeek, donde se organizaron los atentados de París de noviembre de 2015, intenta un año después liberarse de su reputación mundial de "caldo de cultivo del yihadismo", una imagen que perjudica a sus habitantes.

"Incluso en Francia, cuando dices 'Molenbeek', para ellos quiere decir terrorista. Eso me duele por toda Bélgica", explica a la AFP Kamel, uno de sus habitantes, sin indicar su apellido.

Sábado, 14 de noviembre de 2015. Los medios de comunicación internacionales invaden Molenbeek, de donde partieron las células yihadistas que sumieron la víspera París en un baño de sangre.

Un año después, la familia Abdeslam sigue residiendo en la plaza principal de este distrito de 100.000 habitantes, pero sin dos de sus cuatro hijos. Brahim se hizo explotar en un café parisino el 13 de noviembre, mientras Salah, el único superviviente de los comandos, espera su juicio en la celda de una prisión al sur de París.

El conocido como "hombre del sombrero", Mohamed Abrini, quien estuvo implicado en los atentados de París (130 muertos) y de Bruselas del 22 de marzo (32 muertos), residía en un apartamento de 50 metros de esta misma gran plaza de Molenbeek.

El presunto organizador de los ataques parisinos, Abdelhamid Abaaoud, figura carismática de la organización Estado Islámico (EI), también creció en este distrito situado a dos pasos del centro histórico de Bruselas. El 18 de noviembre, falleció en un asalto policial en Saint-Denis, cerca de París.

Las autoridades belgas, blanco de las críticas, han reaccionado poniendo en marcha un plan de lucha contra la radicalización y el terrorismo denominado "Plan Canal", que se tradujo por el despliegue de 50 policías adicionales y el cierre de un centenar de lugares vinculados al islam radical, como mezquitas clandestinas, asociaciones o cafés.

"Hemos identificado 57 individuos que amenazaban el Estado" y que actualmente se encuentran en el punto de mira de los servicios secretos, detallaba recientemente el ministro del Interior, Jan Jambon, que había prometido "limpiar Molenbeek".

Este plan recibe su nombre de la vía de agua que separa el rico sur de Bruselas de su parte norte, más afectada por la radicalización islamista y donde vive una importante comunidad musulmana principalmente de origen marroquí.

"Lo importante es, realmente, secar el caldo de cultivo de la delincuencia, que está vinculada al radicalismo", explica a la AFP la alcaldesa de Molenbeek, Françoise Schepmans, quien asegura haber recibido el apoyo de una mayoría de sus conciudadanos.

Muchos habitantes de este distrito lamentan que siguen padeciendo las consecuencias de la mala reputación nacida el 13 de noviembre.

"Para cuestiones de trabajo, de vivienda, si ustedes dicen que vienen de Molenbeek, les responden que ya los llamarán... Y nunca llaman", asegura Abdel, quien dice sentirse como en una "lista negra".

No obstante, esta devastadora mala fama también ha traído consigo consecuencias positivas, asegura Ibrahim Ouassari, cofundador de "Molen-Geek", un colectivo que acoge a jóvenes con proyectos vinculados a las nuevas tecnologías.

"Esto atrajo la atención de muchos actores que querían implicarse en iniciativas interesantes", subraya el joven, que cita entre sus nuevos "patrocinadores" el nombre de varios gigantes estadounidenses de la informática.

Tras varios desplazamientos por el norte de Bélgica y a París, el "Consejo de Jóvenes" de Molenbeek continúa por su parte movilizado para limpiar la imagen de su distrito.

Estos últimos días recaban mensajes de los jóvenes de Molenbeek, que se sienten "encasillados", para los habitantes de París, asegura Hicham Nasi, responsable municipal de este grupo de unos 15 chicos y chicas. Está previsto que la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, los reciba próximamente.

Este vasto distrito, que cuenta con unas 1.500 asociaciones, apuesta también por su dinamismo y por la cultura para romper con los prejuicios y atraer a los jóvenes.

En seis meses, 30.000 personas atravesaron el canal para visitar el Millenium Iconoclast Museum of Art (MIMA), un museo privado consagrado al arte urbano e inaugurado en abril en una antigua fábrica de cerveza de Molenbeek.

"Los cito dentro de un año para contarles nuestra historia", que será "quizás otra historia" diferente a la atribuida actualmente a Molenbeek, asegura el creador del MIMA, Michel de Launoit.

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